Reseña: Canción, de Eduardo Halfon
En la primera línea de Canción, la llegada a Tokio del protagonista –un escritor llamado Eduardo Halfon– pone entre paréntesis el status de lo que se cuenta. El narrador llega a Japón disfrazado de árabe adoptando el papel de autor libanés, así como antes parece haber aprovechado su filiación con otros orígenes (de escritor judío o guatemalteco hasta francés o polaco). Pero lo lúdico es una estrategia secundaria en Halfon (Guatemala, 1971): es su medio de enrarecer las sutiles redes que entrelazan (como ya había hecho en Duelo) las ficciones implícitas en toda historia personal y familiar.
Canción es –además del lirismo que sugiere el título– el sobrenombre de un personaje clave de esta novela que recapitula la violencia de una república agobiada. “Nadie ignora que Guatemala es un país surrealista”, anota en algún momento el abuelo del narrador.
Con cortes secuenciales que van de las impresiones infantiles (incluida una prima argentina) al recuento del secuestro de su abuelo en 1967, Halfon va cercando con prosa escueta, pero cargada de reverberaciones, los peores años de Guatemala. Al mismo tiempo busca en la actualidad rastros de lo que le sucedió a ese otro Eduardo Halfon, el padre de su padre, que pasó más de treinta días de cautiverio en manos de la guerrilla, entre ellos del así llamado Canción (el apodo no deriva de la música sino de su oficio de carnicero). Con sus aventuras orientales, las marcas de la cultura judía y la historia reciente Halfon construye un atractivo artefacto literario.
Canción
Por Eduardo Halfon
Libros del Asteroide
120 páginas. $ 1150