Moisés Naím: “La Argentina tiene una propensión muy fuerte a la necrofilia política”
El ensayista venezolano, que en el reciente La revancha de los poderosos radiografía las nuevas autocracias, afirma que nuestro país recae una y otra vez en ideas perimidas que solo traen miseria y corrupción
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Las democracias del mundo están bajo asedio. No se enfrentan ya a golpes de Estado ni asonadas militares, sino a nueva forma de poder político, un enemigo acechante y peligroso, difícil de identificar, que se vale de estrategias diferentes y otras reglas de juego. Asume en elecciones democráticas y mantiene la escenografía republicana, pero socava el sistema desde adentro, sigilosamente, desmontando frenos y contrapesos, y desmantelando los controles establecidos en las sociedades libres. A los ejecutores de esta faena, el analista Moisés Naím los denomina “autócratas 3P”: combinan posverdad, polarización y populismo. El desencanto, las frustraciones, el deterioro de las condiciones de vida y la percepción de nuevas y viejas formas de amenaza se convierten en el coto de caza perfecto para los aspirantes a autócratas que identifican “culpables” y prometen soluciones fáciles.
Ese liderazgo autocrático, asegura Naím en su reciente libro, La revancha de los poderosos (Debate), no se identifica con una ideología en particular sino con una estrategia de concentración y sostenimiento del poder que hoy amenaza a países pobres y ricos de todas las latitudes. “Los golpes de Estado del siglo XX eran un evento y ocurrían en un determinado momento. Ahora es un proceso gradual que puede tomar meses o años, pero en el que poco a poco se van minando los pesos y contrapesos de la democracia. Esto llega disfrazado”, sostiene Naím, miembro del Carnegie Endowment for International Peace, exdirector de la revista Foreign Policy y autor de diversos best sellers traducidos a varias lenguas. “Los nuevos regímenes autocráticos no derrocan a un régimen democrático por la fuerza, sino que fingen ser democracias”, agrega sobre esta versión “revanchista”.
Porque, si en El fin del poder, su libro anterior, Naím analizaba las fuerzas centrífugas que debilitaban y fragmentaban el poder de las instituciones, ahora, con La revancha de los poderosos, se encarga de escudriñar a las fuerzas centrípetas que lo concentran. Ambos fenómenos conviven y chocan en procesos con finales dispares que degeneran en antipolítica o en Estados mafiosos.
Mientras los ojos del mundo se posan hoy en la guerra desatada por Rusia y la resistencia de los ucranianos, Naím ensaya un pronóstico. “Putin les tiene más miedo a los rusos que tomaron plazas y calles que a los demócratas que están tratando de defender a Ucrania de la invasión. Vamos a ver una Rusia pobre y represora, aislada del mundo y con Putin reprimiendo ferozmente a quienes se atreven a salir a la calle a exigir libertad”.
Nacido en Venezuela, Naím se desempeñó como ministro de Fomento durante la presidencia de Carlos Andrés Pérez, fue director ejecutivo del Banco Mundial y desde hace años reside en Washington.
–En su libro usted sostiene que la posverdad, la polarización y el populismo definen a “los autócratas 3P”. ¿Cómo interactúan y se potencian estos fenómenos?
–Las tres han existido siempre. La posverdad se solía llamar propaganda. Hitler tuvo un Ministerio de la Propaganda a cargo de Goebbels y China tiene, hoy, un Ministerio de la Propaganda. Pero la posverdad va más allá: es negar que algo ocurrió. Por ejemplo, los esfuerzos de Donald Trump para que sus seguidores nieguen que él perdió la elección es posverdad. Putin también utiliza la posverdad cuando les dice a los rusos que no está invadiendo a Ucrania sino que se trata de “maniobras militares especiales”. La posverdad se ha potenciado, ampliado y magnificado gracias a las redes sociales y a Internet, y a la disposición de muchos a usarla. Una vez que tienes la posverdad y las capacidades que te dan las plataformas de las redes sociales, apelas a la polarización, que es la fragmentación de la sociedad, donde la gente no tiene ni siquiera tolerancia para pensar que un compatriota tiene derecho a tener voz y presencia pública. Eso nos lleva al populismo.
–Entonces, la posverdad no es lo mismo que la mentira; no solo varía en su escala sino también en su naturaleza.
–Eso es muy importante. No estamos hablando de si es mentira, estamos hablando de crear un ambiente donde todo es relativo, donde no hay verdades absolutas, donde se debaten cuestiones que son obvias y no son debatibles. Hay un rechazo de la complejidad, del matiz y de la razón. Eso forma parte de la confusión que se crea y que ayuda a la división de la sociedad; y los líderes 3P se nutren de esa fragmentación social.
