Lecturas: Sé mía, de Richard Ford
Sé mía, de Richard Ford (Jackson, Mississipi, 1944), es el final de la saga sobre Frank Bascombe, personaje clave de la obra narrativa del escritor estadounidense que apareció por primera vez en El periodista deportivo.
La novela es circular: abre con un capítulo corto, “Felicidad”, que cuenta el viaje de Frank y su hijo, enfermo terminal, al Monte Rushmore (esa montaña con las cabezas de cuatro presidentes talladas en la cima) y cierra con el mismo título. Pero la idea de “felicidad” cambia entre el comienzo y el final: el viaje modifica profundamente a Frank, narrador en primera persona. Al empezar, cree que todo ser humano ordena sus recuerdos para “hilvanar una narración personal coherente” que dé “sentido a las cosas”. Después, siente que nada es previsible ni coherente, y que, sin embargo, el suyo “no es el relato de un hombre triste ni resignado”.
Ford se toma su tiempo para describir a los Estados Unidos contemporáneos: el viaje es el centro del relato, pero no empieza hasta más allá de la mitad del libro. Toda la historia es masculina, centrada en la relación entre padre e hijo, y en la vejez y la muerte, un planteo parecido al de Morir de Arthur Schnitzler, sin mujeres, y en un tono más irónico y menos trágico.
Ford describe al mismo tiempo a su personaje y a los Estados Unidos de los blancos. Quiere abarcar la mayor cantidad de temas, como Whitman en Canto de mí mismo. Y como el poeta, apela a la enumeración y a tópicos estadounidenses: el monte ya nombrado; la importancia del consumo y el dinero, el viaje hacia el Oeste, la dirección más simbólica en los mitos básicos de la cultura blanca de ese país.
Sé mía pone a un individuo ya viejo frente a frente con el lugar en el que vive. La relación hombre/país se enfatiza cuando alguien dice que el nombre de Frank es muy “estadounidense”; o cuando Frank afirma que, en un museo que visitan él y su hijo, “todo es tan estadounidense como el FBI”. Por otra parte, los dos capítulos cortos que abren y cierran la acción también aluden al país: la “búsqueda de la felicidad” está sacralizada en la Constitución de 1787. Ford apela al mito, pero critica su maniqueísmo complejizando a los personajes. Nada es blanco o negro aquí. Casi al final, por ejemplo, Frank sostiene que “una pena” puede ser “tan grande que se convierte en una aleación de la felicidad”.
Sé mía es un western contemporáneo, tan filosófico como todos los westerns. Por eso, hay “indios”, vaqueros y paisaje abierto (aunque muy comercializado). En la vejez, Frank Bascombe se explora a sí mismo frente a su nación, y el mundo que descubre no tiene nada de simple: al contrario, el país es un espejo difícil de entender y de aceptar. Y sin embargo, él y los lectores saben que la exploración es necesaria.
Sé mía
Por Richard Ford
Anagrama. Trad.: Damià Alou
400 páginas, $ 28.500