Lecturas. Una brújula para volver a la tierra que habitamos
El último ensayo de Bruno Latour propone pensar a fondo y con conciencia el impacto humano sobre la naturaleza
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Ventajas de una vida larga: vale reflexionar sobre la longevidad de los teóricos. Tiene que ver con su creatividad y la articulación de ideas sucesivas, pero también con su experiencia histórica: lo que han vivido, observado, discutido. Y, en algunos pocos casos, con una agudeza de análisis que vuelve sus propuestas más claras y contundentes.
Las tres dimensiones confluyen en los últimos textos de Bruno Latour (Beaune, 1947). A los 75 años, con más de treinta libros y ciento cincuenta artículos publicados, el filósofo y antropólogo francés, uno de los fundadores de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología, escribe cada vez más veloz, más político y más sabio.
¿Dónde estoy? Una guía para habitar el planeta es un trabajo pospandemia que se apoya en las circunstancias para profundizar la teoría. Escrito a la manera de un “cuento filosófico”, se lee como el diario de Gregorio Samsa, el protagonista de La metamorfosis. Quien sale de su casa tras el confinamiento, y se pregunta en esas calles poco pobladas ¿”dónde estoy”? es un ser humano metamorfoseado en termita.
El primer sentimiento es de miedo por una responsabilidad múltiple, generalizada. El hombre termita no solo teme contagiar a sus vecinos con su respiración, sino también subirse a un avión por las emisiones de carbono, comprarse una remera por la explotación de los trabajadores en Bangladesh, tomarse un café por la deforestación en los trópicos. “Por detrás y por delante, lo que debo aprender a arrastrar conmigo es como un caparazón de consecuencias cada día más espantosas”: la pandemia despertó la conciencia del impacto de nuestros actos sobre los otros y sobre la naturaleza.
Segundo sentimiento: perplejidad y pregunta radical. Humanos y naturaleza: ¿se trata de dos entidades separables? ¿Y si fueran en realidad parte de un único continuum? ¿Si no viviéramos en el planeta sino con el planeta? La metáfora de la termita que construye su nido con tierra masticada le sirve a Latour para postular que en realidad habitamos un territorio al que estamos constantemente dándole forma. La termita que edifica su termitero vive a la vez confinada y libre: “Puede ir donde quiera, pero a condición de extender su termitero un poco más”.
Aquí es necesario un excursus científico: el espacio habitable para nosotros y para la vida en general es, en realidad, una fina capa de la superficie terrestre que como seres vivos hemos transformado para nuestra propia supervivencia. Por debajo, los microorganismos solo han logrado fracturar la roca del planeta hasta dos o tres kilómetros. Y hacia arriba, la atmósfera (llena de oxígeno proporcionado por algas y plantas) llega también hasta unos dos o tres kilómetros. Más allá de este delgado biofilm, como lo llama Latour, se extiende lo inhabitable. Vivimos en un termitero que urbanizamos con los demás seres vivos.
Tercer sentimiento: indignación. ¿Qué es eso de fantasear con dejar que terminemos de arruinar la Tierra para huir a Marte? Propuesta no de la ciencia ficción sino del multimillonario Elon Musk, que de colonizar las calles con autos eléctricos ha pasado a tratar de conquistar el espacio (mientras sigue dudando si no le conviene más apropiarse del ágora virtual de Twitter). Para hacerlo, deberíamos extender el termitero. ¿Sería posible?
Latour ya había respondido negativamente a esta pregunta en Cara a cara con el planeta, un libro de 2015. Apoyándose en las investigaciones de James Lovelock, el científico británico fallecido en junio último, planteaba la diferencia fundamental entre nuestra Tierra autorregulada y habitada biodiversamente (bautizada Gaia por Lovelock y su coequiper, la norteamericana Lynn Margulis) y los demás planetas. No hace falta pisar Marte para saber si hay vida: sólo se requieren estudios que nos digan si el planeta rojo está o no en equilibrio químico. Si lo está, se deduce a la distancia que solo operan allí las fuerzas ciegas de la físico-química, porque solo la vida puede alterar esas reacciones.
Estamos, entonces, ante el Latour político. Musk no es el único blanco de sus críticas. Dónde aterrizar. Cómo orientarse en política es el otro libro recientemente traducido del francés. Abre, fina ironía, con un epígrafe de Jared Kushner, el yerno de Donald Trump: “Ya hemos leído suficientes libros”. Es una obra de batalla, casi un manifiesto: breve, filoso y a fondo. “Voluntariamente abrupto”, en la confesión del autor.
Fue escrito tras el Brexit, la elección de Trump, la salida de Estados Unidos del acuerdo de París y la crisis migratoria. Latour analiza esos acontecimientos vinculando tres grandes causas: la desregulación neoliberal que comenzó en los años ochenta, la desigualdad creciente y el negacionismo del cambio climático. En su visión, los tres fenómenos son “síntomas de una misma situación histórica”. El suelo desaparece bajo nuestros pies porque, si quisiéramos seguir con el estilo de vida de los países centrales, se necesitarían varios planetas para obtener los recursos. Pero, claro, solo hay uno.
Las élites mundiales ya no creen en un horizonte común ni quieren dirigir: solo pretenden “ponerse a salvo fuera del mundo”, denuncia. Trump o Musk son apenas un síntoma de una respuesta egoísta en momentos en que un nuevo régimen climático nos confronta con la necesidad de parar y cambiar. Le Nouvel Observateur lo consideró “un ‘Yo acuso’ a la escala de la biósfera”, y Libération señaló que “arroja luz sobre una situación que parece caótica, pero en realidad es extremadamente coherente.”
Volviendo a la metáfora del termitero, es decir de Gaia, hay peligro y hay esperanza en tomar conciencia de nuestro papel en la transformación del planeta.
Sí, el cambio climático es consecuencia de nuestras acciones. Se trata de una constatación y una culpa: el caparazón que cargamos. Pero es también la posibilidad de seguir transformándonos como planeta integrado, como casa única. Hace falta completar la metamorfosis, palabra que también estaba en el último libro de Ulrich Beck, el sociólogo alemán de “la sociedad del riesgo”, fallecido en 2015 a los 70 años. Colega y amigo de Latour, Beck también destacaba la necesidad del cambio ante la crisis climática, emblema de una crisis totalizadora. Longevidad de los teóricos y de las ideas que los trascienden.
¿Dónde estoy?
Por Bruno Latour
Taurus. Trad.: Juan Vivanco
172 páginas, $2449
Dónde aterrizar
Por Bruno Latour
Taurus