Reforma electoral: cómo dejar viejos vicios de la política sin generar nuevos
Mientras el Senado discute el relevo de la lista sábana por la boleta única, los cambios de fondo en el sistema propuestos por el Gobierno abren un encendido debate
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Los argentinos terminaron 2023 agobiados por el cargado calendario electoral. Las primarias abiertas obligatorias (PASO) se transformaron en una instancia que aportó ruido e inestabilidad a la política y a la economía. Lo mismo sucedió con la danza de candidatos nacionales y provinciales que se sucedieron elección tras elección en interminables listas sábanas. Este proceso no solo erosionó la paciencia de los ciudadanos, sino que también se transformó en un recordatorio permanente del costo de la política para un país sumergido en crisis. Por eso, después de haber sido consagrado presidente por su crítica insistente contra “la casta”, Javier Milei incluyó una audaz reforma política y electoral en la ley ómnibus que el Congreso debate en sesiones extraordinarias.
Cambio del sistema electoral de representación proporcional a circunscripción uninominal para la elección de diputados, fin de las PASO y nuevos mecanismos para transparentar el financiamiento político son algunas de las cuestiones que nutren la discusión en torno a su importancia a la hora de levantar, como quiere el oficialismo, una nueva Argentina. Se sumó a esta lista la boleta única de papel como relevo de la lista sábana, un proyecto que tiene media sanción de Diputados y que el Gobierno espera que sea votado en el Senado antes de que en febrero pierda su estado parlamentario.
Pero enseguida aparecieron las dudas en torno a la urgencia real de las reformas. También, una toma de conciencia de los riesgos que implican estas modificaciones. Por ejemplo, las limitaciones para las minorías políticas que supondría un cambio de sistema para elegir candidatos; el peligro para la representación de género en las listas o la facilidad con que grupos interesados podrían imponer postulantes financiando sus campañas.
“La Argentina necesita fuertes cambios en lo electoral porque seguimos votando como hace un siglo, cuando vemos que nuestros vecinos están mucho más adelantados en esta materia. Tienen boleta única, lo que garantiza mucha más transparencia, tienen biométricos para reconocimiento del elector al momento de votar, tienen por ley la figura de los veedores internacionales, y tienen normativas para los fiscales que nosotros no tenemos”, explica la diputada Sabrina Ajmechet, historiadora y parte del círculo cercano de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, a quien acompañó en su pelea por la presidencia desde Juntos por el Cambio.
"No parecería difícil llegar a un acuerdo en la eliminación de las PASO"
Si lo que se busca es una señal acorde a los tiempos, los diputados y senadores estarían de acuerdo en establecer una lista de prioridades de la reforma electoral. Sugieren que se podría avanzar con los temas en los que hay cierto acuerdo, como la boleta única de papel (BUP), aunque hay que ver si al estilo cordobés (como se votó en Diputados) o al estilo santafesino, como sugieren otros ahora en el Cámara alta. También hay consenso para avanzar en la eliminación de las PASO.
Hay acuerdo, pero con diferencias. Lo que resta es ver si son “insalvables”. Hoy el proyecto de BUP que se discute a nivel nacional está trabado en el Senado. La semana pasada hubo una reunión de la que salieron dos dictámenes. El de mayoría tiene la firma de 36 senadores y el respaldo al oficialismo de sus aliados del PRO y el radicalismo, así como de otros senadores de espacios provinciales. Es el que acompaña el proyecto que viene de Diputados, aprobado en 2022, y que toma el modelo que en Córdoba se llama boleta única de sufragio (BUS), que incluye a toda la oferta política y a todas las categorías que se renuevan. Eso permite votar a la lista completa de un espacio político, sea partido o coalición.
El otro dictamen, el de minoría, tiene la firma de los otros 36 senadores: Unión por la Patria y los tres senadores que se agrupan en el interbloque Innovación Federal (Río Negro y Misiones). Propone ir por el modelo que se usa en Santa Fe de boletas únicas por categoría electoral: una para gobernador, otra para diputados provinciales, otra para senador departamental, otra para intendencia, otra para concejales. Cada una de ellas tiene toda la oferta política y se introduce en urnas específicas e identificadas con color y letra correspondiente. En ambos modelos de boleta de papel el voto se ejerce marcando con una cruz en el casillero seleccionado.
