Nick Cave. Así es el libro que revela las historias y secretos de las magnéticas canciones del músico
En coincidencia con su nuevo disco, llega también Más extraño que la bondad, cuaderno de bitácora visual en que el artista australiano revela su proceso creativo
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Se dice de algo extraordinario, o que merece estar en un museo por su relevancia cultural, que es “una pieza de colección”. Más extraño que la bondad, de Nick Cave (1957), lo es por al menos dos motivos. Primero, porque su origen proviene de la mayor muestra retrospectiva del músico: Stranger Than Kindness: The Nick Cave Exhibition, que tuvo lugar en la Biblioteca Real Danesa de Copenhague a finales de 2020. Y, al mismo tiempo, porque su contenido forma parte de la colección privada de Cave, compuesta por más de 300 objetos personales: cuadernos, dibujos, manuscritos, fotos, objetos y cartas desde su juventud en Wangaratta, Australia.
"Para Cave, el poder no está en las canciones en sí, que pueden reproducirse infinitamente, sino en el proceso creativo que las originó"
Nick Cave es uno de los músicos más sofisticados, intensos y magnéticos de los últimos treinta años. Su carrera va desde el primitivismo punk a un estilo neonoir que fusiona experimentación, delta blues, rock and roll con ritmo envidiable, arreglos orquestales, minimalismo y coros gospel. “Este es el material”, dice Cave al inicio del libro, “que vive en el intrincado mundo que se construye en torno a las canciones, y que las canciones habitan. Es el material del cual se alimenta la obra oficial”.
Hay músicos que escribieron libros buenos o muy buenos sobre su obra, como Patti Smith, David Byrne y Ray Davies. Pero otros, como Bob Dylan con Crónicas y Caetano Veloso con Verdad tropical, escribieron autobiografías extraordinarias. El libro de y sobre Cave se suma a esta lista, compuesto en parte por ensayos, borradores de letras y objetos que revelan el secreto de su proceso creativo.
Desde la introducción de su libro, Cave reinterpreta sin decirlo, la idea de Walter Benjamin sobre “El arte en la era de la reproductibilidad técnica”. Así, según él, el valor único (o “aura”) no está en las canciones en sí, que pueden reproducirse infinitamente, sino en el proceso creativo que las originó. Esto incluye dibujos, mapas, listas, fotos, collages y borradores que dieron vida a los temas. “Esta es la receta detrás de mis canciones”, explica. “No son obras de arte, sino una estructura alucinada, tangencial y compulsiva que da vida a las canciones”. Y agrega, generoso: “Estos objetos y obras pertenecen al artista, mientras que las canciones son de los fans, quienes las hacen suyas. Son sus protectores”.
Hay una serie de textos de Cave, como breves misivas, donde lo trascendental se entrelaza con la vida cotidiana y la mitología griega. Y el músico le habla al lector como si le cantara, literalmente, en textos escritos en segunda persona. Estos remiten a la hermosa “Fireflies” del álbum Ghosteen (“Somos luciérnagas atrapadas por un niño en un frasco”).
"‘La relación entre lo humano y lo divino, en Cave, es densa y complicada’, concluye un ensayo incluido en el libro"
Fotos reveladoras muestran la belleza de su padre Colin Cave, un intelectual que le leía la novela Lolita cuando Nick tenía solo diez años. “Me di cuenta”, relata el músico, “por la manera en que aquello lo empoderaba, que sentía que me estaba transmitiendo un sentimiento prohibido. Fue una experiencia instructiva y también el momento más íntimo que viví con mi padre”. Su madre, música amateur, también influyó en su magnetismo artístico.
Al igual que la saga de Antoine Doinel del cineasta François Truffaut, el lector ve crecer a Nick Cave desde sus inicios con The Boys Next Door, luego Birthday Party y más tarde los Bad Seeds, hasta sus listas personales. Cosas que detesta y cosas que desea: un diccionario decente, libros de mitología griega, de Ezra Pound, Schopenhauer, Beckett, un par de botas, un traje negro. Cave tiene para entonces veintitrés años.
El ensayo de Darcey Steinke incluido en el libro, “Dios está en la casa”, es imperdible. La novelista analiza los personajes y narradores de las canciones, trazando un paralelo con los de la literatura del siglo XX. “La relación entre lo humano y lo divino, en Cave, es densa y complicada”, concluye.
El ensayo explora la relación entre las letras y la teología, contrastando el Dios condenador del Antiguo Testamento con el Nuevo Testamento, marcado por matices y rabia nihilista. La “teología Cave” se resume en la frase de Flannery O’Connor: “No te conozco, Dios, porque yo estoy en el medio; por favor, ayúdame a hacerme a un lado”. Esta idea recuerda a Rilke, presente en los ángeles de Las alas del deseo de Wim Wenders, donde actuaba un joven Cave: “Temo que si me quitan mis demonios, se puedan morir mis ángeles”.
Más extraño que la bondad es más que la creación de una canción: es el aura de un artista que no transige ni con el dolor ni con el amor
En la obra de Cave –sus canciones están reunidas en Letras. Obra lírica completa 1978-2019–, los personajes más dañados son los más fascinantes. Un asesino en el corredor de la muerte (“Mercy Seat”), el cliente de una prostituta (“Jubilee Street”), un hombre que asesinó a su familia (“Song of Joy”). “Los personajes de Cave, como los de William Faulkner, solo tienen voz cuando ya están muertos”, como en Murder Ballads o Ghosteen.
Cave, chamán y hechicero. Las casi 300 páginas de Más extraño que la bondad, como sus canciones, excitan y agitan. Cerca del final, un poema en prosa extraordinario sobre el momento en que conoció a su esposa se vuelve un torbellino de imágenes sensuales que describen el big bang del enamoramiento.
El libro es un work in progress, desde los cuadernos que manda fabricar especialmente para él en Australia (donde pega los primeros bocetos de sus letras escritas a máquina para luego ir tachando hasta llegar a la versión final) hasta los diseños preliminares de las tapas de discos como Let Love In.
Cave no oculta nada, como muestra en su web The Red Hand Files, donde, sin moderadores, se sienta a leer y, sobre todo, a responder las preguntas de sus fans. También Más extraño que la bondad lo muestra todo, con palabras e imágenes.
Cuando le preguntan en su web, de manera delicada, sobre la muerte de sus seres queridos, Cave (que perdió a dos hijos) responde, freudiano y sísifico, sobre la tarea de cargar la roca de los afectos sobre la piel y hasta la cima, una y otra vez. Como un “dios salvaje”, tal como se titula su nuevo álbum: “Me parece a mí, que si amamos, penamos. Ese es el trato. Ese es el pacto del duelo y del amor. Y el dolor, como el amor, no es negociable”.
Al final, lo que Cave revela en las páginas de Más extraño que la bondad es más que la creación de una canción: es el aura de un artista que no transige ni con el dolor ni con el amor. Todo lo que toca, lo transforma en algo brillante y sombrío.
Más extraño que la bondad
Por Nick Cave
Sexto Piso. Trad.: Mariano Peyrou
272 páginas, $ 62.300
Letras. Obra lírica completa 1978-2019
Por Nick Cave
Libros del Kultrum
464 páginas, $ 33.700