Firas Lufti, sacerdote católico en Damasco, espera que los rebeldes islamistas que derrocaron el régimen de Al- Assad promuevan una democracia en Siria
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DAMASCO
Firas Lufti es el párroco del convento de los Franciscanos de Damasco. Franciscano desde 1994, nació hace 49 años en Hama, ciudad al centro de Siria que está a mitad de camino entre Aleppo y Damasco. Como casi todos los miembros de la minoría cristiana de Siria, desde el 8 de diciembre gobernada por el grupo islamista rebelde Hayat Tahrir al-Sham (HTS) tras la caída del régimen de Bashar al-Assad, Lufti no oculta su incertidumbre por lo que vendrá.
Más allá de que hasta ahora HTS ha mostrado una cara moderada y tolerante, durante una entrevista con la nacion Lufti consideró que es crucial que la comunidad internacional esté atenta y ayude a Siria a que se pongan en acto todas las promesas de un país democrático, en el que la ley es igual para todos y donde todos son incluidos.
"‘En Siria hay muchas etnias y religiones. Necesita un gobierno que incluya a todos’, dice Lufti"
“He vivido con mucha intensidad desde este cambio de guardia que dio fin a un régimen que gobernó a Siria durante 54 años y que, como se ha visto por las imágenes filmadas de las cárceles, trataba de forma horrible no solo a los criminales, sino también a las personas que no adherían a él –dice Lufti–. Por lo tanto, es un capítulo que se cierra y estamos a la expectativa de algo nuevo y distinto. Yo hablaría de una “alegría aún no cumplida”, aunque muchos están eufóricos por la caída y la huida de Al-Assad. Otros, sin embargo, aún viven la incertidumbre del día después, tras haberse liberado de un sistema dominado por una familia, de una dictadura, de un gobierno totalitario. Por lo tanto, hay también una angustia verdadera, real. El caos que hemos vivido al principio con la ausencia de las instituciones, de las fuerzas del orden, también ha despertado miedos en la gente. Porque no olvidemos que quienes ha tomado las riendas en esta nueva era de Siria son parte de distintas milicias”.
–¿Sabe cuántos son los grupos rebeldes? ¿Seis, siete?
–Son varios y tienen distintas ideologías. Hay algunos más extremistas, otros menos fanáticos, pero todos tienen la matriz islámica. No hay laicos.
–¿Está hablando de HTS?
–Estoy hablando de la oposición armada ahora en el poder, que está formada por milicias de raíz islámica. Ningún laico tomó un fusil para combatir a Al-Assad. Los intelectuales están afuera, no forman parte del nuevo gobierno transitorio que han formado. Por lo tanto, aún estamos en manos de lo desconocido, en manos de una persona armada que dice que viene para que haya democracia, orden y respeto a las minorías, pero que tiene armas…
–¿Entonces, tiene miedo?
–La gente tiene miedo. Todavía no sabemos quiénes son y cuál es su programa político, cómo van a gobernar, con qué modalidad y con qué estilo van a llevar adelante a la sociedad siria, que es la más compleja del mundo, porque está formada por muchas etnias, culturas y confesiones. Es una sociedad multiétnica y multirreligiosa, la más antigua del mundo, muy rica culturalmente. Por eso necesita de un gobierno que incluya a todos y a cada uno de los civiles.
–Ha habido un terrible éxodo de cristianos de esta zona. ¿Cuántos son ahora?
–Antes del conflicto de 2011 los cristianos solían ser más de dos millones. Ahora, aunque no hay cifras exactas, se estiman en medio millón. Muchos murieron y muchos dejaron el país. Muchos están refugiados en el Líbano, muchos otros están desparramados en el mundo.
–¿Cuántos son en Damasco?
–En Damasco, 50.000. El resto está en Aleppo, pero también en el llamado valle de los cristianos [un valle que queda al oeste de la ciudad de Homs].
–¿Tuvieron contacto con las nuevas autoridades?
–Tuvimos un encuentro con todos los jefes de las Iglesias, obispos, arzobispos, párrocos. Fue aquí, en nuestro convento, con el representante y responsable del culto religioso, un tal Bashir. Pasamos con él unas tres horas de discusión y de encuentro.
