Lecturas: Amélie Nothomb, la última tentación de una divinidad trash
La irreverente escritora belga abandona sus variaciones autobiográficas para tomar como personaje de Sed, su última novela, a un Cristo bien humano, en la senda de José Saramago, Nikos Kazantzakis y Martin Scorsese
- 6 minutos de lectura'
A esta altura nadie duda de que Amélie Nothomb (Kobe, 1967) se volvió un personaje de Amélie Nothomb. Igual que las hojas caen de los árboles en otoño o llega el calor en verano, la escritora belga publica todos los años un libro nuevo. ¿Resultado? Desde su primera novela, Higiene del asesino (1992), lleva editados más de treinta títulos, que exploran por lo general zonas de su supuesta autobiografía. Se sabe, porque ella se encargó de que así fuera, que los escribe entre las cuatro y las ocho de la mañana, en ayunas, con un termo de té y vestida con una especie de pijama antinuclear japonés. Así se muestra en una de las escenas de Pétronille, una de sus novelas, que tiene como protagonista, como es obvio, a una escritora llamada Amélie Nothomb.
La sorpresa de Sed, su novela más reciente, es que en ella aparenta no hablar de sí misma, ni de un personaje como ella, tampoco del alcohol y sus consecuencias, ni de cuentos de hadas o piratas. Narra en realidad en primera persona las horas previas a la crucifixión de Jesús de Nazareth. En la novela de Nothomb, Jesús recuerda sus milagros, tiene miedo, ama y desea por medio de un cuerpo humano que ocupa el primer plano de la trama.
Una vez más, Nothomb busca despertar la polémica y alimentar con el mismo gesto su personaje público, irreverente y tímido a la vez. Nadie hubiera previsto que una autora de estilo rebelde, que hace de la ironía y la crítica una ética, fuera a entregarse a uno de los discursos que enarbolan como idea la verdad absoluta, y menos todavía, que construya un relato bastante apegado al dogma. La escritora explicó en entrevistas que tiene a Jesucristo como un “superhéroe” desde los 3 años y que dedicó varios años a investigar y escribir esta obra. Claro que se permite ir un poco más allá del relato bíblico tradicional, en tono controversial, al menos en dos oportunidades. Por un lado, los milagros aparecen como casualidades en las que Jesús descubre por accidente sus poderes; y, por otro, tiene una relación de amante con María Magdalena.
Algo de la admiración de Nothomb por su personaje se refleja en la voz narrativa de la novela, con un Jesús a punto de ser crucificado que trata de reflexionar sobre su experiencia en la Tierra, y al mismo tiempo, atraviesa los sufrimientos físicos igual que un humano común y corriente. La sangre, el dolor, la sed, el frío, el deseo, muestran las vacilaciones y dobleces de un hombre dispuesto a pesar de todo a sacrificarse, y revelan, así, un aspecto que engrandece su entrega frente a las mezquindades de la especie. En la exposición descarnada del cuerpo está uno de los aciertos de la obra.
La preeminencia de las sensaciones corporales permite, de hecho, vincular Sed con el estilo más reconocible de la autora; en particular, con obras como Biografía del hambre, en la que narra la anorexia que padeció a los 13 años, mediante la exposición del cuerpo de una Nothomb joven que se llena y se vacía de alimentos para mostrarse en constante estado de alerta. Con una escritura mordaz, en ese libro clave la autora borra la frontera entre su infancia y la ficción, de un modo más directo del que ya había explorado en Metafísica de los tubos y El sabotaje amoroso. Esas dos novelas fueron el preludio de Estupor y temblores, la obra que la consagró como la escritora cínica, con pose de maldita, de la actualidad. En Estupor y temblores (todas estas novelas están reunidas en un tomo de la colección Compendium de Anagrama), la narradora es una chica belga, hija de un diplomático que entra a trabajar en una empresa japonesa, datos que coinciden con su biografía. Sin embargo, en todas sus obras de autoficción resulta difícil establecer el grado de fidelidad con lo real que contienen las anécdotas narradas que la tienen como protagonista. ¿O son solo parte de un personaje con el que comparte nombre?
Sed tiene poco en un primer vistazo de ese cruce con lo personal. Aún así, el mito que la escritora hace de sí misma habilita a una pregunta incómoda: ¿es posible que Jesús sea otra de las caras que toma la escritora para dar su visión ácida de la humanidad, de los vínculos, solo que ahora legitimada por una perspectiva tan autorizada como la divina? ¿Se inventa Amélie Nothomb como una suerte de diosa contemporánea?
Es una hipérbole, pero la soberbia pública de Nothomb, unida a su modo de reírse de sí misma, permite entablar un diálogo iconoclasta entre la propuesta literaria de toda su obra y el discurso del Jesús de su ficción, que se le parece, sufre y tiene una sed diabólica, incluso después de muerto. Es el sediento que no puede llenar su vacío existencial con ninguna fuente, del mismo modo que las Nothomb-personaje se emborrachan y solo pueden tolerar el mundo atiborradas de burbujas de champagne. No por casualidad, se les reconoce a sus novelas una audacia capaz de diseccionar vivencias traumáticas y crearle personajes a cada una de las partes sobrevivientes.
La escritora belga no es en todo caso la primera que se vale del recurso de tomar a Jesús como figura central para una novela. Ya antes había sido representado polémicamente por Nikos Kazantzakis en La última tentación de Cristo (novela de 1953 que Martin Scorsese llevó al cine a fines de los años ochenta del siglo pasado) y algo más cerca en el tiempo por el portugués José Saramago que, en El evangelio según Jesucristo, también explora las vacilaciones humanas de Cristo, y hay que decirlo, consigue algo bastante más profundo e interesante que el juego intelectual con chispazos de lucidez de Nothomb.
Sed no es una novela que pueda espantar, como podría anticiparse, a los creyentes. Más bien narra, con agilidad y acidez modernas, una historia clave que, en su cruce multicultural, aúna las creencias cristianas occidentales y la filosofía oriental. Lo sintomático de la época es que las máximas espirituales que surcan su libro parecen más bien coronar a esa suerte de divinidad trash tan contemporánea que se ha nombrado, dentro y fuera de los libros, como Amélie Nothomb.
Sed
Por Amélie Nothomb
Anagrama
Trad.: Sergi Pàmies
124 páginas/ $1695
El sabotaje amoroso y otras novelas
Por Amélie Nothomb
Anagrama
Trad.: VV.TT.
824 páginas, $ 4095