Las protestas en Irán y China, bajo una doble vara cultural
El descontento ciudadano con los regímenes de esos países logró una repercusión inédita, pero Occidente no se decide a solidarizarse, amparándose en las diferencias culturales
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Los nombres de los jóvenes iraníes Masha Amini, asesinada por las fuerzas policiales por llevar el hiyab “inadecuadamente”, y del futbolista Amir Nasr Azadani, cuya vida está en riesgo por manifestarse a favor de los derechos humanos de las mujeres, se han mezclado con el Mundial de Fútbol que terminó con la Argentina campeón y que tuvo lugar en Qatar, otro país observado por la cruda realidad de los inmigrantes, los homosexuales y las mujeres. No se trata de hechos aislados. Mientras el campeonato se desarrollaba, Irán y China eran epicentro de nutridas movilizaciones de la sociedad contra regímenes opresivos que los gobiernan y coartan sus libertades, reprimiendo cualquier tipo de protesta.
La Copa Mundial de Fútbol operó como una ventana para que estos pueblos mostraran sus realidades. De hecho el equipo de futbol iraní permaneció en silencio durante el himno nacional en solidaridad con los manifestantes de su país, antes de jugar el partido contra Inglaterra. A la siguiente fecha, con Gales como rival, lo cantó. Alguien parece haber “sugerido” este cambio de actitud.
Hubo otro sectores discriminados, como las diversidades sexuales, que aprovecharon el mundial para hacer visible la intolerancia de la que son víctimas en Arabia Saudita (las relaciones homosexuales están prohibidas). El brazalete LGBTQ+ sembró la discordia después de que la FIFA impidiera a los capitanes de las selecciones europeas que lo llevaran en los partidos y amenazara con sancionar a los que así lo hicieran.
Pero más allá de la oportunidad que significó el Mundial para mostrar estas realidades, la fiesta deportiva terminó y todo puede quedar en la nada si el mundo, si países como la Argentina, ganador de la copa mundial, no toman la bandera de los derechos humanos para amplificarla. Y pedir, por ejemplo, por la vida de Amir Nasr Azadani, por quien hay olas de solidaridad en las redes sociales para que no se lo ejecute.
Pero el hecho de que haya quienes señalen que no solo no fue condenado a muerte, sino que es integrante de un grupo armado responsable del asesinato de tres agentes de seguridad el 16 de noviembre pasado, hace que prefieran mantenerse al margen de cualquier reclamo por su vida. “¿Y si todo es una movida de Occidente?”, se preguntan.
"La grieta política, la del mundo, la local, silencia lo que pasa en China"
Una vez más la grieta política, la del mundo, la local (que no se nota en el Obelisco cuando los hinchas festejan la victoria futbolística) niega, silencia, lo que pasa en China, Irán, Arabia Saudita. La explicación para no involucrarse: se trata de otra cultura. Pero ¿se puede justificar la violación de los derechos humanos en nombre de la diversidad cultural y religiosa?
“Tengo una postura bastante diferente en torno a los que creen que se puede presionar desde afuera para voltear el régimen iraní. Creo que es una trampa pensar que si el mundo presiona lo suficiente, el régimen iraní va a caer. El régimen está hecho para que no pase lo que pasó en 2019. ¿Cómo lo puedo decir fácil?… no hay nadie que trafique mejor petróleo en el mundo que los iraníes. Esas presiones internacionales no le hacen mella. Irán viene recolectando presiones durante décadas y no lo han volteado. La élite económica y la élite militar siguen unidas detrás del gobierno iraní. Cuando una de esas dos elites empiece a flaquear, ahí sí la cosa va a ser más complicada”, señala Ezequiel Kopel, especialista en Medio Oriente, autor de La disputa por el control de Medio Oriente (2022), entre otros libros. Y agrega un dato: cerca de dos millones de mujeres quedaron sin trabajo a partir de las últimas sanciones impuestas por los Estados Unidos.
Por eso duda de que un cambio real esté cerca. Kopel asegura que “Irán estará en un proceso revolucionario el día en que las fuerzas de seguridad se rehúsen a reprimir y el día que los trabajadores del petróleo se nieguen en masa a trabajar”. Por el momento, el gobierno “no reprime con todas sus fuerzas, ni cierra las facultades como hizo en su momento”. “¿Será que el régimen se siente tan débil que no se anima a hacer todo eso?”, se pregunta.
"Es posible que esta ola de protestas genere algún cambio en Irán"
Irán hace años que vive bajo un régimen de gobierno fundamentalista que apela a las ejecuciones públicas y a la represión contra quienes se manifiestan contra sus políticas. Algo similar ocurre en China, donde el Covid ha servido para limitar libertades públicas al extremo, con confinamientos interminables que están siendo resistidos en la calle por la población, y duramente reprimidos.
