Reseña: El ancho mundo, de Pierre Lemaitre
Un adjetivo que describe bien la ficción de Pierre Lemaitre (París, 1951) es “inteligente”. El autor francés maneja los hilos de lo que cuenta con extremo cuidado, casi como un científico. Sus libros (tanto el histórico Nos vemos allá arriba, que lo consagró y con el que obtuvo el Premio Goncourt en 2013, como sus novelas policiales) tienen una enorme profundidad psicológica y mucho sentido del “tempo”. En general, sus narradores en tercera persona son muy, muy fríos, como si miraran todo desde lejos y desde arriba, y les divirtiera. Si se acepta el humor negrísimo, lo suyo es de verdad desopilante.
En El ancho mundo, primera entrega de una serie que se titulará “Los años gloriosos”, Lemaitre une su pasión por el policial con su interés por los personajes complejos. Aquí se hacen tres investigaciones –dos asesinatos y un crimen económico– y por esa razón la trama pertenece sin duda al género “novela negra”. La historia presenta un relato coral sobre una familia de origen francés después de la Segunda Guerra Mundial, en tiempos de la guerra de independencia de Indochina (que luego sería Vietnam). Empieza con los padres en Beirut, y les sigue después también los pasos a los cuatro hijos, que se trasladan a París e Indochina. Cada uno de esos hijos (tres varones y una mujer) tiene su historia, una formación, un temperamento propios. Así, a través de un narrador omnisciente y poderoso, el libro se abre a los mundos del comercio, el dinero, la guerra, el amor, la venganza, el crimen y más.
El resultado general es un panorama decadente, deprimente (salvo algunos escasos instantes de entrega) y terrible de ese momento histórico particular. Como en gran parte de la obra de Lemaitre, no parece haber mucha esperanza. La humanidad es hipócrita, destructiva, competitiva (en el mal sentido de la palabra) y, sobre todo, patética.
Nada de eso está tocado por los sentimientos, al menos no al nivel de la narración misma. Por ejemplo, Lemaitre describe la tortura sin adjetivos: su voz narradora no toma partido. De ese modo, sin críticas, pinta también el eterno desprecio con que juzgaban los franceses a los pueblos no europeos. En El ancho mundo no se dice nada malo de la colonización como práctica: a la novela le basta con mostrarla corrupta, pero, aquí, todo es corrupto.
La mirada congelada y “neutral” se compensa en parte con un manejo eximio del suspenso y una tendencia a las revelaciones al final de los capítulos, como en un folletín. Una vez más: la inteligencia. Desde esa agudeza totalmente racional, libros como el de Lemaitre crean mundos intrínsecamente contradictorios y complejos que, según los gustos de los lectores, pueden volverse tanto insoportables como difíciles de abandonar.
El ancho mundo
Por Pierre Lemaitre
Salamandra
Trad.: J. A. Soriano Marco
592 páginas, $ 9999