Reseña: El castillo de Barbazul, de Javier Cercas
Un policial europeo donde la justicia es posible
- 3 minutos de lectura'
El castillo de Barbazul, la nueva novela del español Javier Cercas (Cáceres, 1962) sobre el detective Melchor Marín (que a esta altura de su vida dejó la policía y es bibliotecario) está bien pensada desde el punto de vista de la estructura. Se divide en cuatro partes: dos transcurren en el continente, en la imaginaria Terra Alta, y se alternan con otras dos, en que la acción se desarrolla en Pollença, en Mallorca. Esa variación geográfica, apoyada en descripciones detalladas, acompaña al protagonista en sus viajes de ida y vuelta entre España y las islas Baleares.
Cada una de las partes empieza con un texto en bastardilla en el que el narrador en tercera persona sigue de cerca, no a Melchor, sino a la víctima del crimen, Cosette, su hija adolescente. Eso permite que la historia cuente por un lado los momentos anteriores al secuestro, y por otro, un tiempo posterior, en el que el padre la busca primero y después trata de castigar al culpable, esquema temporal doble muy frecuente en la novela policial.
Cercas –en un terreno distinto al de sus conocidas obras de no ficción como Anatomía de un instante o El impostor– sigue la tradición más conservadora y más clásica del género, en la que tarde o temprano el heroísmo de ciertos hombres y mujeres especiales (incluyendo al protagonista) consigue justicia para las víctimas. Como en muchas novelas de este tipo, retoma al pasar crímenes que aparecen en las aventuras anteriores del protagonista y es coherente con respecto a la personalidad del detective, por ejemplo, en lo que atañe a sus lecturas. Cosette es un nombre que Melchor sacó de Los miserables y ese no es más que un ejemplo de la importancia de sus lecturas clásicas. Otro es la cita final del poema “Si” (If) de Rudyard Kipling, que aplaude los valores esencialmente individualistas y europeos del detective.
Como en ciertas series televisivas, Marín resuelve un caso por libro, pero su historia personal se continúa de título en título: por eso, hay recuerdos de investigaciones anteriores y reencuentros con compañeros y amigos. Por ejemplo, en El castillo de Barbazul (el título es otra cita literaria), Salom, el compañero al que Marín mandó a la cárcel en otro libro, consigue explicar sus actos y redimirse. Quizás esa redención sea lo menos interesante del libro porque es un cliché del género heroico y resulta previsible.
La idea general de la trama es que, por lo menos en Europa, la Justicia es posible a pesar de la corrupción, el poder y el dinero. A diferencia de lo que sucede en la llamada “novela policial negra”, en la España futura de Cercas la sociedad es capaz de defenderse del crimen –incluso si el criminal es poderoso–, no a través de sus instituciones (policía, jueces, muchas veces corruptos), pero sí de hombres y mujeres que se atreven a romper las reglas por su propio código de ética.
El castillo de Barbazul
Por Javier Cercas
Tusquets
398 páginas, $ 2860