Reseña: Contra los periodistas y otros contras, de Karl Kraus
El eterno retorno de un aforista
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De manera más o menos periódica y escurridiza, los libros de Karl Kraus (1874-1936) siempre se las ingenian para volver. Al austríaco se lo define como periodista, aunque fue una pluma todo terreno, desde dramaturgo irrepresentable (Los últimos días de la humanidad tiene cientos de páginas) a poeta. Fue siempre, en todo caso, polemista y satírico, lo que lo hace de él –de ahí su eterno retorno– un bálsamo. Su nombre es sinónimo de Die Fackel (La antorcha), la corrosiva publicación que escribió casi por completo durante cuatro décadas.
Contra los periodistas y otros contras reúne aforismos ingeniosos, demoledores, pero no se limita al gremio gráfico (el título original es Pro Domo et Mundo) ni tampoco solo a la sentencia de pocas líneas, sino también al fragmento elaborado como una pieza trabajada. Hay reflexiones sin pausa, como lo sugieren los diversos apartados, y no siempre son contra: los estetas, los políticos, los psicólogos, los estúpidos, los eruditos, los artistas. “La mayoría de los escritores son tan jactanciosos que hablan del lenguaje cuando debieran hablar de sí mismos”, se lee en una aparente paradoja.
Lo que busca Kraus –anota Miguel Ángel Aguilar en uno de los prólogos– “es determinar el valor de la palabra en el lenguaje visto como creación y visto como comunicación, así como su obsesión por enseñar a ver abismo allí donde hay lugares comunes”. Algunos de los mejores ejemplos están en “Lances, ocurrencias”: “Hoy es original el que haya robado primero”. Inteligentes, profundos, virtuosos, no hay mejor medicina que la lectura de un puñado de aforismos de Kraus por noche.
Contra los periodistas y otros contras
Por Karl Kraus
Taurus. Trad.: Jesús Aguirre
156 págs./$ 1999