Lecturas: Variaciones sobre las pestes de ayer y de hoy
La nueva novela de Orhan Pamuk, Las noches de la peste, se centra en una imaginaria epidemia de hace un siglo, haciendo inesperado eco al presente
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“Fue hace nada, y es como si hiciera mucho tiempo. Ayer mismo, de pronto, es nunca jamás. Adquiríamos costumbres que se volvían invariables de un día para otro, y que dotaban de una forma pautada al curso de las horas del encierro. El aplauso de las ocho era una de ellas”, se lee en Volver a dónde, de Antonio Muñoz Molina (Jaén, 1956). El nuevo libro del escritor español incluye entradas de diario escritas en presente, pero en el cuerpo principal del texto, como prueba la cita, la pandemia empieza a declinarse ya en pasado.
Volver a dónde es una meditación narrativa y muestra que la literatura ya está decantando cómo contar la conmoción del covid y del confinamiento. Las noches de la peste, de Orhan Pamuk (Estambul, 1952), en cambio, se adelantó por la simple vía del azar. Antes incluso de lanzarse a explorar sus 732 páginas, resulta simple deducir que por mucha facilidad que tenga el Premio Nobel de Literatura turco para el tranco largo, una novela de tamaña densidad demanda un período de ejecución mucho mayor que un bienio de encierro obligado. En efecto: Las noches de la peste no es tanto una novela visionaria –lugar reservado hoy a las historias futuristas– como casualmente oportuna. La trabajada pandemia histórica que imagina Pamuk importa antes como coto cerrado en el que se activan las tensiones comunitarias, pero a la vez confirma hasta qué punto todas las cuarentenas se parecen.
Susan Sontag señaló en La enfermedad y sus metáforas que La muerte en Venecia todavía mostraba un protagonista que, por muy especial que fuera, se veía afectado por lo mismo que afectaba a los demás: el verdadero romanticismo individual por entonces se reservaba a la tuberculosis. La peste, que Albert Camus publicó poco después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, se presentaba por su parte como una crónica sobre una epidemia en la argelina Orán. Es un modelo tácito pero evidente de Las noches de la peste, que se quiere la novelización de una investigación histórica actual sobre la plaga sufrida por una isla turca en 1901. El libro de Pamuk solo de tanto en tanto recuerda ese distanciamiento con dosificadas puestas en abismo (“Este problema era tan profundo y desazonador que nadie se atrevía a expresarlo abiertamente como hacemos ahora en este libro, ciento dieciséis años después”). Tal vez más importante es lo que el lector tiende a olvidar, aunque aparezca dicho en la primera página: no hay narrador, sino narradora.
Los epígrafes del libro –de Guerra y Paz, de Tólstoi, y de Los novios, de Alessandro Manzoni, famosa por su par de capítulos sobre la plaga en Milán– implican una declaración de principios. Pamuk se vale de recursos contemporáneos, pero la trama propone un fresco totalizador en la tradición más clásica. Sin embargo, por mucho que se busque en los mapas a Minguer, “la joya otomana del Mediterráneo”, no se la va a encontrar. Simplemente no existe. Pamuk la sitúa cerca de Creta, y aporta un mapa de Arkaz, su capital, y la disposición de los barrios, claves para las idas y vueltas de trama.
El avance de la narración puede asociarse al del Aziziye, el barco que lleva hacia China al doctor Nuri, un epidemiólogo, y su esposa, Pakize Sultan, pero que –habiéndose detectado signos de peste– es obligado a volver a la isla. Pakize, autora de un epistolario que no se cita pero funciona como principal fuente documental de la historiadora que narra, es la hija de Murat V, sultán depuesto por su hermano Abdülhamit. Esa forma de fundir nombres reales (los sultanes) y ficticios (la princesa y el doctor) le da verosimilitud al territorio virtual de la novela.
Pakize y Nuri son uno de los eslabones entre la metrópoli y Minguer, donde coinciden musulmanes y griegos cristianos en una tensa armonía que el crecimiento de la peste empezará a quebrar. El asesinato temprano de Bonkowski Pachá, el mayor especialista en epidemias enviado por Estambul y maestro de Nuri, parece prometer una larga deriva policial. El “Damat doctor” insiste con que el sultán otomano es un fanático lector de Sherlock Holmes y promueve esos métodos deductivos. El crimen, sin embargo, es menos una pista que un disparador: ¿fue asesinado por superstición, por complotadores que buscan sacar rédito político o, como sostiene Pakize hacia el final, por orden del propio sultán, que lee las novelas de Conan Doyle para poder eliminar a sus víctimas sin ser descubierto?).
Pamuk es un prosista descriptivo y prolijo, pero sobre todo un firme constructor, algo que tienta vincular con su formación como arquitecto. El ritmo crucero de Las noches de la peste, que al comienzo requiere de paciencia, empieza a acelerarse a medida que avanza la plaga (“la anarquía de la peste”), el bloqueo de la isla y el incidente, un corte de comunicaciones telegráficas, que catalizará su independencia. Para ese entonces los perfiles de los muchos personajes ya están completamente delineados –desde el gobernador Sami Pachá hasta el mayor Kamil y su futura esposa Zeynep–, al igual que la multitud de figuras secundarias y la más amplia y anónima de los habitantes de la isla.
Cuando Camus publicó La peste, un joven Roland Barthes, que había hecho de la “escritura blanca” de El extranjero una de sus banderas, le criticó las evidencias alegóricas de su libro. La novela de Pamuk tal vez tenga intenciones de esa clase en relación con la Turquía actual, pero para el lector que ignora todo sobre esas coyunturas funciona como un gran artilugio narrativo. ¿Su momento sorprendente?: cuando, a falta de un tercio para el final, algunos de sus protagonistas empiezan a desaparecer. La culpa no solo la tiene la plaga: también el curso que toman los acontecimientos políticos. El comandante Kamil –que empezó como simple custodio y terminó como primer presidente de Minguer– advierte, con el último aliento, que “ver el presente en el pasado era lo mismo que imaginar el futuro”. Piensa en cómo se construye el mito de una nación, pero bien podría estar hablando de las pandemias de ayer y de hoy.
Las noches de la peste
Por Orhan Pamuk
Random House. Traductores.: X. Gaillard y M.A. Romero
732 páginas, $ 3999
Volver a dónde
Por Antonio Muñoz Molina
Seix Barral
346 páginas, $2900