Reseña: Cabezas perdidas, por Gustavo Rimoldi
Un original policial que va mucho más allá del género
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Sería un error basarse en la imagen principal de la tapa (un revólver) y esperar una simple novela de “serie negra”. Cabezas perdidas, de Gustavo Rimoldi (Buenos Aires, 1963) es, en cambio, una novela “de investigación”, escrita en un tono literario complejo: hay saltos en el tiempo, mucha reflexión del protagonista y una obsesión particular con algunos núcleos, en especial las mujeres.
Una vez que se aceptan las premisas y el estilo, resulta difícil distraerse de la trama. Una profesora de historia desaparece con una carpeta de documentos. Una asociación italiana le encarga buscarla al abogado Elio Rubato, que fuma mucho y tiene una cupé bordó. Todo ocurre en los años 1940, en Buenos Aires. En el trayecto conocerá a otra profesora, con unos ojos estrábicos que le hacen perder la cabeza.
La saga de la búsqueda pronto desemboca en las grandes extensiones de la pampa, un espacio que fascina al autor, que ya había escrito otra novela, Lontano (2014), ambientada en la llanura, en el siglo XIX. El peor temor es que las cosas queden sin aclararse, pero no se cumple, para fortuna de los lectores. En un “Posprólogo”, lo policial desemboca en un extenso y original relato sobre las ilusiones románticas, en una época peronista no subrayada (aunque Rubato lleve una foto firmada por Perón que le abre muchas puertas). Hay numerosos detalles, incluido un hipotético Martín Fierro de carne y hueso. La mayor parte de los trucos y gambetas técnicas de Cabezas perdidas son leales, dignas de un muy buen prestidigitador literario.
Cabezas perdidas
Por Gustavo Rimoldi
Edhasa
377 páginas
$ 1595