Reseña: Cualquier otro día, de Dennis Lehane
Un policial con ambiciones de gran novela americana
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Cuando emprendió su trilogía sobre el gangsterismo con Cualquier otro día, Dennis Lehane (Boston, 1965) ya había escrito una serie de seis volúmenes con protagonistas fijos (la pareja de investigadores Kenzie y Gennaro), y un par de títulos que ampliaban de manera significativa el alcance del género policial negro contemporáneo: Río místico y Shutter Island, llevadas al cine por Clint Eastwood y Martín Scorsese. Tras esos hitos, el novelista decidió intentar, como tantos otros narradores estadounidenses antes de él, la Gran Novela Americana. La llegó a denominar incluso “mi propia ballena blanca”, en referencia al Moby Dick de Herman Melville. Le llevó unos cinco años de trabajo y setecientas páginas de extensión.
Los resultados de Cualquier otro día son disímiles. El peso del esfuerzo se siente en su estructura: Lehane realizó una prolija investigación histórica sobre el Boston del fin de la Primera Guerra Mundial, la gripe española de entonces y una gran huelga policial. El despliegue de los temas, contra todo, no es rígido ni extenuante. La experiencia parece aconsejarle al autor no dejar nunca de lado el interés del lector. A su vez, aunque hay varias familias en la trama, decide centralizar la narración en la de los Coughlin, relacionada por completo con la policía de la ciudad, desde el padre Tomas hasta sus tres hijos: Danny, Connor y Joe. En otros planos hay un personaje negro, Luther Laurence, que huye de ciertos asesinatos en Ohio y es un buen bateador. Como bonus track, hay breves tramos dedicados a un personaje real: el celebérrimo (al menos en Estados Unidos) jugador de béisbol Babe Ruth.
Tanto las complejidades numerosas del ambiente policial como la presencia de la política (y la consiguiente corrupción) se despliegan por calles y zonas de la ciudad descriptas con minucia, casi como un fresco. También son fuertes en Cualquier otro día los personajes femeninos, aunque tengan que compartir un destino frecuente en los libros de Lehane: su infinita capacidad de sufrimiento (y también de maldad). Otro tramo extenso es el dedicado a la infiltración de Danny en la red de grupos anarquistas italianos o letones. A la vez crecerá su capacidad de ser el líder sindical de la propia policía, algo inaudito, de lo que nadie quiere escuchar hablar en esa época.
Las tensiones crecerán hasta alcanzar, cuando estallan, el nivel de la ciudad misma, y también a cada una de las familias de la historia (los Coughlin en especial, claro). La lectura se vuelve un poco agotadora por el monumental tamaño del libro. Tal vez Río místico y Shutter Island, y sobre todo Ese mundo desaparecido (la espléndida y trágica conclusión de la trilogía que inicia Cualquier otro día) llegaron literariamente más lejos, gracias a su esmerada concentración, que esta ambiciosa “ballena blanca”.
Cualquier otro día
Por Dennis Lehane
Salamandra. Trad.: Enrique de Hériz
732 páginas, $ 2749