Un cordón sanitario contra el kirchnerismo
Julio de 2024. Reunión Nacional queda muy cerca de llegar al poder en Francia. Un acuerdo entre el centro y la izquierda frena su avance y bloquea la llegada del partido que Marine Le Pen heredó de su padre, Jean Marie, el dirigente que hace unos treinta años lideró el camino de la ultraderecha.
El consenso táctico de fuerzas en apariencia incompatibles para impedir el triunfo de un sector extremista ya había adquirido un nombre concreto en otras elecciones europeas: cordón sanitario. Se llama así a la operación que impide que alguien gane y deja abierta la definición de otro ganador, aceptado como la continuidad del sistema.
En las últimas semanas, la dimensión de la crisis argentina y, en especial, la posibilidad de que un nuevo desbarranque ponga al kirchnerismo como única opción de poder, obligó a recurrir al ejemplo francés.
Diplomáticos de al menos dos países europeos hicieron notar el valor de ese modelo entre dirigentes que militan en el incierto y quebradizo espacio que va del oficialismo libertario al kirchnerismo de Cristina y su emancipado hijo político, el gobernador Axel Kicillof.
Un matiz para nada menor fue incorporado cuando el caso francés fue expuesto a modo de sugerencia ante dirigentes que no adhieren a Milei ni al kirchnerismo. Políticos, y también empresas con inversiones en la Argentina, remarcan que lo importante es que el sistema político se reorganice a partir de un consenso mayoritario que impida el regreso del populismo de izquierda.
No es Milei el problema para ese sector, en tanto el presidente libertario terminó siendo una necesidad para hacer un ajuste rotundo que el resto del no peronismo no supo ni quiso hacer. Milei vive recelando desestabilizaciones que en muchos casos son muestras de independencia respecto de sus posiciones más recalcitrantes.
Las dudas políticas y económicas se reabrieron una vez que los argentinos convirtieron a Milei en un mortal más y dejaron de ver su aura de autoatribuida infalibilidad
El temor principal para quienes miran de afuera al país, pero tienen intereses concretos en él es el regreso a una posición extrema inversa. Vale el antecedente, los potenciales inversores en los años de Mauricio Macri acertaron en no apostar por un cambio definitivo del país y al final encontraron que el kirchnerismo volvía con su capacidad destructiva de riqueza intacta. Los representantes políticos de esos mismos sectores dicen ahora que la historia no debe repetirse. En otras palabras, explican, no alcanza con Milei; su alternativa no puede ser una regresión al populismo kirchnerista.
Ese dibujo en el aire siempre enrarecido de la Argentina se traduce en cómo dejar afuera de un ballotage al peronismo kirchnerista y acotar la disputa final por la presidencia en 2027 al oficialismo libertario frente a una todavía inexistente frente electoral de dirigentes que mantengan la idea de un camino al capitalismo y una reafirmación de las formas republicanas.
Los primeros meses de 2025 de Javier Milei en la presidencia hicieron crecer en el círculo rojo de la política y los negocios el temor de un fracaso. Esa posibilidad estaba oculta hasta fines del año pasado y en esa situación, con una baja sostenida de la inflación y el despunte del crecimiento, el Presidente arrancó con todo el viento a favor los meses previos a su primer examen electoral.
Milei tiene, sin embargo, una ventaja importante si él y su equipo superan con la ayuda del Fondo las dudas en el plan económico; esa ventaja es la fragmentación del viejo sistema político, del kirchnerismo al macrismo
Milei no perdió la posibilidad de ganar las próximas elecciones de octubre. Al contrario, sigue siendo el líder de la fuerza con más posibilidades de sumar diputados y senadores como para garantizar la vigencia de decretos de necesidad y urgencia tanto como vetos a leyes inconvenientes.
Las dudas se abrieron una vez que los argentinos convirtieron a Milei en un mortal más y dejaron de ver su aura de autoatribuida infalibilidad. Sigue siendo un presidente con una elevada aceptación, pero ya no tiene la misma aprobación que la cantidad de votos que sacó en la segunda vuelta electoral de 2023.
Para garantizar el triunfo que se espera en octubre tiene que cortar la serie de errores no forzados que arrancó con el discurso de Davos. Fue por lo menos desubicado hablar contra el wokismo en un significativo foro de inversores que esperaba escuchar los logros económicos de su primer año de gestión.
Insistir hasta una derrota innecesaria con el pliego de Ariel Lijo para la Corte abrió dudas sobre la calidad institucional que Milei cree que necesita para respaldar las rotundas reformas económicas que ejecuta.
Los insultos y agravios al voleo empiezan a dejar secuelas y tienen un costo. Ese universo de desprecios guarda sus respuestas para cuando vengan tiempos adversos. Insistir con esa metodología no es lo más recomendable ante situaciones complejas como las que tiene ahora Milei, en las horas previas al cierre del acuerdo con el Fondo Monetario en medio de un mundo sacudido por los golpes arancelarios de Donald Trump.
Con una ventaja considerable, el principal problema de Milei del último mes es la muestra de desconfianza que recibió de una parte del mercado que puso en tensión la cotización del dólar. No ayudaron las respuestas insuficientes del ministro Luis Caputo hasta llegar al ansiado desembolso del FMI.
Es la confianza en el plan contra la inflación la que entró en cuestión al final de un año en el que una porción claramente mayoritaria de la ciudadanía acompañó con su esfuerzo y su bolsillo la forzosa readecuación de las cuentas públicas.
Milei tiene, sin embargo, una ventaja importante si él y su equipo superan con la ayuda del Fondo las dudas en el plan económico. Esa ventaja es la nueva etapa de fragmentación que tiene el resto del sistema político, bien a contramano de la supuesta necesidad de empezar su reagrupamiento.
Tal vez la precipitada elección porteña deje en evidencia el alto costo de la dispersión total de Juntos por el Cambio, la división de pedazos del peronismo y hasta la oferta libertaria ofrecida en una canasta oficial y otra alternativa.
El temor que habilitó la idea del cordón sanitario contra el kirchnerismo no contabiliza la intensidad destructiva que puede tener la pelea en la provincia de Buenos Aires entre Cristina y Kicillof.
Ese final es una de las grandes incógnitas del año. Puede terminar en una división profunda del peronismo o empezar un proceso de reunificación a partir de una nueva jefatura. Vuela la incierta moneda del destino.
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