Reseña: El alma de las colinas..., por Derian Passaglia
Tres jóvenes poetas visitan a Juan L. Ortiz en Paraná. El viaje se complica cuando son invitados a un asado en lo de su amigo Juan José Saer, quien, con una insoportable conversación entrecortada, se revela como un robot programado por el gobierno de Francia para acabar con Juanele y robarle su talento. Así, El alma de las colinas…, , primera novela de Derian Passaglia (Rosario, 1988), genera ficción a partir de un mito universal (el peregrinaje del artista en ciernes en busca del maestro en su retiro), pero en clave local, históricamente datada; ya que las visitas a Juanele fueron durante muchas décadas, hasta convertirse en viaje obligado para los nuevos poetas.
Quizás uno de los últimos episodios de ese mito argentino fue aquel de 1976 en el que los viajeros (César Aira, Héctor Libertella y Tamara Kamenszain) terminaron pasando a máquina algunos poemas del maestro. En la novela de Passaglia también son dos porteños (una chica y un chico) y un rosarino quienes buscan a Juanele y se saben sus versos de memoria. El anacronismo de que, siendo jóvenes y ostensiblemente contemporáneos por su manera de hablar, convivan con Juanele, convive a su vez con una trama en la estela de Aira.
Lo interesante de El alma de las colinas…, además de una prosa fluida, satírica, que homenajea el fraseo del poeta entrerriano, es que se instala en un intríngulis de la tradición reciente: ¿quién continúa a Juanele? ¿Saer o... Aira? El conocido antagonismo de estos dos autores es una excusa que asume Passaglia para inventar una aventura y plantarse, a su vez, en la línea entrecortada de la serie literaria argentina.
El alma de las colinas...
Por Derian Passaglia
Blatt&Ríos
144 páginas, $ 4190