"Es necesario advertir que existe una amenaza a la libertad. Vemos a las instituciones de la democracia convertidas en un simple decorado”"
–En esa maraña de mentiras y medias verdades utilizadas aviesamente, ¿no es más necesaria que nunca la existencia de “guardianes de la información”?
–Sí, es necesario tener sherpas de la información que nos vayan guiando por caminos más seguros. Aun en este escenario de fake news, agentes de desinformación y manipulación de la información, soy optimista. Hay una convergencia de nuevas tecnologías que vienen en camino con cambios culturales, políticos y en la legislación. No va a desaparecer la información masivamente distorsionada y manipulada, pero sí puede disminuir de manera significativa: hay tecnologías y periodistas que nos van a ayudar en eso. Viene una campaña de protección al consumidor digital. Con la industrialización apareció la necesidad de proteger a los consumidores, pero no ha habido ninguna protección de los usuarios digitales, de los consumidores de productos digitales. Estamos desnudos ante lo que nos ofrecen los dueños de las plataformas y somos todos muy ingenuos digitales. ¿Quién de nosotros no ha reenviado un mensaje que está alineado a nuestros sentimientos, intereses o simpatías para luego descubrir que había sido una manipulación o una tergiversación o que no podía ser verificado? Todos hemos pecado de ingenuos en el manejo de nuestras relaciones con las redes sociales.
–¿Cuáles son los antídotos, los anticuerpos que podría generar una democracia para preservarse de los autócratas 3P?
–No hay inmunización posible, porque una de las cosas que está sucediendo es el ataque a la democracia desde adentro: líderes que son elegidos por vías democráticas, que llegan al poder e inmediatamente empiezan a neutralizar o eliminar los contrapesos y los controles que impiden la concentración de poder. Lo hacen sigilosamente y nadie advierte que acaban de pasar una ley o una ordenanza que al final tiene consecuencias inmensas sobre el poder que tienen ellos. Es tan sigilosa la toma de la democracia desde adentro que es difícil que la advierta la gente que está ocupada ganándose la vida, criando a sus hijos y sobreviviendo. No tienen tiempo para estar investigando las malas conductas, los abusos y las fechorías de quienes están en el poder. Si el libro tiene algún propósito, es dar una alerta de que esto está ocurriendo. Para resolver este problema lo primero que tienes que hacer es reconocer su existencia, advertir que hay una amenaza al futuro de la libertad, que es importante enfrentarla y que no se enfrenta con una sola cosa sino con muchas al mismo tiempo y de manera sostenible. Aun así, no es posible erradicarlo por completo y siempre va a haber resabios de eso.
"Si Trump es reelecto en las próximas elecciones, la democracia de Estados Unidos va a estar en peligro"
–Vayamos a un ejemplo concreto.
–Cuando hay elecciones, ya no hay que pensar en términos de que hay un candidato A con determinados valores, virtudes y defectos contra un candidato B que tiene otros valores, virtudes y defectos, y entonces tú escoges. No, uno de esos candidatos puede ser el que en el futuro mate la democracia en el país. No se trata de Trump contra Biden y el debate de sus políticas: si Trump es reelecto en las próximas elecciones, la democracia de Estados Unidos va a estar en peligro. La toma del poder y la retención del poder ya no ocurre a través de los golpes de Estado. Ahora, en distintos países, los vemos tomando el poder de manera sigilosa y es un proceso que puede llevar meses o años; no es un evento puntual. Hay una escenografía de la democracia, pero es falsa y hay todo tipo de trampas: Cortes Supremas tomadas por los simpatizantes del régimen, Parlamentos que no le niegan nada al líder, periódicos, cadenas de radio y televisión que son propiedad de los amigos del régimen, que financiaron su compra. Son las instituciones de la democracia transformadas en simples escenografías. Otro indicador son las campañas contra enemigos disfrazadas de campañas anticorrupción; pero quienes van presos son los críticos del régimen, los disidentes. Esto pasa en culturas y países tan diferentes como Turquía, Italia, Estados Unidos, en México también. Pasa en la Argentina y resulta que pasa también en Filipinas, por poner solo algunos ejemplos.
–Uno podría decir que nunca han durado tanto las democracias pero, al mismo tiempo, se han acumulado frustraciones recurrentes y desencanto. Ese parece ser el terreno fértil para el clima antipolítico que atraviesa tantos países.
–Absolutamente. El mantra de la antipolítica es el famoso “que se vayan todos”. Es la demonización del pasado: la denuncia de todos los que tuvieron algo que ver con el poder pasado en el sector público, en el gobierno, en la política, en el sector privado, en los medios, etcétera, y no importa lo que venga, no puede ser peor de lo que hay. Uno escucha decir “son todos ladrones, corruptos, están ahí solamente para abusar, para ayudar a sus familias”. La antipolítica es eso y esta idea se ha hecho global. Una vez que no crees en nada, aparece el líder que te dice “no te preocupes, yo me encargo”. Esos líderes que dicen ir por los políticos corruptos van después por las instituciones; van por todo. Uno de los problemas que tenemos con la antipolítica es que se nutre de las personas desengañadas, que tuvieron grandes esperanzas y que se habían imaginado su vida de cierta manera, y después pasaron por todos los cataclismos.
