¿Quién se acuerda de aquellos días de Zoom?
Mientras se evocan los dos años de la declaración de la pandemia del coronavirus, la cultura popular empieza a hacer memoria selectiva (toda memoria lo es) sobre lo sucedido, mientras sigue mirando de reojo los brotes y rebrotes en China.
Analizar las curvas: la estadística, y especialmente la producción, interpretación y gestión de datos a escala universal es sin duda uno de los efectos colaterales más elocuentes del coronavirus. Dos campos temáticos, la meteorología y las finanzas, son los grandes antecedentes masivos de familiaridad con la información analítica y su valor pronóstico.
"El virus del Covid-19 contagió hasta al búho de Minerva: desde la inmediatez de Slavoj Žižek a múltiples referentes del pensamiento"
Pero la relación entre coronavirus, matemáticas y aceleración digital, desde ya, generó profusa bibliografía también filosófica. El virus del Covid-19 contagió hasta al búho de Minerva: desde la inmediatez de Slavoj Žižek a múltiples referentes del pensamiento.
El italiano Franco Bifo Berardi publicó primero El umbral en formato de crónicas y, recientemente, el más profundo El tercer inconsciente. La psicoesfera en la época viral (Caja Negra): sin dejar de lado temas como el cuerpo (la sexualidad, la vitalidad) ni mucho menos la política, en su libro más argentino se propone describir la mutación que está sufriendo el inconsciente humano, y lo hizo mientras la humanidad buscaba controlar los efectos del Covid. Para él, también, el cruce entre la abstracción de las matemáticas o las finanzas y el virus son dos líneas de la modernidad que avanzan mientras, así lo describe, la “vida real” (bosques en llamas, contaminación, pandemias) es reemplazada por la vida digital. Parece resumirlo en una idea: “El principal hilo narrativo, el hipercódigo, es la subsunción de todo aspecto de la vida en la abstracción y, finalmente, el dominio del código económico sobre la entera máquina de la vida humana”.
Volviendo a lo concreto, si la evolución bursátil es un indicador de los que los inversores individuales o corporativos creen o suponen sobre el futuro de una empresa, en el caso de Zoom inc (que cotiza en el Nasdaq tecnológico) la prueba es elocuente: el uso de la plataforma de videoconferencias en línea subió y bajó al ritmo de encierros y contagios, y su popularidad y su valuación financiera también. En 2020, sus acciones subieron 425%, con un pico en octubre de ese año, y desde allí redujo a un cuarto su valor.
"Facebook salió de la pandemia con una mutación en su identidad: cambió de nombre a Meta y cambió de foco: el ‘metaverso’"
Desde San José, en la periferia del Silicon Valley, logró convertirse en un sustantivo en tiempos de lockouts y cuarentenas: reuniones laborales pero también encuentros sociales, familiares y “zoompleaños” se volcaron masivamente a ese punto de encuentro hasta tener su propio síndrome de agotamiento. Hoy, apenas dos años después, los inversionistas se preguntan si logrará sobreponerse a la competencia y sobrevivir en el contexto instalado de trabajo híbrido. En 2022, es de las tres tecnológicas que más pérdidas acumula junto a PayPal y Meta (Facebook).
Justamente Facebook salió de la pandemia con una mutación en su identidad: cambió de nombre a Meta y cambió de foco: el “metaverso”. La aceleración en la digitalización de actividades no pudo tener mejor contexto: los encierros forzosos iluminaron necesidades que la industria del software venía explorando (principalmente las de videojuegos, con sus entornos inmersivos, y Microsoft desde plataformas empresariales).
Aunque suena muy lanzado y aventaja al resto de los competidores, los inversores desconfían de la capacidad efectiva de Mark Zuckerberg de desplazar su liderazgo en redes sociales al nuevo entorno. Sus esfuerzos por trabajar avatares con fisonomía realista y entornos en los que la “presencia” sea más real a través de lentes parecen ir detrás de los avances que hacen el dinero virtual (las criptomonedas), el blockchain (contratos inteligentes, nuevos modelos de empresas), el arte y el diseño (a través de las piezas NFT pero también del “real estate” en el nuevo universo digital) y hasta el entretenimiento (los entornos de juegos como Roblox o el más rupturista Decentraland) por acelerar y delinear los atributos de la llamada web3.
El concierto de Travis Scott en Fortnite, en abril de 2020, será considerado seguramente un palote en la escritura de la fisonomía del metaverso: sucedió plenamente en el entorno de un juego con masiva y global participación de adolescentes a través de sus skins.
El tema, ahora desde la perspectiva del negocio informativo, fue el eje central en la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa que se llevó adelante esta misma semana, entre las expectativas por la web3 y los avances de la inteligencia artificial. De hecho, hasta se anunció una red social montada sobre la tecnología blockchain (como la ambiciosa NowNaw) que pretende competir con y desplazar a la china TikTok.
El español Antonio Lorenzo, convertido en uno de los primeros “corresponsales en Metaverso”, describió su tarea luego de reivindicar el papel de quienes están cumpliendo ese rol pero poniendo el cuerpo-físico en Ucrania: “Debemos estar donde la información sucede”, explicó sobre cómo contar lo que sucede en la aún confusa geografía de su foco informativo, luego de compartir dificultades y desafíos. Lo hizo, efectivamente, a través de Zoom.