Reseña: El ojo de Goliat, de Diego Muzzio
Radicado en Francia, el argentino Diego Muzzio (Buenos Aires, 1969) ha ido trabajando en géneros y formatos diversos (poesía, cuento, novela corta, relato infantil). Con El ojo de Goliat llega a la forma convencionalmente considerada principal, la novela. Sus dos libros previos (Las esferas invisibles, nouvelles ambientadas durante la peste amarilla en Buenos Aires, y los cuentos de Novecientos canguros) mostraron virtudes poco frecuentes, incluso contradictorias. El autor cruza la originalidad de temas impactantes con la discreción para tratarlos.
El ojo de Goliat, narración no demasiado extensa pero compacta, está dividida en tres partes. La trama une al doctor Edward Pierce, neuropsiquiatra con hospital propio –el St. Bartholomew– con el ingeniero David Bradley, un paciente –los dos son escoceses–, en la inmediata posguerra de la Primera Guerra Mundial, conflicto célebre por su crueldad y el uso de productos químicos. A Bradley lo lleva allí su primo, David Allan Stevenson, también primo del famoso escritor de La isla del tesoro. El paciente nada “en seco”, como parte de su delirio, y trabajó en un faro de construcción escocesa en el extremo sur argentino (la familia Stevenson era constructora de faros). La única mujer es una enfermera que tuvo una breve relación con Pierce, y que se fue, harta de su relativa frialdad.
Con esos personajes, Muzzio teje una red estrecha, plagada de ecos y dobles. A su vez, dado que tanto el médico como el paciente están aquejados mentalmente, parte de lo que el lector conoce proviene de sus percepciones alteradas. La segunda parte es el diario de Bradley en la Patagonia. Es el tramo más extenso y arriesgado. El ingeniero se ve acosado por la soledad y las tormentas, y en particular por un ave casi gigantesca, con filos de fantasía, que se convierte en una auténtica ave weird, entre real y alucinada. La angustia y el agotamiento son constantes, y la escritura, muy cuidada, absorben al lector.
La tercera parte regresa al hospital para un enfrentamiento del doctor Pierce (defensor del hipnotismo como terapia) con un médico alemán que detesta esa técnica. Cuando se leen las tres partes, hay una segunda paradoja: el estilo se encarga del relato y del interés de lo que se cuenta. Pero el tema en sí demuestra una y otra vez que la guerra toca y, a su manera, destruye a todos, médicos y pacientes. Incluso el victorioso alemán ha conocido sin saberlo (lo deduce el lector) al líder principal del nazismo, creyéndolo un pobre tipo sin destino, sin sospechar que será en realidad el líder de una segunda guerra, aún más letal que la primera. La solidez de construcción de un relato complejo, casi laberíntico, redondea en El ojo de Goliat una muy buena novela.
El ojo de Goliat
Por Diego Muzzio
Entropía
182 páginas, $ 3000