Reseña: Cuando comenzó el silencio, de Jesse Ball
A sus 29 años, el solitario Oda Sotatsu firmó una confesión ominosa luego de perder una apuesta en un juego de naipes. Se hizo responsable de la desaparición de ocho personas en un poblado japonés. Y luego calló. No habló más. Ni cuando lo detuvieron, ni cuando lo condenaron a la horca, ni segundos antes de tener la soga al cuello.
Décadas más tarde, en los Estados Unidos, la pareja del periodista Jesse Ball enmudeció de manera deliberada de un día para el otro. Este hecho doméstico provocó que el escritor se sumergiera en una búsqueda existencial, (“traté de entender todo lo posible sobre el silencio, sobre quiénes guardan silencio y por qué”) que lo llevó hasta Japón para comprender las causas de la mudez de Sotatsu.
Esa es la anécdota que cuenta la novela Cuando comenzó el silencio, de Jesse Ball (Nueva York, 1978). El libro está construido a partir de dos artefactos narrativos que buscan, por un lado, hacer parecer verdad lo que se relata, y, por el otro, copiar la esencia misma del thriller. Para armar el primer dispositivo, Ball decide que el escritor y el narrador sean una misma “persona”. De esta manera, toda la búsqueda de “la verdad” está en sus manos: investiga, entrevista y saca conclusiones. Es más, la novela se teje a través de artículos periodísticos de la época; de interrogatorios policiales y judiciales; de conversaciones del cronista con la familia, amigos y conocidos de Sotatsu, e, incluso, de fotos de “archivo” y de otras que aporta el narrador.
Asentado en el primer artefacto, aparece el que nutre a todo thriller, el peregrinaje hacia la resolución del misterio: ¿qué llevó al joven a responsabilizarse de las desapariciones?; ¿era culpable o inocente?, y, por supuesto, ¿por qué decidió no hablar más?
Sin embargo, el autor de Cómo provocar un incendio logra otra capa de significación de la que gran parte de los thrillers –sobre todo, los del tipo best seller– carecen: la indagación en la psicología de los personajes. A lo largo del libro, Ball reconstruye la psiquis de Sotatsu a través de la compleja dinámica de su familia: un padre dictador que lo abandonó cuando descubrió sus “crímenes”, una madre sumisa, un hermano que aún trata de entender por qué hizo lo que hizo y una hermana que parece indiferente a la situación o, que mejor dicho, hace lo que puede con lo que le tocó en suerte.
El abanico de sensaciones que Ball le propone al lector es vasto: desde la asepsia que genera el lenguaje policial y judicial, pasando por la compasión que puede provocar una familia deshecha, hasta el asombro y la desolación al revelarse el verdadero motivo detrás de la mudez del protagonista y del momento exacto cuando comenzó el silencio.
Cuando comenzó el silencio, de Jesse Ball; Trad.: Virginia Rech (Sigilo), 248 páginas / $16.400