Reseña. El caos, de Luis Chitarroni y Daniel Guebel
El prólogo a la primera edición de Historia universal de la infamia, altar versátil de aquellos que piensan los libros en todos sus márgenes, tiene una línea muy estimulante para adentrarse en las clases que Daniel Guebel (Buenos Aires, 1956) y Luis Chitarroni (Buenos Aires, 1958-2023) desarrollaron en Malba, en 2021, y se reúnen ahora en El caos. Un programa desorbitado de lecturas: “A veces creo que los buenos lectores son cisnes aún más tenebrosos y singulares que los buenos autores”. Registro de esos dieciséis encuentros virtuales, en medio del encierro, el libro transmite la emoción de dos amigos entrañables desde hace más de cuatro décadas, ambos con un recorrido trascendental en la escritura, que invocan (y comparten) su pasión por la lectura como una forma de conversación tenaz, fragmentaria y animada. Un mapa construido a partir de retazos múltiples y deshechos, como la memoria misma.
“Cuando hablo de divinidades –dice Guebel– hablo de los autores que nos interesan”. El corpus del libro atraviesa distintas épocas, desde los poetas latinos, las tragedias griegas y referencias a la literatura oriental hasta el presente, con la búsqueda de permear conexiones. Por ejemplo, una línea conecta a uno de sus autores favoritos, Henry James, con la textura de los diálogos de Manuel Puig, que a su vez es vinculado con Ivy Compton-Burnett. Hay otras operaciones: filiales, como entre Madame Bovary y Don Quijote, Bram Stocker y Borges; de rastreo, con autores que recuperan del olvido, como Benjamin Constant, Gaito Gazdánov, Gabriel Báñez y tantísimos otros; de ironía, como sucede con Mientras escribo, de Stephen King; de chisme, en las desventuras en el campo editorial, como la participación en la revista Babel y la distancia con los valores que encarnaba la figura de Osvaldo Soriano.
Un recuerdo se acentúa en medio de la marejada: Chitarroni y Guebel, en la casa de Sergio Bizzio, se enteran de la muerte de Borges. Su influjo, que siempre se mantuvo, tenía mucha presencia, afirman, pero de otra manera, como un faro de discusión. Por un lado, en la vindicación del poder de las traducciones, la necesidad de ser un lector atento (y desconfiado). Chitarroni dice algo muy lindo: aun en los malos resultados, “los buenos-buenos se hacen camino”. Por otro, la relevancia de la novela, en contrapartida a lo que Borges no quiere ver: su relojería. A propósito del ritmo trepidante de Rojo y negro aconsejan no impacientarse con la novela larga, no entregarse al tiempo de las series televisivas. Tal vez, conversar sobre libros sea un ejercicio en extinción, ajeno a las notificaciones, mucho más al ras de la escucha, a una mecánica de lo imprevisible, a ese caos que, como diría el artista Yuyo Noé, surge y conmueve todo.
El caos. Un programa desorbitado de lecturas
Luis Chitarroni y Daniel Guebel
Malba Literatura
300 páginas, $ 27.500