Reseñas. Otra de mí misma, de Cristina Piña
El nuevo libro de la escritora y traductora Cristina Piña (Buenos Aires, 1949) pertenece a la estirpe de los que “salvan la vida”, como se afirma en el primer poema. Tras recuperarse de un coma causado por el Covid-19, la autora registró su experiencia en verso y en prosa. Otra de mí misma se divide en dos partes: “Tareas de la soledad” reúne poemas que pueden leerse como entradas de un diario de supervivencia; “Alucinaciones”, veintitrés escenas de un febril guion protagonizado por “una falsaria”, “una judía chueta” a la que amenazan con la hoguera y la muerte.
En la primera parte, la escritura se vuelve cómplice del cuerpo e intérprete de los “añicos del sueño”; escribir “es tomar las palabras / de la mano / darles un suave empujón”, “recoger con las manos / las imágenes brillantes o / borrosas”, “abrazar las palabras / y dejar que canten / su consuelo”. También actúa como cifra de la cura: “Cauterizar las heridas / con la tinta y el papel”. La poesía de Piña toma distancia del “yo” y, mientras se despliega, o avanza y retrocede, se imparte órdenes (y contraórdenes): “Que nada / quede sin decir / que salga lo que forma / la gruta interior / tan bien guardada / tan esquiva”.
La segunda parte, brechtiana a su manera, nace en el “arrabal de la cordura”. Acosada por inquisidores y verdugos, una mujer escapa de la destrucción en un relato donde se condensan otras cacerías: de las brujas, los judíos, los débiles, los enfermos. Usados irónicamente, los recursos de la leyenda, el cuento maravilloso y la parábola kafkiana confluyen en una excéntrica odisea: “Hubo un día una mujer que no murió”.
Otra de mí misma
Por Cristina Piña
Ediciones en Danza
70 páginas, $ 9250