Milei, del pacto al acto, del consenso a la ruptura
El coautor del último gran pacto político de la Argentina ya sonríe en el Salón de los Bustos de la Casa Rosada. Carlos Saúl Menem, reivindicado como “el mejor presidente de los últimos 40 años” por Javier Milei, pudo decir con Raúl Alfonsín que había forjado una nueva identidad institucional basada en la Constitución liberal de 1853.
Amigo de las estridencias, el Presidente presentó con el mismo nombre (“pacto”) el acuerdo que propuso firmar el 25 de Mayo en el Salón de los Pasos Perdidos de la ciudad de Córdoba, a metros de donde yacen los restos de Dalmacio Vélez Sarsfield.
"Es el Congreso la primera cabeza visible el que le está imponiendo a Milei una compleja y enrevesada negociación ahora que se venció la luna de miel con la que supuestamente cuentan todos los presidentes"
La historia recoge con el nombre de “pactos” episodios de gran importancia desde los tiempos de la trabajosa organización nacional, al extremo de que la Constitución fue dictada “en cumplimiento de tratados preexistentes”, según su propio Preámbulo.
Un poco a propósito de batallas ganadas y batallas perdidas, aquellos acuerdos entre las provincias posibilitaron sobre la base de imposiciones cruzadas el cambio para la construcción del Estado. La Ley Sáenz Peña que estableció el voto universal, secreto y obligatorio es otro pacto nunca firmado como tal, lo mismo que el llamado “consenso democrático” de 1983, puesto en valor muchos años después como el acuerdo no escrito entre los partidos para poner fin a medio siglo de golpes militares.
Con el Pacto de Olivos, Menem y Alfonsín explicitaron su acuerdo para la reforma constitucional. Cada uno consiguió lo suyo, aunque a precios diferentes. El primero obtuvo la reelección consecutiva a cambio de aceptar una serie de modificaciones planteadas por su rival y antecesor. Menem logró el 13 de noviembre de 1993 la posibilidad de volver a presentarse en 1995. El líder del radicalismo, en cambio, vio cómo su fuerza perdía parte de sus votantes por pactar con el peronismo.
"Para el peronismo gobernado directa o indirectamente por Cristina ha llegado el momento de ir por Milei. ¿Está solo?"
Milei es producto de una Constitución reformada por su presidente más admirado y por su presidente más despreciado, además de los cambios en el sistema electoral que introdujeron los Kirchner con las elecciones primarias. También es prisionero de ese sistema. Al libertario lo votaron presidente luego de que hubiese sido elegido un Congreso superpoblado por la “casta”, que él luego derrotó en la segunda vuelta.
Es precisamente ese Parlamento el que le está imponiendo una compleja y enrevesada negociación ahora que se venció la luna de miel con la que supuestamente cuentan todos los presidentes.
Porque es nuevo y quieren sacarlo del medio con la excusa de que sus medidas de ajuste son muy duras, es que el peronismo se ha lanzado en el último mes a un operativo para acelerar la desestabilización del gobierno de Milei. ¿Está solo?
La CGT despertó de su sueño de cuatro años y ya le hizo dos paros generales, mientras promete una tercera huelga. En el kirchnerismo se acelera una batalla interna con la perspectiva de que, si en el tumulto logran quebrar a Milei, debe aparecer como nuevo jefe el gobernador Axel Kicillof o reafirmarse la conducción de Cristina Kirchner.
Esa pelea por primera vez incluye la posibilidad de que en las mismas filas del sector que hegemoniza al peronismo desde hace 21 años se discuta si la expresidenta debe pasar a un segundo plano, privándose de dejar el mando como herencia a su hijo Máximo.
El propósito general no se mueve. Para el peronismo gobernado directa o indirectamente por Cristina ha llegado el momento de ir por Milei. En el Instituto Patria empezaron a explotar alguna que otra señal de cansancio social por el esfuerzo que supone el ajuste que aplica el presidente libertario para bajar la inflación.
Y algo más, tal vez más importante. El peronismo empezó a especular con el papel de la oposición que dice estar dispuesta a colaborar con el oficialismo.
En los planteos diversos y contrapuestos que el Gobierno recibe de los bloques legislativos del radicalismo, el PRO y el variopinto Hacemos Coalición Federal, el peronismo cree entrever una enorme oportunidad para bloquear el funcionamiento del Congreso. De hecho, más de cinco meses después de asumir, Milei no logró todavía ninguna ley. La Ley Bases y el anzuelo para votarla, la ley impositiva, pasó por Diputados, pero al cierre de esta columna seguía trabada en el Senado.
"El Presidente hizo trascender que está dispuesto a convertir el Pacto de Mayo en un acto en solitario para jugar el juego que más le gusta: él contra el resto"
Luego de fracasar en enero y febrero con la primera Ley Bases y de varias andanadas de agravios contra el Congreso, el 1° de marzo Milei fijó una hoja de ruta que está cerca de quemarse. Esa norma fundamental, dijo entonces, sería el paso necesario para la firma del Pacto de Mayo, un pacto de medidas que encaminen al país hacia el rigor fiscal y que recuerdan la condición capitalista y liberal ya establecida en 1853, empezando por el respeto a la propiedad privada.
Milei imaginó ese acto en Córdoba como una señal de respaldo de gran parte del sistema político a sus drásticas iniciativas. La trabazón en el Congreso nubla esa posibilidad y la condiciona. Como respuesta, el Presidente hizo trascender que está dispuesto a convertir el pacto en un acto en solitario para jugar el juego que más le gusta: él contra el resto.
El olfato del kirchnerismo tal vez haya detectado que varios de quienes dijeron estar dispuestos a posar con Milei en una foto cordobesa podrían intentar una paulatina diferenciación del Presidente antes que un acto de sumisión como el que éste aguarda. Una parte del empresariado opera con fuerza en contra del régimen de grandes inversiones (Rigi) incluido en la ley bases, con la hipótesis cierta de que quedarán desprotegidos luego de años de amparo estatal varios sectores productivos.
Como suele ser habitual, todo ocurrirá, si ocurre, entre apuros y sorpresas de último momento.