“En este escenario la ley no se aprueba porque requiere mayoría de los miembros totales (37). Si el oficialismo logra una firma más, se aprueba. Si el dictamen de minoría se aprueba, el proyecto vuelve a Diputados para que sea discutido”, resume Facundo Cruz, analista político y profesor de la Universidad Di Tella. “Si bien se dice a favor de la boleta única que abarata el costo, está demostrado que la elección de Santa Fe costó por elector un 41% más que las elecciones PASO y generales con boletas partidarias. Y que en distritos como PBA y CABA el tamaño y el costo podría ser incluso mayor”.
"Hay divergencias en relación con el paso del sistema de representación proporcional al uninominal"
Según precisa Cruz en un posteo del Centro de Investigaciones para la Calidad Democrática (CICaD), “tampoco es correcto decir que la BUP libera a los partidos políticos de contar con fiscales en el escrutinio provisorio”. Más bien, “reasigna sus tareas”, dado que cambia la forma de emisión del voto: marcar con X en lugar de seleccionar una boleta. “Estamos discutiendo el instrumento de votación cuando debería revisarse la ley de partidos políticos y los requisitos para su reconocimiento. No tiene sentido empeñarse en modificar la chapa de un auto si no ajustamos, también, sus partes componentes”, afirma.
Los partidos son coorganizadores de las elecciones junto a funcionarios nacionales, juntas, jueces y secretarios electorales. El Estado Nacional y los partidos políticos tienen un contrato mutuo según la Constitución Nacional y la legislación electoral.
El politólogo Juan Negri señala que con la boleta única se evita la desaparición de boletas y los gastos excesivos de campaña. “El hecho de que estén todos juntos en la misma papeleta hace inútil robárselas”. Y también centraliza el gasto, porque el Estado puede imprimir una determinada cantidad de boletas y listo. “Sí hay que tener en cuenta –subraya– que la experiencia de Santa Fe mostró que la boleta única aumenta el voto dividido. Aumenta la posibilidad de que el presidente no tenga mayoría en las cámaras, porque se vota por separado cargos ejecutivos y legislativos”.
El otro punto de la reforma electoral y política en el que sería más fácil llegar a un acuerdo es la eliminación de las PASO. Ahora ¿no funcionan por culpa del sistema o son los políticos argentinos los que lo han vuelto una parada compleja en el largo camino electoral?
Recuerda Negri que las PASO son una modalidad única en el mundo. Y resalta que si “el sistema no funciona” es porque “está mal diseñado, ya que tuvo en su origen una intencionalidad política que era debilitar a la oposición, obligarla a hacer internas mientras el oficialismo no lo hacía, en tiempos de Kirchner”. La prueba de esto es que los oficialismos no suelen usarla. “Las PASO en muchos casos son una pantalla, no hay competencia interna o hay competencia muy testimonial, no han generado democratización en la vida partidaria. En el caso de Juntos por el Cambio lo que se vio fue una magnificación de la polarización. También extiende muchísimo el calendario electoral”, opina.
Las PASO parecen haber quedado presas de un pecado original. Pero hay quienes consideran que tampoco se puede decir que las PASO no han funcionado. “El propósito de las PASO era múltiple –dice Ignacio Labaqui, profesor de Política latinoamericana de la UCA–. Uno era darle más poder a la ciudadanía a la hora de decidir las candidaturas, cosa que queda obturada cuando no hay competencia real. El otro propósito era reducir la fragmentación opositora, estableciendo el piso del 1,5% de los votos válidos para estar habilitado a competir. Este último objetivo lo cumplió muy bien. El problema para mí más grande de las PASO no pasa ni por la ausencia de competencia, que la ha habido, ni por la fragmentación opositora, que contribuyó a reducir, pues tuvimos solo cinco fórmulas presidenciales en las elecciones de 2023. El tema pasa por que las PASO recrearon un problema que había resuelto la Constitución del 94 (art. 95), y es el impacto económico que puede tener esta elección que estira los tiempos para conocer al presidente. Además, la combinación de la obligatoriedad del voto y de ir a internas incluso cuando no hay competencia interna son problemas que habría que corregir”.
