Reseña: Atlas de botánica argentina
Histórico inventario botánico de la Argentina
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La serie enciclopédica Genera et speces plantarum argentinarum fue una idea concebida por el naturalista argentino Miguel Lillo (1862-1931), que se propuso clasificar, en un vasto proyecto, la totalidad de la flora argentina. El emprendimiento no fue únicamente científico, como revela la especialista Carla Lois en su minuciosa e ineludible introducción. También tuvo aristas nacionalistas, una manera de dar alcance a países limítrofes como Chile y Brasil, que ya habían avanzado en la materia. Los cinco volúmenes de la obra (siete tomos en total) fueron impresos entre 1943 y 1956 –mucho después de la muerte de Lillo– por los especialistas que continuaron con la tarea. Los criterios botánicos de la flora conocida hasta ese momento siguieron la descripción de los especímenes y la clasificación linneana (hasta donde se puede, acota Lois).
Atlas de botánica argentina es una breve y preciosa antología de ese inventario y de sus formidables láminas, realizadas por un cuerpo de dibujantes integrado en su gran mayoría por mujeres.
En un epígrafe, el botánico Francis Hallé defiende el uso de las láminas con propósitos científicos todavía hoy: contentarse con la fotografía, sostiene, “es contentarse con información limitada”; el tiempo que requiere un dibujo “equivale a un diálogo con la planta”. De las ilustraciones botánicas surge, siempre, una emoción particular. El lector, pero también el observador curioso, encontrará espacio para esa clase de estupor en el “ciruelillo”, la “pata de vaca” o la “vara de San José”, solo por rescatar algunos nombres comunes de entre la inevitable terminología científica y latina.
Atlas de botánica argentina
Clara Lois (Intr.)
Ampersand
142 páginas, $ 4800