Reseña: Comandante, de Sandro Veronesi y Edoardo De Angelis
Puerto de La Spezia, septiembre de 1940. El ayudante de a bordo del submarino italiano Cappellini, de la Armada fascista, anuncia la partida de esa “bestia metálica” de 75 metros de largo, que comanda el teniente Salvatore Todaro. En Gibraltar avistan una nave fantasma, sin insignia ni luces, y la hunden, pero en las oscuras aguas quedan a la deriva no menos de veintiséis sobrevivientes: el destino de esos hombres se impone como el conflicto central de esta historia. El novelista Sandro Veronesi (Florencia, 1959) y el realizador de cine Edoardo De Angelis (Nápoles, 1978) refieren la peripecia en las voces de los marinos de la tripulación del Capellini y de los sobrevivientes, convertidos en náufragos.
El almirante alemán Dönitz ha ordenado que no se los rescate, pero el comandante Todaro desobedece la orden y, no sin riesgos, los salva. Este episodio de la Segunda Guerra Mundial nunca ocupó un espacio destacado en la historia de la contienda y Todaro, por su parte, pasó al olvido. Sin embargo resurgió, no por azar, a mediados de 2018. “Aquel verano fue terrible en Italia”, dice Veronesi en el prólogo, a propósito de los inmigrantes que huían de campos de concentración de Libia y, tratando de alcanzar las costas italianas, se convertían en náufragos, mientras ciertas decisiones antiinmigratorias de un sector político de la derecha les negaban auxilio o desembarco.
El evidente paralelismo de ambas situaciones indujo a que De Angelis y Veronesi acometieran la realización de un film que inauguró la Mostra de Venecia de 2023. Ahora, Comandante reconstruye en formato novela, a cuatro manos, aquellos sucesos. El resultado no es un relato convencional sino que, a modo de puzzle, la ficción trasunta con versatilidad cada momento del operativo desde distintos puntos de vista, y el oficio de Veronesi (El colibrí, Caos calmo) acierta a perfilar, a través de sucesivos relatos en primera persona, el carácter de cada uno de estos rudos hombres de mar. Y desliza, en medio de descripciones descarnadas, destellos de intriga, a pesar de que el lector ya conoce el desenlace histórico.
“¿Qué hacer?”, se pregunta alguien de la tripulación ante una disyuntiva extrema que evoca el dilema clásico de Antígona, que intentaba dar sepultura a su hermano a pesar de la prohibición de Creonte. Aquí el comandante debe optar entre la orden del almirante y “la norma del mar, que también tiene sus leyes, como las tiene el ser humano”.
La gravedad de la situación, articulada en relato, instaura un dilema ético ante el destino de seres sin amparo: “Estos hombres ya no tienen nada –escribe a su mujer el comandante–. Tienen solo su cuerpo, y cada vez se acerca más al final, (…) Es más, no es que tengan exactamente un cuerpo, es que son ese cuerpo y nada más”.
Comandante
Por Sandro Veronesi y Edoardo De Angelis
Anagrama. Trad.: J.M.. Salmerón Arjona
176 páginas, $ 24.800