Reseña: Dominó, de José Salem
“Di instrucciones a mi padre para que, si yo desaparecía o me asesinaban, entregara de inmediato a la Justicia el sobre que ahora tiene en sus manos”. Así comienza la carta, firmada por Rolando Crotto, que Tomás Ruiz –el narrador y protagonista de Dominó, la novela policial de José Salem– encuentra junto al cadáver de su amigo Manolo Crotto, el padre de Rolando, que ha sido asesinado.
Ruiz es un jubilado viudo que vive en La Paternal. Todos los miércoles se reunía con Manolo y los hermanos Pardo a jugar al dominó. En el sobre, además de la carta, hay una llave para abrir una caja de seguridad que contiene documentación y un video que –afirma Rolando– exponen gravísimos hechos de corrupción.
En la trama se insertan elementos –su obsesión por la pulcritud, recuerdos de su infancia y otros vinculados con su esposa– que delinean un retrato del narrador. Ruiz decide irse a Montevideo y, cuando se entera de que mataron a una mujer en su casa de La Paternal, se refugia en Durazno, en la chacra de un ex compañero de trabajo.
Dominó impone un suspenso moderado y, luego de la engañosa calma de lo que parece ser un epílogo, ofrece el verdadero desenlace. La revelación final puede resultar demasiado sorpresiva o inesperada para algunos lectores, pero viene precedida de pequeños indicios que la vuelven coherente. Salem revalida en su trama un recurso utilizado por Agatha Christie en una de sus obras más emblemáticas y le imprime un sello muy personal que trasciende las cuestiones éticas.
Dominó
José Salem
Fagus
213 páginas
$ 25.000