Lecturas: Alice Munro, los inicios olvidados de una gran cuentista
Los relatos de Danza de las sombras se publicaron hace más de medio siglo, pero recién ahora se traducen al español; una demora que permite cotejar las semillas de la poética de la autora canadiense, maestra del género
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Todavía rondaba en el aire la idea de que el cuento era un género menor, cuando en un pueblo rural de Canadá un ama de casa tenaz se dedicó a delinear historias breves que alcanzarían la trascendencia de la novela, pero con el latigazo de sentido típico del género breve. Hoy hace tiempo que esa escritora, Alice Munro (Wingham, 1931), es celebrada como la Chéjov canadiense, pero su reconocimiento fue gradual. Al punto que en 2006 –años antes de ganar en 2013 el Premio Nobel de Literatura– anunció que se retiraba. Cumplió solo durante unos meses. “Cuando dije lo de abandonar sinceramente lo creía. El trabajo me estaba resultando demasiado duro y pensé que me había llegado la hora de llevar la vida de una señora normal. ¡Y lo hice! Por unos seis meses. Salí a almorzar con amigas, me dediqué a la jardinería, a la caridad. Fue horrible. Después me di cuenta de que ya no sirvo para una vida normal: escribí durante tantos años que no sé hacer nada más”, dijo en una entrevista. Poco después publicó Demasiada felicidad, su decimotercer libro de cuentos que fue clave para obtener el premio sueco. Con esa clase de agudeza humilde, Munro transformó la forma de entender la narrativa breve. Hace diez años volvería a anunciar un retiro que esta vez viene cumpliendo.
Hoy, cuando nadie se animaría a discutir su talento, se olvida sin embargo que en 1968, cuando publicó su primer libro, Danza de las sombras, no tuvo casi resonancia. Pese a ganar el Governor General’s Award, el libro ni siquiera se conseguía en las librerías de su país. Recién en estos días –más de medio siglo después– los quince relatos de esa colección se traducen por primera vez al español. A excepción de uno de ellos, todos hablan de mujeres que tratan de amoldarse a la vida que les tocó en suerte, en medio de pueblitos provincianos llenos de prejuicios.
Hay que decirlo rápido: la selección es valiosa, pero muestra a Alice Munro antes de ser la gran Alice Munro. La destreza para destejer el tiempo, construir personajes antagónicos, heroínas domésticas, valientes y vulnerables, no llega a cristalizarse por completo en estas historias, como sí lo hará después. Son relatos muy cercanos a su experiencia autobiográfica: la vida en la granja, el prejuicio de los pueblos, las mujeres jóvenes disconformes con las reglas familiares y sociales. Están en línea con la única novela de su carrera, La vida de las mujeres, que publicó dos años después, y narra las vivencias de una muchacha que también crece en una granja de cría de zorros, con temas y un tono muy similar al de los cuentos.
Fue para la época de ese libro, precisamente, que la vida personal de Munro dio un giro drástico. Se divorció, dejó su vida doméstica y regresó a la Universidad de Western Ontario, donde había estudiado periodismo, pero esta vez como escritora residente. Casi al mismo tiempo se reencontró con un viejo amor, el geólogo Gerald Fremlin, que se iba a convertir en su segundo marido. Si bien le siguió un período de vacilación, en el que creyó que sus narraciones no tendrían destino, en 1974 publicó Algo que quería contarte. A partir de entonces lanzó, entre otros libros de cuentos, Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio, Las lunas de Júpiter, El amor de una mujer generosa y Escapada. Con este último, despertó el interés de Pedro Almodóvar, que tomó tres de los cuentos como base de su película Julieta.
De ahí que volver a sus primeros relatos suponga espiar de cerca el proceso que la llevo a convertirse en una de las grandes maestras del cuento contemporáneo. Las historias de Danza de las sombras proponen una suerte de viaje iniciático a los orígenes de la poética de la autora. Se descubre, por ejemplo, que la mirada de Munro ya estaba atenta a los detalles significativos, el lugar incómodo de las mujeres, los entornos hostiles. Sobre todo se destaca su capacidad para hilvanar aquellos signos que revelan la tensión íntima entre el deseo personal y los mandatos sociales. En ese sentido, es especialmente revelador el cuento “Chicos y chicas”, que narra la historia de una nena que vive en una granja. Su padre cría animales para vender las pieles y ella trata de entender de qué se trata eso de ser una “chica”. “El vaquero de la Walkers Brothers” puede entenderse como una continuación; la misma narradora ronda la adolescencia y acompaña a su padre, que acaba de perder la granja de cría: así descubre la existencia secreta de ese hombre que vive como vendedor a domicilio.
El conjunto que forma Danza de las sombras es la tierra fértil en la que Munro plantó las semillas de lo que más adelante sería el jardín exuberante de sus historias. No es una novedad entre escritores, claro. The Other Paris, el primer libro de la también canadiense Mavis Gallant, una de las maestras de Munro, funciona como un adelanto parcial de ese juego de estructuras inesperadas que se volverían sello de su literatura. Algo similar ocurre, por nombrar un caso cercano, con los primeros cuentos de Gabriel García Márquez, recopilados en 1972 bajo el título Ojos de perro azul. En todas estas escrituras primerizas se distingue ya la frescura sintáctica y argumental que deja traslucir lo que serán los estilos respectivos de cada autor.
Son muchos los artistas que se declaran conmovidos por la escritura de Munro. “Sus relatos tienen la densidad y el alcance de la novela. Traté de descubrir alguna vez cómo lo hace, pero no lo he conseguido, y me alegro de ese fracaso porque nadie puede ni debe escribir como la magnífica Alice Munro”, escribió Julian Barnes en The New Yorker. Para coincidir con el escritor inglés, alcanza con recorrer la antología en dos tomos Todo queda en casa, en los que Munro seleccionó los que entiende como sus mejores cuentos. Por ejemplo, “Las niñas se quedan”, con una de las anécdotas más íntimas y crudas sobre la tensión entre la libertad personal y la maternidad; o bien “Ver las orejas al lobo”, que se centra con precisión en los laberintos de la memoria y los secretos de la vida en común.
Tres características son clave en su Munro. Por un lado, su arte para trabajar lo mínimo, lo que está a la vista. Por otro, la sutil arquitectura de sus cuentos, con tramas y subtramas que le dan espesor novelístico. Y por último, la luz que le arranca a la experiencia ordinaria de vivir.
Danza de las sombras
Por Alice Munro
Lumen. Trad.: Eugenia Vázquez
295 págs./$2999
Todo queda en casa. Vol I
Alice Munro
Lumen. Trad:: VV.TT.
500 págs./ $ 3799