Lecturas: Paul B. Preciado y un llamado a la transición planetaria
Figura clave en los estudios de género de la no- binariedad, el filósofo español busca pensar las transformaciones catalizadas por la pandemia a partir de todo tipo de disforias
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“¿Hay alguna cosa especial de ser transexual que le parezca importante comunicarme?”, le pregunta una joven osteópata a Paul B. Preciado (Burgos, 1970) en su consultorio. “Lo único importante era decírselo”, dice el filósofo español, que ha dedicado a su proceso personal de transición psicofísica desde la condición femenina inicial a una nueva condición masculina artículos como los reunidos en Un apartamento en Urano. Crónicas del cruce y el ensayo Yo soy el monstruo que os habla. Figura clave en los estudios de género sobre la no-binariedad, es decir, aquellos que escapan de lo que habitualmente se entiende por hombre y mujer, Preciado conoce la importancia de la confesión.
Intercalada entre las entradas de Dysphoria mundi, que se asemejan a las de un diario personal de la pandemia, género literario mutante que ejerció su propia viralización durante el confinamiento global por Covid-19, la escena relatada por Preciado parece aludir al modo en que, en ciertas circunstancias, “un cuerpo trans es un cuerpo como cualquier otro”.
Dysphoria mundi, sin embargo, no pretende dejarse arrastrar por ningún régimen normativo frente al cual las diferencias puedan confundirse unas con otras, ni se limita a registrar el aburrimiento de un encierro confortable. En su lugar, Preciado busca pensar a partir de todo tipo de “disforias” (es decir, desde cualquier proceso de “llevar mal”, con incomodidad, algo) un archipiélago de ideas que reinauguren la política, la tecnología, la identidad y los criterios de sanidad que mantienen a la existencia humana bajo las fuerzas de la “modernidad petrosexorracial”.
Preciado llama así, “modernidad petrosexorracial”, al ensamblaje (en proceso de “desarticulación”, insiste) entre “una economía libidinal masculinista, heterosexual, binaria, racialmente jerárquica y con una dieta carnívora” y el “consumo de energías fósiles”. En consecuencia, los cuerpos, las mentes y también los ecosistemas dispuestos a liberarse de la regresión “petrosexorracial” son, según Preciado, los que, en mayor grado, padecen (y resisten) la violencia de “infraestructuras cognitivas, narrativas, técnicas del cuerpo y regímenes de representación” que se aplican sobre la “somateca”. ¿Y qué es la “somateca”? El concepto, explica Preciado tras una sinopsis filosófica iniciada con Michel Foucault, no remite a un cuerpo ni a un lugar particular, sino al “archivo político vivo en el que se instituyen y destituyen formas de poder y de soberanía”.
Consideradas las piezas fundamentales de esta “revolución”, una de las virtudes de Dysphoria mundi es que se trata de un libro con ideas que no evitan la discusión. Otra es que, dispuesto a polemizar, el rigor teórico, la creatividad argumentativa y la forma en que traza relaciones lúcidas entre temas como la tecnología, los virus, la vigilancia y el mercado a partir de la premisa de que la cibernética nos ha convertido en seres de “carbono y silicio” resulta más contundente que cualquier provocación.
"¿Preciado es realmente la voz insurrecta de una vanguardia, como le gusta creer al pensador español, o, por el contrario, es la voz triunfal de un nuevo statu quo?"
Esto no es poco si se tiene en cuenta que, en lo inmediato, el libro está escrito en el tan discutido (como inerme) “lenguaje inclusivo” mientras que, entre sus temas de fondo, subraya como un avance para Occidente el que, como escribe Preciado, “hoy me encuentro rodeado de niñes que declaran que quieren vivir como yo quería vivir cuando me consideraban loco”.
En este territorio, quizá la única controversia ideológica realmente abierta por el libro sea definir si todo lo que Dysphoria mundi presenta con entusiasmo como un “abismo epistémico y político” que se opone al actual orden vigente no es, en los hechos, la realización discursiva más perfecta y acabada de este. En otras palabras, ¿Preciado es realmente la voz insurrecta de una vanguardia, como le gusta creer al pensador español, o, por el contrario, es la voz triunfal de un nuevo statu quo?
Quienes deseen poner a prueba la prestancia de tal polémica deberán volver a lo que el filósofo Slavoj Žižek, en defensa del psicoanálisis, escribió a propósito de la puesta en acto de lo que Judith Butler, una de las principales aliadas intelectuales de Preciado, llamó “deshacer el género”. “Lo que constituye el objeto predilecto del psicoanálisis –dice Žižek– son las consecuencias inesperadas de la desintegración de las estructuras tradicionales que regulan la vida libidinal: procura entender por qué el debilitamiento de la autoridad patriarcal y la desestabilización de los roles sociales y sexuales generan nuevas angustias, en lugar de dar paso a un mundo feliz”.
Aun así, lo interesante de este clima de ideas es que, desde perspectivas enfrentadas, avanza sobre la común aceptación social, económica, filosófica y literaria de que el llamado “patriarcado”, encarnado para Preciado en su apolillado esplendor por la figura “capitalista petrosexorracial” del “sujeto masculino blanco heterosexual cis” (europeo, podría sumarse), se encuentra por buenas o malas razones en crisis desde hace rato, por no decir que se asoma a la extinción. Y aunque la pregunta sobre lo que vendrá es incierta, no es difícil aceptar que si la pandemia global de Covid-19 ya probó algo, es que determinados procesos radicales de transformación de nuestro modo de vivir pueden ocurrir de un instante para otro. De ahí el mantra repetido por Preciado acerca de la ciudad china donde se originó el virus: “Wuhan está en todas partes”.
Al otro lado de todas estas ideas, sin embargo, resta un mundo que, tras la pandemia, profundizó la desigualdad material entre ricos y pobres y, en los hechos, debilitó las condiciones para presentar batallas por algo más que reivindicaciones simbólicas. Es por esto que si la disforia, según la define Preciado, es una “plataforma revolucionaria”, tal vez se trate de una de esas revoluciones inofensivas ante las cuales el poder también podría decir, como dice el pensador español en Dysphoria mundi, que “por eso, amigues míes, estoy llene de alegría”.
Dysphoria mundi
Por Paul B. Preciado
Anagrama
560 páginas,$ 6950
Un apartamento en Urano
Paul B. Preciado
Anagrama