¿Atentado contra las minorías?
Existe acuerdo en la necesidad de modernizar el sistema político, pero hasta los socios del oficialismo se preguntan si el tiempo es ahora.
“Qué necesidad hay hoy de pasar de un sistema plurinominal a uno de circunscripciones uninominales para la elección de diputados. ¿Por qué lo están proponiendo? Necesitamos respuestas”, dice Ajmechet. “No expresaron los motivos, solo dijeron que resolvería la cuestión de la lista sábana, que es un problema solo en algunos distritos grandes”. Y subraya: “La última vez que se aplicó este sistema tuvimos un Congreso con muy poca presencia de la oposición. Fue de 1951 al 55, cuando Perón pensó un sistema electoral para crear un Parlamento casi unánime, que convirtiera en ley la voluntad del conductor”.
El dirigente radical Jesús Rodríguez señala que lo propuesto es otro ejemplo de regresión democrática. “Los cambios propuestos abren las puertas a la manipulación de los distritos, conspiran contra la renovación dirigencial y eliminan los criterios de paridad con perspectiva de género”, puntualiza. En relación con el financiamiento de la política, afirma: “Al eliminar la limitación a los aportes privados y suprimir los espacios gratuitos en medios audiovisuales a cargo del Estado, el peligro es que se consolide en nuestro país lo que el presidente James Carter denunció en los Estados Unidos: un sistema político convertido en una recompensa para los mayores contribuyentes de las campañas”.
Para Negri el tema no es “el sistema” sino “sus efectos”. Dice que “el sistema uninominal genera algunos problemas y resuelve otros”. Entre los aspectos favorables, destaca que “hace más cercano el contacto entre los votantes y el representante”. Y entre los negativos, que “genera muchísima desproporcionalidad: el que gana se lleva todo”. Para demostrarlo, da un ejemplo: “Si hay un distrito con un candidato que gana con el 40% se lleva la banca, y después hay un 60% de votos que no tiene representación, con lo cual desaparecen los terceros partidos, y en general se favorece a los partidos más grandes. Eso puede llevar a un alto grado de insatisfacción de la gente con el sistema electoral”.
Coincide Labaqui con la subrepresentación de las minorías que alimenta el sistema uninominal: “Los sistemas mayoritarios tienden a favorecer la formación de sistema de dos partidos, los sistemas proporcionales tienden a representar mejor las minorías”, destaca. Y agrega otro defecto, relacionado con la paridad de género. “¿Qué garantía hay de que se respete el cupo femenino? Estamos hablando de una persona por distrito. Por ahí tenés a doce mujeres compitiendo en ese distrito contra un varón y el varón gana. Se complica la paridad de género”.
Hay otro aspecto polémico que aporta Labaqui con el cambio de sistema en pos de eliminar la lista sábana. Con la reforma que está proponiendo el Gobierno, se deroga el decreto que fijaba un piso de cinco diputados por distrito. En conclusión, con esta modificación habría menos diputados de provincias chicas.
“Habría menos diputados, algunas provincias sumarían mucho, como Buenos Aires, y otras perderían, como Tierra del Fuego. Pero cuáles son las provincias que tienen el problema de la lista sábana: Buenos Aires, la provincia, que elige 35 diputados por turno, la Ciudad, que elige 12 o 13, Santa Fe y Córdoba. Hay provincias que eligen 2 o 3 diputados por turno, no veo ahí mucho problema del desconocimiento del elector respecto de quienes se están candidateando”, dice Labaqui.
El Gobierno quiere mostrarse en movimiento y dar algo más que señales de que vienen a terminar con “la casta”, la corrupción y los viejos vicios de la política. El riesgo es que, en el apuro, se puedan crear nuevos.