Reseña: Capilla ardiente, de Álvaro Abós
El vínculo de Álvaro Abós (Buenos Aires, 1941) a través de su obra con los episodios o actores de la realidad resulta, a punto de cumplir ochenta y tres años, parte de su innegable ADN. El mismo ha hecho pie tanto en la biografía (Macedonio Fernández, Xul Solar) y la investigación histórica (Eichmann en Argentina), como en la ficción. Y es en este último terreno, con obras como Restos humanos, El crimen de Clorinda Sarracán o Cinco balas para Augusto Vandor donde Abós parece preguntarse una y otra vez no solo por las raíces de una nación cuyo hilo conductor privilegiado es el de la violencia, sino también por su destino, o más precisamente por el puente invisible pero determinante que acaso sea el signo de su fatalidad.
En el caso de su última novela, Capilla ardiente, el punto de partida es un episodio poco conocido o como mínimo silenciado, ocurrido en Tandil durante las primeras horas del año 1872: una matanza llevada a cabo por gauchos y bandidos, cuyo difuso objetivo era limpiar el territorio nacional de extranjeros y masones, al grito de “Viva la religión” y otras proclamas –o delirios– semejantes.
La novela, cuya anécdota central resuena en algunos aspectos en la historia de Martín Fierro, que se publicaría justamente durante aquel año, cuenta la “Masacre de Tandil” poniendo el ojo en el personaje de un fotógrafo, Javier López, que Abós recrea con libertad, y hasta cierto punto en una maestra francesa (Simone Boyer), que es su amante y que le lleva a López kilómetros de ventaja –ha sido parte del fervor de la Comuna de París, teniendo que pagar las consecuencias– en el campo de batalla. Ambos secundan, aunque de maneras bien distintas, al ejército y a sus aliados en la búsqueda de los forajidos.
Quizá lo más significativo de Capilla ardiente, lo más incómodo, sea la ambivalencia que despierta la mayoría de sus personajes, y más que ninguno el enigmático curandero que lidera a los gauchos salvajes: alguien que en rigor no participa de la matanza, pero que ha hipnotizado a buena parte de la población.
Aunque de a ratos el gesto de pausar la cacería –el término no es gratuito– se torne demasiado visible o esquemático, y a pesar de algunos reflejos de la oralidad sobreactuados o subrayados sin necesidad, la novela de Abós posee, junto con la notable rigurosidad con que desmenuza los hechos y los contextualiza, un vigor narrativo que le sobra para mantener al lector sediento, como si también él fuese al galope detrás de los bandidos. Y al mismo tiempo, el libro tiene la innegable y sórdida virtud de recordarnos que en la historia de un país no hay episodios aislados y que no es tan sencillo trazar una línea entre lo blanco y lo negro.
Capilla ardiente
Por Álvaro Abós
Hugo Benjamín
256 páginas, $ 25.900