Reseña: Antigo Nik, de Anne Carson
Anne Carson (Toronto, 1950) es conocida por su intensa poesía, que cobra formas insólitas en su novela en verso Autobiografía en rojo, en ensayos como Eros el dulce-amargo y en sus muchas traducciones –verdaderas reescrituras– de algunos clásicos de la tragedia griega: Esquilo, pero también Eurípides y Sofocles.
En Antigo Nik (ya antes la misma editorial había publicado Bakkhai, interpretación de Eurípides), Carson retoma el mito original de la hija de Edipo que, tras la muerte que se dan entre sí sus hermanos, desafía el edicto de Creonte para dejar a uno de ellos insepulto. Es una obra fundacional que cada tradición se ha apropiado para leerla a su manera según los contextos (de la ética y la rebelión a las resistencias contra dictaduras) y que Carson desestructura de manera sorprendente, sin evitar la comicidad, para poner en jaque aquellas y cualquier versión. Ya en el prólogo en verso (el libro incluye también el texto en inglés) se le dice a la “querida Antígona” que todavía hoy “queremos entender algo más” de ella y se recuerda una puesta de Brecht, que la “hizo representar la obra completa con una puerta atada a tu espalda”. Pero esa clase de extrapolaciones también dominan la obra propiamente dicha, donde Antígona y su hermana Ismene pueden nombrar a Hegel o Beckett. Se acude también a los neologismos y a una búsqueda de intervención singular, sin abandonar en su deconstrucción –no solo feminista– la fidelidad a su material. Porque esa es la tragedia de la tragedia, parece sugerir Carson: la Antígona original ya nunca será ni puede ser la de los griegos.
Antigo Nik
Por Anne Carson
La Pollera. Trad.: Bernardita Bolumburu
88 páginas, $ 2700