Lenguaje inclusivo: ¿los argentinos están a favor o en contra de su uso?
Según una reveladora encuesta, seis de cada diez argentinos no lo aceptan, pero el panorama es cambiante y su discusión seguirá en agenda
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Muchas veces hemos escuchado o leído que el idioma es un organismo vivo, con capacidad de mutar y que solo depende de sus hablantes para su reproducción. En innumerables ocasiones muchos términos, conceptos y palabras primero comienzan a ser utilizados “en la calle” para luego ser aceptados y dotados de un significado formal por alguna institución lingüística reconocida, como la Real Academia Española. A menudo, es un hecho noticioso cuando se incorporan nuevos vocablos oficialmente al idioma.
Para algunos el lenguaje inclusivo permite lograr identificar y otorgar un reconocimiento genérico, que fomenta una democratización del idioma mientras que otros consideran su uso totalmente inadecuado e insuficiente.
En este sentido, el uso, interés, aceptación o rechazo del lenguaje inclusivo se ha posicionado en el debate público argentino en los últimos años, sobre todo al calor del desarrollo de una vasta agenda de género, debido a que la manera en la que se utilizan ciertas palabras del lenguaje cotidiano, aunque aparentan ser inofensivas, pueden estar fomentando e instaurando estereotipos de género.
"La discusión y el atractivo del debate por el uso, aceptación y promoción del lenguaje no es algo nuevo"
Recientemente, a comienzos de junio, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires prohibió el uso del lenguaje inclusivo en las escuelas porteñas, generando fuertes repercusiones tanto en sus promotores como detractores. En esta coyuntura, desde Opinaia realizamos una encuesta online de 2400 casos, con representación nacional, durante el mes de junio, con el objetivo de indagar las principales percepciones y opiniones de los argentinos sobre este tipo de lenguaje.
La discusión y el atractivo del debate por el uso, aceptación y promoción del lenguaje no es algo nuevo; en gran parte debido al poder simbólico y real que poseen las palabras en la arena social. El lenguaje inclusivo no es una excepción a la regla y está lejos de alcanzar niveles absolutos de consenso en la opinión pública, especialmente al estar circunscripto dentro de una discusión mucho más amplia que el valor del significado como tal. En él se encuentra intrínseca toda una representación política y social de diversos sectores sociales en búsqueda de exponer diferentes metamensajes del lenguaje, generando como resultado una mayor exposición de toma de partido tanto a favor como en contra.
En relación con los datos de nuestro estudio, uno de los indicadores más elocuentes es que seis de cada diez argentinos se encuentran en contra del uso del lenguaje inclusivo. Al indagar esta cuestión según la edad de las personas consultadas, se observan menores niveles –pero igualmente altos– de rechazo entre los más jóvenes (40%), al tiempo que un progresivo aumento de opiniones contrarias a medida que los años van subiendo. De esta manera, el 73% de los adultos mayores se manifiesta en contra.
También es relevante rendir cuenta de la dimensión ideológica de la aceptación del lenguaje inclusivo. Los mayores niveles de aceptación de su uso se dan entre votantes del Frente de Izquierda y del Frente de Todos, mientras que el mayor rechazo se concentra tanto en el electorado de Juntos por el Cambio como en los sectores afines a Javier Milei.
Independientemente de su aceptación, otro punto importante a considerar en el análisis es la posibilidad de dimensionar y calibrar el número de personas que adoptan el lenguaje inclusivo en su vida diaria. Según nuestros datos, en la Argentina lo utiliza el 8% de la población adulta, de 16 años en adelante; es decir, casi tres millones de personas.
Por otro lado, resulta interesante destacar que al indagar específicamente sobre la decisión de prohibir la utilización de lenguaje inclusivo en las escuelas porteñas, casi un 20% del país manifiesta no estar a favor de dicha medida, dado que su uso no dificulta el aprendizaje. Curiosamente en la ciudad de Buenos Aires este valor alcanza el 24%, superando la media nacional. Nuevamente aquí aparecen diferencias en el terreno ideológico-electoral: votantes del FdT y del FIT son más críticos de la prohibición, en tanto que el electorado de Cambiemos y los libertarios apoyan decididamente la medida.
Como se mencionó al principio, el lenguaje se encuentra en constante cambio y por lo tanto no sabemos qué modificaciones tendrá en el corto, mediano o largo plazo. En este sentido, la evolución de la implementación y aceptación del lenguaje inclusivo en nuestra sociedad seguirá cambiando: hoy el rechazo es mayoritario, y su uso segmentado. En cualquier caso, es una problemática de peso creciente en la agenda pública, presionando la relación de fuerzas de una sociedad cada vez más atomizada en donde los consensos son difíciles de alcanzar.
Jáureguy es director de Proyectos y Moscoso es gerente de Opinión Pública, ambos en Opinaia.