Lecturas: Cuando la felicidad se transforma en obligación
En Happycracia, Eva Illouz y Edgar Cabanas critican la meta de una dicha irreflexiva que, en la actual sociedad de consumo, solo parece producir malestar
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¿La felicidad es un sentimiento, un estado, una meta? Aunque parece una cuestión personal, íntima, algo que anida en nuestro interior, lo cierto es que el exterior cuenta, configurando nuestra misma sensibilidad, nuestras aspiraciones y deseos. Cada época tiene su alma. En tiempos individualistas, la felicidad parece convertirse en una carrera incesante, autogestionada y obligatoria. Es lo que advierten Edgar Cabanas y Eva Illouz en el flamante Happycracia. Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas.
“Este no es un libro contra la felicidad, sino contra la visión reduccionista de la ‘buena vida’ que la denominada ciencia de la felicidad predica y que cada vez está más extendida”, aclaran los autores. Su foco de crítica es una nueva disciplina: la psicología positiva, que postula que la búsqueda de la felicidad individual es “la más alta expresión de la realización como seres humanos”. En esa visión, dicen Cabanas e Illouz, hay poco interés por la vida en comunidad, poca preocupación por el bienestar de los otros. Y total responsabilidad por el propio bienestar: todo, parece, se resuelve con tenacidad y optimismo.
Cabanas e Illouz hacen entonces su crítica de la psicología positiva en cuatro dimensiones. Dos están relacionadas: la crítica epistemológica y la fenomenológica se enfocan en la poca calidad científica de la nueva disciplina, y en el carácter impreciso de su noción de felicidad, que resulta ser “una meta insaciable e incierta, que genera una nueva variedad de ‘buscadores de la felicidad’ e ‘hipocondriacos emocionales’ constantemente preocupados por ser más felices”. La búsqueda de la felicidad produciría paradójicamente, según los autores, un malestar constante.
Luego viene la crítica sociológica, con la pregunta sobre quién se beneficia con esta disciplina. A Cabanas e Illouz les preocupa que la psicología positiva contribuye “a legitimar la suposición de que la riqueza y la pobreza, el éxito y el fracaso, la salud y la enfermedad son fruto de nuestros propios actos”. Esa perspectiva deja fuera de foco las desigualdades estructurales y resulta funcional a lo que los autores denominan “revolución cultural neoliberal”, ilustrada por una frase de Friedrich Hayek enarbolada históricamente por Margaret Thatcher: “No existe la sociedad; solo hombres y mujeres individuales”.
Finalmente, hay una crítica moral: la felicidad se convierte en un imperativo, relacionado con “la productividad, la funcionalidad, la excelencia y hasta la normalidad”. Un nuevo deber ser, que fomenta la culpa: si no estamos bien es por nuestra propia visión pesimista, porque no sabemos superar las adversidades.
Detrás de estas observaciones está la preocupación por la política. Como observan los autores, una idea de la felicidad así “es especialmente útil cuando se trata de justificar el individualismo recurriendo a una terminología aparentemente no ideológica”.
La mirada de Happycracia se articula con la tesis doctoral de Cabanas, investigador de la Universidad Camilo José Cela, de España; y con una larga línea de trabajo de Illouz, socióloga de la Universidad Hebrea de Jerusalén y del Instituto de Estudios Avanzados de Berlín, una de las grandes mentes que están pensando hoy las relaciones personales en clave social.
Ya en su primer libro, El consumo de la utopía romántica (1997, traducido en 2009), Illouz señalaba la relación entre el capitalismo y las formas del amor. Esas reflexiones se continuaron y ampliaron en Intimidades congeladas (2007), Por qué duele el amor (2012) y El fin del amor (2020); mientras que en Oprah Winfrey y el glamour de la miseria (2005) y La salvación del alma moderna (2010) indagó en la cultura de la autoayuda.
Pero Cabanas e Illouz no están solos en esta crítica. La vinculación entre subjetividad y sistema económico, sobre todo en relación con la sociedad de consumo y el neoliberalismo, ha recibido mucha atención en los últimos años. Como en la obra de Sara Ahmed, en particular, La promesa de la felicidad. Una crítica cultural al imperativo de la alegría (2019), que es un auténtico tratado sobre cómo se ha instrumentalizado el concepto de felicidad para facilitar la opresión. Cuenta la propia Ahmed sobre su recorrido: “La crítica feminista del ‘ama de casa feliz’, la crítica negra del mito del ‘esclavo feliz’ y la crítica queer de la sentimentalización de la heterosexualidad en términos de ‘dicha doméstica” me han enseñado mucho acerca de la felicidad y las condiciones de su encanto”.
Otra obra reciente que se suma al diálogo es La era del individuo tirano. El fin de un mundo en común, del francés Éric Sadin, publicada el año pasado, que vincula la constitución del “individualismo liberal” con su exacerbación reciente tras la caída del Muro de Berlín y la irrupción de internet. En este camino, dice Sadin (colaborador del Instituto de Estudios Políticos de París), se constituye la imagen de un individuo narcisista y con un nuevo ethos: “El de la búsqueda desenfrenada de la singularización de uno mismo con la única finalidad de desmarcarse de la masa”.
Sin ánimo de exhaustividad, se puede completar con dos obras colectivas locales que tocan el tema. En Servidumbre neoliberal (2021), los compiladores, Alejandra González y Adrián Cangi, ambos filósofos de la UBA y la Universidad Nacional de Avellaneda, hacen eco explícito contra la obra de Hayek de 1944. Entre valiosas contribuciones, destaca la de Carlo Vercellone, economista de la Université Paris 1 Panthéon Sorbonne, quien, en relación con la concentración de las plataformas y el uso de nuestros datos, habla de “la nueva servidumbre voluntaria digital”.
Este año también se publicó Diseño de la vida, filosofía y neoliberalismo, compilado por Daniel Alvaro, doctor en Filosofía por la Université Paris 8 Vincennes-Saint-Denis e investigador del Conicet y la UBA, que explora “lo que se pone en juego en la configuración que se da entre el diseño del sí mismo, ciertos discursos filosóficos asociados al giro ontológico y un conjunto de dispositivos terapéuticos característicos de la época neoliberal”.
Si estas disquisiciones suenan a Michel Foucault, sí: es una de las mentes inspiradoras de buena parte de estos enfoques, un autor bisagra para analizar el modo cómo nos constituimos como personas, pivotando entre la filosofía, la psicología, la sociología, la política, la antropología, la historia.
Se dice, se repite: lo personal es político y viceversa. Todos estos libros ofrecen grandes claves para explorar los entresijos íntimos de ese recorrido de ida y vuelta, y dar nuevos sentidos al enigma de la sonrisa.
Happycracia
Por Edgar Cabanas y Eva Illouz
Paidós. Trad.: Nuria Petit
219 págs./ $ 4900
La promesa de la felicidad
Por Sara Ahmed
Caja Negra