Marta Minujín en Nueva York
Apasionada y avasallante, una joven Marta Minujín (Buenos Aires, 1943) hizo pie en la ciudad estadounidense más cosmopolita a mediados de los años sesenta. Con exhaustivas investigaciones y fotografías de obras históricas, esta edición bilingüe, Marta Minujín en Nueva York, refleja las creaciones avant-garde de un período clave de la producción de la artista argentina.
Cuando El Batacazo se presentó en la galería Bianchini de Nueva York, en 1965, la exhibición apenas permaneció abierta una semana por una denuncia de la Sociedad Protectora de Animales por la muerte de algunos conejos. Tras la fugaz muestra, la artista conoció a Andy Warhol, con el que se hicieron amigos. Si bien se integró rápidamente a la vanguardia neoyorquina, el análisis de sus obras evidencia “la distancia intelectual crítica con la ciudad”, como señala Aimé Iglesias Lukin, directora de Americas Society, en un texto del libro.
Un puñado de obras alcanza para ilustrar la inigualable potencia conceptual y vital de Minujín desde la Gran Manzana hasta hoy, en la cúspide de su carrera. Conjugando teoría de los medios –su influencia fue Marshall McLuhan, a quien llegó a conocer– y tecnología, Simultaneidad en simultaneidad, por ejemplo, se adelantó con creces a la sociedad global hipermediatizada de hoy.
Con foco en la manipulación y los efectos de los medios, en Circuit Super-Heterodyne separó a los participantes en distintos grupos según algunas variables. Incluyó películas sobre medios y poder, imágenes registradas por circuito cerrado de tevé, helicópteros que transmitían imágenes en vivo, una estación de radio y un falso periódico.
Con Minuphone, una cabina telefónica similar a las de Nueva York, invitó al visitante a vivir una experiencia psicodélica con deformación de su voz, líquidos que chorreaban, niebla verde y efectos aleatorios. También con la mirada puesta en el entorno, en Minucode llevó adelante un experimento social en el que brindó cócteles para integrantes del mundo de los negocios, la política, la moda y el arte.
En el MoMA, con medio centenar de voluntarios con diseños a la Picasso, presentó en 1973 Kidnappening, un homenaje –con simulacro de secuestro incluido– al maestro malagueño. Entre el público del museo, los voluntarios “secuestraron” a quince personas (que previamente habían dado su consentimiento para sumarse a la acción).
El libro ilumina también la aguda mirada geopolítica de la artista argentina: desde la sociedad al límite de la alienación que vislumbró con sus primeros happenings, pasando, entre otras obras clave, por Comunicando con tierra hasta el pago a Warhol, con choclos, en 1985, de la deuda externa que ahoga a la Argentina. La performance quedó registrada en doce fotografías.
Marta Minujín en Nueva York
Aimé Iglesias Lukin, Ana Janevski e Inés Katzenstein
Áxp
208 págs./$5000