Milei y el riesgo de parecerse a lo que combate
El otoño avisa que el nuevo gobierno empieza a acumular historia. La novedad ya no está en los discursos del Presidente y su huella es la consecuencia de sus hechos.
La foto que retrata el comienzo de una nueva etapa deja ver la versión inicial de la presidencia de Javier Milei y permite presumir posibilidades y límites. Drástico, intenso, extremo, corto de equipo, largo de voluntarismo, sin interés para hacer nuevos amigos, novato y peleador.
A esas características del recién llegado, se adapta el sistema político e institucional. Apenas cuatro meses después del arranque de la presidencia de Javier Milei, la Corte Suprema difundió el martes sus primeras acordadas relacionadas a la decisión de dictar un kilométrico decreto de necesidad y urgencia (DNU). Una semana antes, el presidente del tribunal, Horacio Rosatti, había dicho que la Justicia se proponía dar “plazos razonables” para que el poder político resolviera problemas sin llegar a Tribunales).
"La revolución libertaria no incluye como valor prioritario una Justicia independiente, sino la continuidad de la vieja manía argentina de domesticar a los jueces como garantía de impunidad"
El par de decisiones firmadas por unanimidad quebraron el prejuicio oficialista de que la Corte está dispuesta a desbaratar con sus fallos las medidas del Gobierno. Esa creencia es la que disparó la decisión de postular al juez Ariel Lijo, conocido por la desconfianza que despiertan sus antecedentes, pero también por el apoyo variopinto que recoge en diversos sectores políticos, del kirchnerismo al PRO, dirigentes del radicalismo incluidos. Poner jueces a los que se presume propios en la Corte no parece una idea original.
Dato uno: la revolución libertaria no incluye como valor prioritario una Justicia independiente, sino la continuidad de la vieja manía argentina de domesticar a los jueces como garantía de impunidad.
Actor político grupal con cintura y experiencia, los miembros de la Corte no resolvieron el fondo del DNU, están pendientes decenas de planteos de varias provincias, mientras demandas de lo más diversas sobre temas previsionales y leyes laborales escalan desde los tribunales inferiores hasta la última instancia. Esto recién empieza para los pacientes tiempos judiciales.
Más terrenal, pero para nada novedoso, vuelve a aparecer una familia al mando del gobierno. Primero fue Perón con sus esposas, Eva Duarte y luego María Estela Martínez. Lo siguió Carlos Menem, que puso en la línea de sucesión a su hermano Eduardo durante seis de sus diez años de presidente. Fernando de la Rúa se aseguró la cercanía de su hijo Antonio y su “grupo sushi”, mientras su sucesor, Eduardo Duhalde, le daba juego a su esposa, Hilda “Chiche” González, la jefa de las manzaneras.
"Javier Milei continúa esta tradición familiera con tantos y tan cercanos antecedentes en el ejercicio del poder"
La muerte de Néstor Kirchner interrumpió la secuencia de reemplazos sucesivos que imaginaban con Cristina y abrió cauce a que Máximo apareciera al mando de La Cámpora, que ocupó y todavía ocupa en esta era libertaria espacios importantes de poder y empleos públicos.
Dato dos: Javier Milei continúa esta tradición familiera con tantos y tan cercanos antecedentes en el ejercicio del poder. El Presidente ya dejó claro que su hermana es la que toma las decisiones operativas de todo el gobierno, lo que incluye definir nombramientos clave tales como candidatos a la Corte, funcionarios de inteligencia y jefes militares.
Karina Milei –”el jefe”, según la presenta el Presidente– es la única persona que puede domesticar las iras del presidente y cambiar sus decisiones. Empezó por extender su influencia a todas las áreas del gobierno desde un puesto, la secretaría general, que había perdido relevancia desde la creación de la Jefatura de Gabinete con la reforma constitucional de 1994.
"Ser libertario no incluye respetar al periodismo; tiene a considerarlo un estorbo y solo acepta a periodistas que sean incondicionales, es decir que nieguen su condición de tales"
Tampoco es novedad que la integración de los gobiernos nacionales se hace cada vez más dificultosa por la carencia de cuadros políticos experimentados en largas trayectorias. Aquello desapareció en el siglo pasado, con el hundimiento de partidos llenos de dirigentes. Solo para citar el caso más reciente, hasta el mismo peronismo dejó ver en sus últimos mandatos que no tiene gente capacitada para la gestión eficiente del gobierno.
Era previsible. Los libertarios se armaron desde la nada, a partir del descomunal arrastre de Milei originado en las redes sociales y en los paneles televisivos.
Dato tres: el más obvio. Aunque el organigrama estatal esté todavía en proceso de fuertes y necesarios recortes, la carencia de gente propia y el desinterés por abrir la puerta a sociedades como las que ofreció Mauricio Macri hacen que La Libertad Avanza se esté quedando corta de funcionarios. No tiene el número suficiente y la gran mayoría de los recién llegados carece de la más mínima experiencia para moverse en la maraña burocrática del Estado.
Por otra parte, como si la campaña electoral que lo llevó al poder en tiempo récord no hubiese terminado, Milei sigue actuando con la misma impunidad verbal que lo llevó al poder. Su novedad esconde una historia que se repite en los últimos veinte años, pero que tiene antecedentes igualmente incendiarios durante la primera versión del régimen peronista, al promediar el siglo pasado.
Dato cuatro: ser libertario no incluye respetar al periodismo; tiene a considerarlo un estorbo y solo acepta a periodistas que sean incondicionales; es decir, que nieguen su condición de tales.
Todos los periodistas que vienen siendo insultados por los posteos o las declaraciones del Presidente sufrieron vejaciones similares durante el kirchnerismo. Algo viejo y repetido. Hay que asumir, sin embargo, que la venalidad también se mezcla entre los periodistas que trabajan con honestidad.
Milei pierde los estribos hasta cuando escriben o hablan de sus perros y mancha desde lo más alto del poder a quienes no aceptan celebrar sus palabras y validar en forma incondicional sus decisiones. Nada nuevo.
Un país esperanzado en que el Presidente cumpla con hechos sus promesas de transformación profunda lo acompaña con su apoyo. Tal y como sucedió en los primeros meses de Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde, Néstor y Cristina Kirchner, Macri y Alberto Fernández.
Sería una gran novedad y muy disruptivo que Milei hiciera algo de verdad nuevo en el país, algo que no hizo la mayoría de sus antecesores: gobernar bien.