Los desafíos de la crianza en tiempos de incertidumbre
En un mundo inestable es necesario que padres y madres acompañen de cerca el crecimientos de los más chicos, dice la autora, que acaba de publicar Criar con empatía
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Hace ya mucho años –unos veinte o veinticinco, no lo recuerdo exactamente– escribí un artículo corto, “El valor de la mirada de los padres”. Lo escribí para compartir con los padres de mis pacientes un resumen de algunas ideas que me resultaban fundamentales para la crianza. Nunca me detuve, seguí escribiendo acerca de distintos temas y hoy sigo haciéndolo y compartiendo aquellos conceptos que fui aprendiendo en mis años de experiencia como madre y profesional.
A partir de esos artículos surgió mi primer libro, Criar hijos confiados, motivados y seguros (2011), que tuvo una excelente acogida y me abrió las puertas para colaborar regularmente en diversos medios de comunicación, lo que vengo haciendo desde hace casi diez años. A ese libro siguieron otros; así tuve el placer y la oportunidad de volver a pensar algunos temas, profundizar otros y descubrir varios nuevos. Algunos ya estaban delineados en ese primer libro, pero otros surgieron a raíz de una pregunta en el consultorio, por mail, o a través de una red social; a veces me impulsaba algo que leía en el diario y otras de alguna inquietud personal o situaciones que ocurrían tanto en mi vida familiar como en el entorno cercano.
Con el correr de los años fui adquiriendo una nueva mirada, dirigida a observar para escribir y compartir. Pude así incursionar en temas nuevos, encontrar algún planteo diferente u original, compartir mi punto de vista frente a otras posturas que leía o escuchaba y retomar algunas cuestiones ligadas a la crianza con mejores recursos y enfoques. Al releer esos textos escritos durante varios años –textos que no estaban incluidos en mis libros anteriores– me di cuenta de que había suficientes ideas interesantes como base para un nuevo trabajo.
De este modo recopilé, revisadas, actualizadas y en muchos casos ampliadas, las columnas que salieron publicadas en el diario La Nación y las revistas Sophia y Tigris, en páginas web como buenavibra.es y en otras revistas de actualidad. También incluí textos inéditos, porque sentí que, ante un escenario tan cambiante y en un momento difícil de nuestra historia, era necesario repensar y reformular algunos conceptos.
Mi nuevo libro, Criar con empatía. Cómo guiar a nuestros hijos a una autonomía feliz (Grijalbo), incluye muchas de esas reflexiones. Las elegí tratando de no repetir ideas ya escritas, en busca de hacer un aporte distinto, original, más rico o interesante. El objetivo siempre fue ahondar en temas complejos y reflejarlos con claridad. En todos los casos busqué ofrecer –tanto a padres y abuelos como a docentes o profesionales de la salud– una comprensión y abordaje lo más amplios posible de como adultos responsables y amorosos que acompañan a hijos, nietos, sobrinos, alumnos y pacientes y los ayudan a ser mejores personas.
En la primera parte del libro, “La familia de origen y nosotros como padres”, incluí temas que permiten revisar la propia infancia para continuar o bien desterrar pautas, conductas o estilos a la hora de ser padres. ¿Cómo era nuestra familia cuando nosotros éramos chicos? ¿Con qué modelos de maternidad y paternidad nos formaron? Propongo que los adultos reflexionemos sobre los criterios personales de crianza y los revisemos primero individualmente para luego alcanzar acuerdos en pareja, aunando esos criterios.
La propuesta es recordar qué padres tuvimos y pensar qué padres podemos y nos gustaría ser, incorporando nuestra historia pero sin hacer exactamente lo mismo que hicieron con nosotros. Para criar hijos en libertad, hay que buscar una síntesis personal y de pareja acorde con quienes somos hoy y con la vida actual.
En la segunda parte, “Criar personas de bien”, reuní temas que pueden contribuir a formar a los hijos de modo que se conviertan en personas con una ética que les permita actuar bien aun cuando ya no estén bajo nuestra supervisión o junto a nosotros. Se trata de educarlos para que sean personas respetuosas y empáticas y para evitar la violencia, el abuso y el maltrato en sus vidas futuras.
También hablo de los modales, la competencia sana, la iniciativa, las habilidades sociales, cuestiones que hace unos años estaban implícitas en la crianza porque la sociedad trabajaba con este objetivo común. Hoy en cambio se hace indispensable volver a revisarlas ante la diversidad de enfoques de crianza y educación y el modo en que entran a nuestras casas a través de la tecnología (inevitablemente y sin nuestro permiso).
A esto se agrega que la velocidad de los cambios no da tiempo a que una cultura se instale y se transmita de generación en generación como ocurría hasta no hace tanto tiempo. Por eso los padres y otros adultos cercanos, como nunca antes, tienen un papel fundamental e ineludible en la formación de niños y adolescentes.
En la tercera parte, “¡Preparados, listos, ya!: los chicos crecen”, me ocupo de las distintas situaciones y crisis que surgen a lo largo del camino, desde la primera infancia hasta la adolescencia tardía o la adultez joven, cuando los hijos “levantan vuelo” para hacer una vida independiente.
A medida que nuestros hijos crecen, cambian los temas y también los problemas. Los padres debemos estar atentos a los acomodamientos y las modificaciones que tenemos que hacer en cada etapa, sin apurar a los chicos y a la vez sin detenerlos en ese abrirse al mundo. Tal como dice Khalil Gibrán, somos “el arco” del cual ellos son lanzados como “flechas vivas”. Y qué importante es adaptar nuestro arco a cada edad y a las necesidades de cada etapa.
En la cuarta y última parte, “Con el amor no alcanza”, abordo temas centrales de la crianza: la autoestima, la comunicación, el estrés, la empatía. Me detengo muy especialmente en cómo ayudar a los hijos en momentos difíciles, cuando perdemos un ser querido, cuando sufrimos una injusticia, cuando estamos en peligro. Cada edad requiere de ciertas palabras y ciertos gestos de los padres.
Seguramente no podamos resolver del todo los problemas de nuestros hijos, pero podremos acompañarlos, ofrecerles recursos, incluso por momentos aliviarlos. Como llevo unos años “ejerciendo” de abuela, quise sumar algunas ideas sobre el papel que cumplimos los abuelos y cómo podemos estar presentes en el proceso de crianza de nuestros nietos. Y acompañar a nuestros hijos en su tarea como padres, esos hijos que hace un tiempito eran nuestros chiquitos y hoy ya son adultos.
Con entusiasmo y alegría les presento este nuevo libro con la idea de que pueda acompañarlos en la maravillosa y a la vez compleja aventura de ser padres.