–¿Era un laico o un miliciano?
–Estaba vestido de civil, pero decía que había combatido.
–¿Venía del norte de Siria?
–Era de Daraa, de la periferia di Damasco, pero había vivido un tiempo en Qatar y actualmente está a cargo, en este nuevo sistema, porque aún no es un gobierno, de los asuntos de culto.
–¿Y qué impresión le ha dado? ¿Qué les dijo?
–Ha hablado mucho, y hemos hablado mucho. Todos los jefes de las iglesias hicieron muchas preguntas en torno a las garantías, la seguridad y el futuro. En especial, sobre cómo será la sociedad en esta nueva etapa. Si habrá una política que acepte e incluya a todos los diversos componentes de la sociedad, por ejemplo. También, qué futuro tendrán los cristianos. ¿Los tratarán con la ley islámica, como personas de segunda categoría? ¿Solo los tolerarán? Y si son activos en política, ¿lo serán con plenos derechos? ¿Podrán participar también en la Constitución? Fueron muchas las preguntas. Y este hombre no sabía responder. Vino más bien como una visita de cortesía con el fin de transmitir tranquilidad después del caos y el vacío que se creó con la salida de Al-Assad,una vez que los rebeldes tomaron el control de la sociedad.
–Con Al- Assad, bien o mal, ¿se sentían seguros?
–Sí. Es decir, nadie podía amenazar a un cristiano y los cristianos gozábamos de la libertad de culto. Adentro de la Iglesia podíamos también recibir, en este espacio que tenemos, mil personas cada semana. Acá vienen jóvenes, ancianos, familias. Podíamos también hacer procesiones con los scouts. Hoy tenemos al menos 500 scouts. En esos encuentros hacíamos sonar los tambores. Ahora tenemos que tener cuidado, prudencia, y no hacer cosas que podrían ser tomadas como una ofensa o provocar la indignación de alguien. Es decir, es un tiempo de prudencia, un tiempo de estar atentos, un tiempo de espera, para ver qué tipo de gobierno tendremos y cuál será el futuro de Siria.
–Viendo lo que pasó en situaciones similares en Irak y en Libia, ¿teme que pueda haber un escenario de ese tipo, de caos y división territorial, también acá?
–La pregunta es muy pertinente. Si estos milicianos islamistas entraron en las ciudades sin que hubiera ni una mínima resistencia, quiere decir que alguien los apoyó. Y se sabe cuáles son los países que han apoyado militarmente a estos yihadistas. Porque hubo apoyo por parte de sirios, pero también de otros países. La pregunta es si estos países, algunos de la región y no, están a favor de la población siria y si quieren el progreso de Siria del que hemos oído hablar. Por un lado, estos grupos toman Siria; por el otro, Israel bombardea día y noche, como podrá haber oído [los estruendos fueron cerca de Damasco y se han oído perfectamente] y avanza en las alturas del Golan. Entonces, si hay intenciones de promover el bien del país, para que haya una Siria libre, democrática y todas esas lindas palabras, bienvenidas estas nuevas milicias que hacen tantas lindas promesas. Pero, ¿quién vigilará que ellos pongan en acción estas promesas? Por eso, la comunidad internacional también debe ayudar en esta fase tan complicada de la puesta en acto de estas promesas. Aunque Siria no era un país ejemplar y sabíamos que teníamos un gobierno dictatorial, al menos contemplaba algunas libertades para las minorías. A mí no me gusta el término minorías, porque, en definitiva, o soy un ciudadano con todos los derechos o no lo soy. Por eso, entonces, necesito de una Constitución que me trate no como ciudadano de segunda categoría o como una simple estadística, sino como una persona que goza de todos los derechos y deberes del resto de la sociedad. La ley debe ser igual para todos.
–Más allá de la incertidumbre en este sentido, mucha gente sigue festejando, de todos modos, la liberación.
–Sí, hay festejos. Pero son festejos que se dan en un clima de espera y de mucha angustia, porque todavía no hay claridad en relación al futuro. Ciertamente, la gente está contenta por el fin de lo anterior, pero al mismo tiempo, preocupada. La expectativa es ver que se despliega un proyecto democrático, igual para todos.