Máximo festeja la ayuda de China, pero debería cuidarse de ella
El kirchnerismo llevó a la Argentina a profundizar su dependencia del gigante asiático a niveles inéditos
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Máximo Kirchner hizo en China declaraciones celebratorias. En su primer viaje al exterior en los últimos 22 años, el diputado festejó la “ayuda sin ejercer ningún tipo de presión” a la Argentina que atribuyó al régimen comunista, mientras recorría la universidad de Fudan, en Shanghai.
El kirchnerismo llevó a la Argentina a profundizar su dependencia con China a niveles inéditos, aumentó el endeudamiento con préstamos que aparecen rodeados de opacidad, permitió que compañías chinas controlen gran parte de la producción primaria, con avances significativos en el litio, mantiene un comercio deficitario y entregó una base espacial en Neuquén que opera prácticamente sin control. Mientras la mala política económica destruyó las finanzas argentinas, los gobiernos se abrazaron a las herramientas financieras que ofrece China para extender su influencia en la región. El resultado muestra un avance exitoso para los objetivos de Pekín, con un control cada vez más extenso de las cadenas de producción de las materias primas que busca extraer de América Latina y expansión en las áreas tecnológicas. Pero del otro lado, la Argentina exhibe una dependencia financiera cada vez mayor con China, sin lograr escapar a su carácter de exportador primario y con saldo comercial negativo. Los motivos de celebración son dudosos, al extremo de chocar de frente con la realidad.
"No hubo referencias de Máximo Kirchner a la represión del régimen en Fudan, donde el gobierno de Xi Jinping extiende cada vez más su influencia"
Máximo Kirchner lanzó sus elogios a China tras su visita a la universidad Fudan, que en 2004 entregó al entonces presidente Néstor Kirchner el título de doctor honoris causa. La universidad de Fudan fue escenario, durante los últimos años, de protestas de estudiantes chinos ante el aumento de los sistemas de vigilancia y encierro. Uno de los últimos choques, en abril del año pasado, terminó con el envío de la policía antidisturbios y detenciones de estudiantes, según reportó University World News. Cuatro años atrás, los alumnos habían repudiado los cambios en el reglamento de la universidad con avances del gobierno y limitaciones a la libertad de pensamiento. El video de la manifestación en la cafetería de la universidad circuló durante unas horas por internet hasta que fue censurado.
No hubo referencias de Máximo Kirchner a la represión del régimen en Fudan, donde el gobierno de Xi Jinping extiende cada vez más su influencia. Es posible que lo ignorara. En cambio, el presidente del PJ bonaerense destacó en la universidad que “es admirable lo que hizo China en materia de educación y cómo incorpora cada vez más jóvenes al sistema educativo”.
"El kirchnerismo también extendió un nuevo fenómeno: el aumento de la deuda con China"
El gobierno chino tiene un largo expediente en la represión violenta de las manifestaciones. El hito histórico más oscuro fue la Masacre de Tiananmén de 1989, cuando las fuerzas militares asesinaron a una cantidad nunca determinada de manifestantes que se expresaban en favor de la democracia. Desde entonces, las autoridades reprimieron varias demostraciones pacíficas y, según Human Rights Watch, decenas de detenidos “sufrieron desaparición forzada”.
China compra a la Argentina esencialmente materias primas, entre ellos soja, aceite de soja y carne bovina. Pero la Argentina importa alrededor de 5000 bienes de China, entre ellos automóviles, maquinaria, indumentaria y partes eléctricas. El país entrega materia primas y compra valor agregado, en un esquema completamente opuesto a la “matriz diversificada” que pregonaba Cristina Kirchner en la campaña electoral 2011 como el futuro luminoso de su modelo económico. A cambio, China impone condicionamientos a su financiamiento, como contratistas y proveedores propios. No existe transferencia tecnológica. Su característica mundial es la apropiación y la reproducción con trabajo y matrices propias.
"Para China, el financiamiento es un mecanismo de control"
El kirchnerismo también extendió un nuevo fenómeno: el aumento de la deuda con China. En una entrevista con la agencia Deutsche Welle (DW), el investigador del Conicet Eduardo Daniel Oviedo, profesor de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Rosario, advirtió que la Argentina ya no solo es el principal deudor del FMI, sino, entre otros 24 países en vías de desarrollo, uno de los más endeudados con el gigante asiático. El problema es que la oscuridad que rodea los préstamos impide cuantificarla con precisión.
Para China, el financiamiento es un mecanismo de control. El ministro Sergio Massa y el gobierno de Alberto Fernández confían en dominar y beneficiarse con el dinero del gigante. Y ocurre lo contrario. El régimen de Xi Jinping extendió en América latina su influencia en sectores estratégicos como las telecomunicaciones, la inteligencia artificial, internet y los sistemas de vigilancia. Su papel como comprador de materias primas, financista, prestamista de gobiernos y empresarios locales extiende la inclinación al silencio del oficialismo frente al régimen; por ejemplo, a las denuncias en ámbitos internacionales de la represión a los uigures en Xinjian y las protestas en Hong Kong.
Los gobiernos latinoamericanos que destruyeron sus finanzas, gastaron por encima de sus recursos y desataron procesos inflacionarios son presas ideales para las ofertas chinas de ayudar a cubrir sus déficits, un fenómeno que se extendió después del estrago de la pandemia. El embanderamiento con China tiene, a su vez, menos costo simbólico para las fuerzas enroladas en la izquierda, aunque su costo efectivo sea mayor. La dependencia económica garantiza alineamiento, como bien lo saben los gobernadores argentinos que cubren la falta de desarrollo de sus provincias con giros de la Casa Rosada. China reproduce el sistema a escala global.
La diplomacia china, que para Máximo Kirchner concede “sin presiones”, actúa con escasas declaraciones públicas y fideliza socios con acuerdos confidenciales. De ahí la extraordinaria excepción que significó la declaración, el mes pasado, del embajador chino en Francia, Lu Shaye, quien durante una entrevista con la cadena de televisión LCI aseguró que las naciones de Europa del este, como Ucrania, “no tienen estatus efectivo dentro del Derecho Internacional, porque no existe un acuerdo internacional para concretar su estatus como países soberanos”. Los hundió por debajo de los parias. En otras palabras, Lu expresó que, para el gobierno de Xi, esos países carecen de soberanía. Una honestidad pública poco común en la dirigencia china, que desató un escándalo diplomático en Europa. La misma mirada que usa Pekin para justificar el dominio de Rusia en las naciones de su alrededor la aplica a los países que conforman el área de influencia de China en el Pacífico. Son menos que países, pueden decir, pero “sin ningún tipo de presión”.