Reseña: El mentalista, de Camilla Läckberg y Henrik Fexeus
Policial sueco que no le teme al arte del ilusionismo
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La sueca Camilla Läckberg (Fjällbacka, 1974) forma parte por obvias razones generacionales de lo que podría considerarse la segunda oleada de autores del país báltico en tomar el género policial internacional por asalto. Primero estuvieron el más literario y refinado Henning Mankell y el más periodístico e incontenible Stieg Larsson.
Läckberg alcanzó notoriedad con novelas criminales que transcurren en su ciudad natal, en la costa sueca, y tienen como protagonistas a un policía y una escritora. En El mentalista, sin embargo, la indomable autora de best sellers decidió aunar fuerzas con Henrik Fexeus (Orebro, 1971), popular en la misma Suecia por su talento en el oficio que da título a este trabajo a cuatro manos.
El mentalista tiene, entonces, ese doble savoir faire: el de la narradora avezada y el del prestidigitador que sabe ocultar el truco. En la novela –dueña de una de esas longitudes que permiten desplegar múltiples recovecos en la trama– hay un complicado asesino en serie que, como otros criminales de esa calaña, resulta particularmente brillante. La policía Mina Dabiri, parte del equipo de investigación, decide recurrir a Vincent Walder, un conocido mentalista al que –tal vez no haga falta aclararlo– Fexeus ayuda a darle perfección verosímil, al desplegar sus conocimientos sobre el mundo del ilusionismo. Los policiales de este género y confección no necesitan ser formidables: le bastan con la eficacia. Y El mentalista es en ese sentido un artefacto que no defrauda a los consumidores del género.
El mentalista
Por Camilla Läckberg y Henrik Fexeus
Planeta. Trad.: Claudia Conde Fisas
717 págs./$ 3850