–Es lo que usted llama disonancia cognitiva de estatus.
–Sí, es la frustración acumulada de la persona que cree que algo le impide progresar y se ve a sí misma en un escalón más bajo del que esperaba ocupar en la sociedad. Es la sensación de estar cada vez más lejos del lugar en el que crees que deberías estar. Esa disonancia de estatus ha generado apoyos de personas muy diferentes entre sí a autócratas y aspirantes a autócratas en contextos muy distintos.
–La narrativa antipolítica parece ser más atractiva que la democrática, que no ofrece épica ni mística. ¿Cómo reconquistamos y nos volvemos a enamorar de la democracia?
–Mejorándola, curándola, haciendo que responda a las necesidades del siglo XXI y que esté alineada a los nuevos problemas cotidianos. Que la libertad y la democracia no sean una abstracción, sino que realmente tenga propuestas concretas, legítimas y verificables para solucionar los problemas cotidianos de la gente. Los problemas de la democracia tienen que ver con un déficit democrático y se solucionan con más democracia.
–Las democracias tienen en su inventario muchas promesas incumplidas, pero las autocracias también. Sin embargo, algunos regímenes autocráticos sobreviven por años. ¿Por qué?
–Casi siempre tienen fuerzas armadas y fuerzas pretorianas que pueden asesinar a sus compatriotas con tal de salvaguardar el régimen de turno. Yo creo que esto lo veremos de manera dramática y horrible con lo que va a pasar en Rusia. Es muy temprano para tener un pronóstico, pero, aunque sea incómodo pronosticarlo, creo que en los próximos cinco años Rusia se va a haber empobrecido notablemente. Rusia va a ser más pobre de lo que es, y con ella todos los rusos. Y también estoy convencido de que Putin les tiene más miedo a los rusos que tomaron plazas y calles que a los demócratas que están tratando de defender a Ucrania de la invasión. Putin va a reaccionar como reaccionó en otras partes, y lo está haciendo, que es dándole muy fuerte a la sociedad civil. Entonces vamos a ver una Rusia pobre y represora, aislada del mundo y con Putin reprimiendo ferozmente a quienes se atreven a salir a la calle a exigir libertad.
"La versión política de la necrofilia es la atracción por las malas ideas, ideas que han sido probadas una y otra vez y siempre terminan en sangre, sudor y lágrimas, miseria y corrupción"
–En su libro hay algunas líneas dedicadas a nuestro país. Dice: “La Argentina siempre ha fascinado a los historiadores del desarrollo económico por su extraordinaria involución distópica”. ¿A qué se refiere exactamente?
–Eso tiene que ver con un concepto que se llama necrofilia política. La necrofilia es una perversión que sufren algunos seres humanos, que es una atracción por los cadáveres. La versión política de la necrofilia es la atracción por las malas ideas, ideas que han sido probadas una y otra vez y siempre terminan en sangre, sudor y lágrimas, miseria y corrupción. Son las ideas que en otros países han sido probadas en diferentes momentos o en otras partes del mundo y, se sabe, terminan mal. Nunca funcionan y, sin embargo, son seductoras, prometen lo que probablemente nunca se va a cumplir, pero suenan muy bien porque tocan las necesidades y esperanzas de la gente. La Argentina tiene una propensión muy fuerte a la necrofilia política. En estos días, con la renegociación con el Fondo Monetario Internacional, la prensa argentina era una feria de necrofilia.
UNO DE LOS COLUMNISTAS MÁS CELEBRADOS
PERFIL: Moisés Naim
Nacido en Trípoli, Libia, en 1952, Moisés Naím es un escritor y columnista venezolano. Es distinguished fellow del Carnagie Endowment for International Peace, un think tank con sede en Washington. Publica artículos sobre temas de actualidad internacional en diarios de todo el mundo y es uno de los columnistas más leídos en español.
Estudió en Caracas e hizo un doctorado en el MIT de Boston. Dirigió la revista Foreign Policy y en 2011 obtuvo el premio Ortega y Gasset por su trayectoria.
Antes de dedicarse el periodismo, fue académico, ministro de Fomento de Venezuela y director ejecutivo del Banco Mundial.
Ha escrito más de diez libros, varios convertidos en best sellers y traducidos a decenas de idiomas. En 2019 publicó su primera novela, Dos espías en Caracas. Y acaba de publicar La revancha de los poderosos.