Manuel Puig, al alcance de nuevos lectores y a la luz de otras miradas
Con sendos prólogos de escritores hispanoamericanos, se reeditaron las ocho novelas del autor nacido en General Villegas
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Renovador de la técnica novelística, sin prejuicios a la hora de experimentar con géneros discursivos como el folletín, el chisme y el melodrama, detective de matices verbales tan singulares como atípicos en una época dominada por una narrativa “abrumadora y ásperamente masculina” (como señala el escritor español Antonio Muñoz Molina), Manuel Puig (1932-1990) recupera el centro de la escena literaria a noventa años de su nacimiento.
El autor que rebautizó su General Villegas natal en La traición de Rita Hayworth (1968), su primera novela, y que alcanzó la popularidad con Boquitas pintadas (1969), llevada al cine (su gran amor) por Leopoldo Torre Nilsson, debió huir de la Argentina perseguido por una insólita campaña de moralidad impulsada por el gobierno peronista después de la publicación de la truculenta The Buenos Aires Affair (1973). Puig continuó su obra en el exilio, primero en Ciudad de México, donde en pocos meses conoció a escritores como Elena Poniatowska y Juan Rulfo, y luego en Nueva York y Río de Janeiro, donde se ambientan sus dos últimas novelas: Sangre de amor correspondido (1982) y la magistral Cae la noche tropical (1988). Con El beso de la mujer araña (1976) había ganado fama internacional: la historia de amor entre un preso político y un gay acusado de corrupción de menores se tradujo a varios idiomas, fue adaptada al cine por Héctor Babenco y llegó a Broadway como comedia musical.
Para homenajear al más pop de los escritores argentinos, el sello español Seix Barral decidió este año reeditar las ocho novelas de Puig, con unas portadas “retrofuturistas” y prólogos de escritores hispanoamericanos, entre los que figuran los españoles Antonio Muñoz Molina y María Dueñas; la chilena Paulina Flores y Claudia Piñeiro, Tamara Tenenbaum y Camila Sosa Villada. Al mismo tiempo que sorprenden algunas ausencias en la lista de prologuistas –no fueron convocados Graciela Goldchluk (a cargo del archivo de manuscritos de Puig), Alan Pauls, Graciela Speranza, Daniel Molina, José Amícola o Daniel Link–, ciertos pasajes kitsch de los textos publicados parecen haber sido dictados por personajes de Puig. También hay confusiones, como la de Muñoz Molina al afirmar que Boquitas pintadas resultó finalista del Concurso Biblioteca Breve en 1965, cuando en verdad Puig había presentado La traición de Rita Hayworth, sobre la que Mario Vargas Llosa (integrante del jurado) sentenció que parecía escrita por Corín Tellado.
“El criterio fue recoger una amplia representación de escritores de diferentes generaciones, tradiciones y países, que permitiera reflejar que Manuel Puig es hoy un escritor universal y al que es posible abordar desde una multitud de lugares y puntos de vista –dice Jesús Rocamora Holgado, editor de Seix Barral en España–. De ahí que textos de autores consagrados como Antonio Muñoz Molina, María Dueñas o Claudia Piñeiro, fruto de la sosegada relectura de sus novelas medio siglo después de haber sido publicadas, puedan dialogar con las reflexiones de esa nueva generación de escritoras a la que pertenecen Tamara Tenenbaum y Paulina Flores, tan marcada por la hibridación, las nuevas tecnologías y la definitiva desaparición de las fronteras entre alta y baja cultura”.
Otras miradas están centradas en aspectos sociopolíticos, que Puig padeció. “Como la de Mario Mendoza, que se complementa a la perfección con las de escritores que, a través de su experiencia, han registrado recientemente la realidad LGTBI+ en sus propias obras, como Camila Sosa Villada o Bob Pop –agrega el editor–. Tienen algo en común: aceptaron al minuto, sin dudar, la invitación de participar en el proyecto como grandes amantes de la obra de Puig que son”. En las librerías argentinas ya se pueden encontrar cinco de las ocho reediciones.
Todos los prologuistas coinciden en la contemporaneidad de Puig por su estilo brillante, sus temáticas osadas, su humor y misterio. En el prólogo a The Buenos Aires Affair, el colombiano Mario Mendoza ilumina un vector algo olvidado en los rescates de la obra del escritor argentino: “La literatura de Puig nos advierte que la obediencia al establishment no es una virtud, sino muy defecto muy grave. La mansedumbre incrementa la conformidad brutal, anula la alteridad, la solidaridad, la fraternidad, es decir, los grandes valores de la modernidad”.
“Sin miedo a ser tachado de frívolo o superfluo. Con libertad y desparpajo”, Puig convirtió “la pequeña historia de unos cuantos infelices en una obra magnífica”, dice María Dueñas en el prólogo de esa fábula de amor imposible, Boquitas pintadas.