Lecturas: El antisemitismo, un flagelo que permanece latente
En Reflexiones sobre la cuestión antisemita, la francesa Delphine Horvilleur analiza las mutaciones de este prejuicio ideológico recurrente en tiempos de crecimiento de la extrema derecha europea
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¿Qué es y cómo funciona según la rabina francesa Delphine Horvilleur (Nancy, 1974) el antisemitismo? Para entenderlo, primero habría que volver a lo que el filósofo Slavoj Žižek señala como el rasgo fundamental de la sociedad actual: el antagonismo irreconciliable entre la totalidad y el individuo. Esta definición resulta crucial. No solo constituye lo que en términos psicoanalíticos suele denominarse “el núcleo traumático de la vida social” (esto es, la imposibilidad misma de alcanzar una plenitud que resuelva las contradicciones entre el individuo y su mundo) sino que, además, por su propia naturaleza traumática el componente irreconciliable de este antagonismo suele ocultarse bajo fantasías ideológicas recurrentes. Como el antisemitismo.
Para llegar al significado profundo del antisemitismo, sin embargo, Žižek explica que no hay que pensar la “ideología” como un tipo de ilusión que enmascara el estado real de las cosas (no se trata de creer o aceptar un engaño), sino como una fantasía inconsciente capaz de estructurar de manera tolerable nuestra realidad social (por lo que su existencia ni siquiera resulta reconocible).
Es aquí donde, a partir de la Torá o la crítica cultural contemporánea, Horvilleur y Žižek confluyen en un mismo punto: el antisemitismo, ese “odioso tartamudeo de la historia”, tal como se lo experimenta incluso hoy, consiste en desplazar el siempre difuso antagonismo irreconciliable entre la totalidad y el individuo a un antagonismo más claro entre un supuesto cuerpo social “sano” y el judío “corrupto”.
Así, al describir al judío como aquel que corrompe, acapara o envenena, la fantasía ideológica antisemita crea mediante prejuicios a un único culpable de todo malestar. Como la xenofobia y el racismo, el antisemitismo sería un arma en la lucha por la identidad. “El antisemita se convenció prematuramente de que, al deshacerse del judío, encontrará de forma instantánea la plenitud a la que aspira”, explica Horvilleur en Reflexiones sobre la cuestión antisemita. Y es por esto por lo que “el odio al judío es la fantasía de un relleno”.
Por esta razón, toda pregunta acerca del antisemitismo en el siglo XXI no puede girar únicamente alrededor de la religión sino que debe avanzar por horizontes más complejos e inevitablemente incluyentes como la política, la economía y la cultura. En este sentido, pasado, presente y futuro se mezclan de modo que Horvilleur, convencida de que no hay tal cosa como un sentido claro y completo de la judeidad, se remonta al libro del Génesis para explicar el origen de palabras como hebreo (que significa “el que atraviesa”), Israel (un nombre “ganado en una lucha”) y judío (derivado de la tribu de Judá), pero también analiza lo que la política expansionista de Israel en el Medio Oriente actual desata entre antisionistas y sionistas, dos bandos anclados en la conflictiva figura de un Dios que “al no tener igual”, como escribe Peter Sloterdijk en Fobocracia, “tampoco lo tiene su pueblo”.
Desde esta perspectiva, que el antisemitismo sea a todas luces un problema de los antisemitas le sirve a Horvilleur para explorar la envidia antisemita desatada por un deseo frustrado de pertenencia al “pueblo elegido” como causa primera del odio y, a partir de ahí, sostiene, el complejo de inferioridad frente a un judío que es “siempre más”. O visto también desde las normas de género, incluso una amenaza a la autoridad masculina, por lo que el antisemita convierte al judío en un “hombre feminizado” o una “mujer virilizada”.
El otro elemento inevitable para pensar el antisemitismo es el nazismo, que para el suizo Philippe Burrin (Chamoson, 1952) profundizó una combinación perfectamente moderna y terrible de ciencia y burocracia, dos vectores que alineados desde inicios del siglo XX detrás de nuevas fantasías de pureza racial y nacional desencadenaron una escala inédita de violencia al enmascarar con argumentos “racionales” los viejos prejuicios. Este es el motivo de que, durante la Segunda Guerra Mundial, la aniquilación sistemática de los judíos fuera entendida por los nazis como un deber biológico y patriótico, y de que aún en 1957 Adolf Eichmann se disculpara, entre amigos, por sentirse “cómplice de que la eliminación total no se haya podido llevar a cabo”, como dijo en sus entrevistas con Willem Sassen en Buenos Aires, analizadas por Bettina Stangneth en Eichmann antes de Jerusalén.
Dos rasgos de esta singular judeofobia, explica Burrin en su libro Resentimiento y apocalipsis. Ensayo sobre el antisemitismo nazi, salido hace más de una década, es que su base sobre los principios de la raza y la nacionalidad triunfó, en parte, por la “descristianización” impulsada por el nazismo (que contra el atávico antijudaísmo cristiano proponía la idolatría de la raza aria y su mítico destino de grandeza), pero también por las condiciones previas en las que germinó la voz de Adolf Hitler.
Si bien investigadores como Richard J. Evans sostienen que a la luz del éxito ya desde finales del siglo XIX de Los protocolos de los sabios de Sion, el libro fraguado que inventó una conspiración judía para dominar el mundo, es lícito preguntarse hasta qué punto “el antisemitismo en sí es una teoría de la conspiración”. A partir de 1918 las desfavorables condiciones alemanas de entreguerras promovieron la emergencia de figuras ideológicas antisemitas tan contradictorias pero útiles como el judío liberal, socialista o comunista, con las que las clases bajas, medias y altas podían resolver ideológicamente sus respectivas contradicciones económicas y políticas.
Para terminar, y alerta al hecho de que el antisemitismo recrudece en tiempos de crisis y que, por eso mismo, vivimos tiempos delicados, Horvilleur se permite responder con humor lo que desvela al antisemitismo: “¿Cómo acabar con el judío? ¡Basta con hacer creer al judío que sabe precisamente de qué se trata su judeidad!”
Reflexiones sobre la cuestión antisemita
Por Delphine Horvilleur
Libros del Zorzal. Trad.: Estela Consigli
126 páginas / $ 1295
Resentimiento y apocalipsis
Por Philippe Burrin
Katz. Trad.: Alejandrina Falcón
120 páginas