Reseña: El bosque infinitesimal, de Julián López
En el mapa literario contemporáneo no es tan frecuente encontrar historias que remitan, en su forma y en su argumento, al siglo XIX, como ocurre con El bosque infinitesimal, tercera novela del narrador y poeta argentino Julián López (Buenos Aires, 1965). La trama sigue las peripecias de un médico joven y un proyecto a lo Frankenstein: experimentar con el cuerpo humano para demostrar la capacidad de la ciencia de mejorar la humanidad. Algo, claro, finalmente se interpondrá en el objetivo.
Todo transcurre en una ciudad imaginaria de Europa del Este. El narrador, junto con Blavatski, su mentor, capturan a Gut, un vagabundo que merodeaba los jardines de un hospital. Y con la ayuda de Ávida, una asistente sumisa, lo encierran en el sótano y montan un laboratorio para comprobar los beneficios de la ciencia. La idea es ampliar el horizonte de conocimiento: el médico tiene una fe absoluta en el progreso a alcanzar a través del método, la investigación y la lógica de un saber que venera.
Pero pronto los planes no salen como se pretendía y el deseo sexual lleva al protagonista por caminos insólitos. La atmósfera es cargada, oscura y remite a los relatos del gótico alemán, solo que la intención del autor parece ser parodiar esas historias, un propósito en parte frustrado debido al clima artificial que no consigue ser verosímil, pero tampoco grotesco. Los giros más interesantes y sorprendentes son las reflexiones del médico, en las que se cuelan frases de Jacques Lacan, versos de Alfonsina Storni o referencias al pop contemporáneo.
López se arriesga –un punto a favor– más allá de la zona literaria que manejó con destreza en sus novelas anteriores, Una muchacha muy bella y La ilusión de los mamíferos, en las que el mundo emocional y sensorial de sus protagonistas alcanzaba momentos de una potencia poética deslumbrante. Ese cambio tal vez se deba a que escribió El bosque infinitesimal mucho antes de las anteriores, y recién cuando fue reconocido en su faz narrativa, rescató la historia para volver a trabajarla. Sin embargo, si bien la trama gótica propone temas que ponen en escena la animalidad, la irracionalidad del deseo, y así, interpelan el valor de la ciencia, en muchos tramos cae en el pantano de una lengua distorsionada, saturada de adjetivos, neologismos y palabras arcaicas que dan por tierra con los atisbos de humor que destellan, de tanto en tanto, a lo largo de la obra.
Más allá de las frases ramificadas y su exuberancia letárgica, El bosque infinitesimal propone de todas maneras un retorno al pasado nada convencional para mostrar, con la distancia que impone la literatura, la obsolescencia de aquel modelo positivista que todavía hoy hace peligrar la posibilidad de una existencia más luminosa.
El bosque infinitesimal
Por Julián López
Random House
219 páginas, $ 4999