Reseña: El ejercicio de perder, de Haidu Kowski
El fragor del presente, con la mira en el pasado
- 2 minutos de lectura'
Los escritores son –se sabe– mentirosos por naturaleza, pero lo cierto es que algunos mienten con mayor elegancia o encanto. Parte esencial de su arte consiste en eso: encantar al lector, hipnotizarlo, engañarlo para terminar vendiéndole liebre por gato.
Adrián Haidukowski –o su seudónimo reciente: Haidu Kowski– ha construido parte de su obra en base a un equívoco: hacerle creer al lector que va a leer una historia de tiros, entren o no literalmente las armas en la ecuación, para empezar pronto a desnudar a sus personajes y arrojárselos a sus demonios, que suelen ser también los de su época.
En El ejercicio de perder, los fuegos de artificio provienen del presente de Elías, su protagonista, convertido en el sicario número 1 –un cobrador de deudas extremo– del mundo del póker profesional. Pero mientras su rutina de policial negro entra en jaque, los recuerdos, como alguna vez escribió Felisberto Hernández, vienen a él sin quedarse quietos.
La tensión de la novela se juega, entonces, no en la violencia del puro presente, sino en el diálogo con el pasado. Por un lado, está la distancia con aquellos días remotos de la infancia en el que el protagonista era para todos el Polaquito, días dolorosos, con la mitad del barrio arrasado por la autopista y una abuela que vive perpetuamente en la Shoá. Era una época ingenua y feliz, o feliz hasta que dejó de ser ingenua. Por otro lado, se encuentra este hoy sin diminutivos, sin esperanzas ni dolores que valgan la pena.
El ejercicio de perder
Por Haidu Kowski
Odelia
174 páginas, $ 1180