Sobre la posibilidad de que esta vez el cambio esté cerca, hay diversidad de opiniones. El analista internacional Juan Negri sostiene que “es más probable que esta ola de protestas genere algún tipo de cambio en Irán que en China. En China me da la impresión de que el régimen está sólido. La situación económica si bien no es la de otras épocas, es mejor que la de Irán. Creo que eso fortalece al régimen. Creo que Xi Jinping está también en una posición de poder más importante. Ha sido reelecto por tercera vez por el congreso del Partido Comunista. Al régimen se lo ve también con menos fisuras”. En el caso de Irán, en cambio, ve “más debilidad y ciertas figuras del gobierno que lo han criticado como el expresidente (Mohammad) Khatami”, explica.
Por eso se anima a vislumbrar un cambio al final del camino. “Es altamente probable que Irán termine en algo parecido a un régimen democrático”, dice Negri, o un “resquebrajamiento del gobierno de los ayatolás”, precisa. “Pero para esto, falta” aunque el régimen iraní “trate de dar algunas señales, como discontinuar la policía de la moral”.
“La policía de la moral ha sido desmantelada por la misma gente que la creó”, anunció el fiscal general del país, Mohamad Yafar Montazerí. Analistas consideran que el anuncio es una concesión ante el movimiento de protesta popular que registra el país desde hace tres meses.
Por su parte, en Hong Kong, donde en 2019 hubo protestas masivas y violentas en reclamo de una mayor apertura democrática, los manifestantes se nuclean ante la demanda de “dame la libertad o dame la muerte”. Un estudiante chino presente en las protestas dijo que le preocupaba ser detenido, pero que sentía la necesidad de “mantener el espíritu de resistencia”. No obstante, el gobierno se mantiene firme con su política de “Covid cero” aunque ha empezado a haber señales de que las autoridades buscan ablandar algunas reglas y ofrecer mayor ayuda económica para calmar a la población. Resistir, de eso parece tratarse.
"El Mundial operó como ventana para mostrar esas realidades"
En relación con la masividad de las marchas, en el caso de Irán no solo son muy nutridas y extendidas en casi todo el país, sino que además han unido a toda la sociedad. “Esto parece ser el resultado de que Mahsa Amini no provenía de la política –señala Negri–, era una chica alejada de la militancia… y eso generó un cimbronazo muy importante en la política iraní”. Según la ONG Irán Human Rights, con sede en Oslo, la represión de las protestas en Irán ya ha causado al menos 420 muertes. Esta cifra incluye a los muertos por la violencia desatada tras las protestas por la muerte de Amini, pero también a los fallecidos en los disturbios ocurridos en la provincia suroriental de Sistán Baluchistán, donde en setiembre hubo protestas por la presunta violación de una adolescente por parte de un policía.
Pero como en ninguno de los dos países se vive en democracia, difícilmente se terminen institucionalizando las demandas esgrimidas en las movilizaciones, traduciéndolas en políticas de Estado acordes a los reclamos. Según Negri, “en Irán al menos hay algunos mecanismos electorales, por lo que tal vez estas frustraciones puedan canalizarse”. Y si bien “falta para las elecciones, podría haber algún cambio político ya que el gobierno de Irán en este momento está bastante debilitado. Puede terminar pasando que reemplacen al presidente, en parte, por estas protestas”.
La tapa de Time
Desde la muerte de Amir, las calles de Irán se vieron colmadas de mujeres que al grito de “mujer, vida y libertad”, queman sus velos.
La revista Time convirtió este capítulo de la historia iraní en tapa de su edición de fin de año. “Heroes Of The Year”, es el título de la nota, ilustrada por tres mujeres, de espaldas, con el pelo suelto y sin el hiyab. Desde la revolución islámica de 1979, la ley impone a todas las mujeres cubrirse el cabello en público con un velo, llevar ropa discreta. Sin embargo desde hace dos décadas son cada vez más las mujeres que dejan lucir sus cabelleras en Teherán y en otras grandes ciudades de Irán.
La reconocida periodista Norma Morandini critica la tapa de la publicación, dice que no la “impactó” ya que “es difícil mostrar lo que se busca ocultar” y porque “parecen tres mujeres occidentales y el hecho de que estén sin velo no quiere decir que quieran ser occidentales”. Aclara además que esto no quiere decir que “el mundo democrático y las feministas no apoyen a las mujeres de Irán que, efectivamente, son heroínas, como la joven asesinada por tener el velo mal puesto”. Pero critica que la Argentina, que ante el mundo “tiene fama por causa de los pañuelos verdes”, no haya “dicho nada sobre las mujeres de Irán”.
“Esto es así –subraya– porque somos una cultura cerrada sobre sí misma, no somos universalistas. Se invocan los derechos humanos pero cuando se aplican a los iguales, no a los otros. En las dificultades, el mundo está contra nosotros: el FMI, Estados Unidos. Construimos nuestra identidad en una negación, no somos latinos, somos europeos. Ante un extranjero exigimos a nuestros abuelos para probar esa identidad. No somos solidarios”, explica Morandini.
La escritora Claudia Piñeiro, en cambio, dice que “se le llenaron los ojos de lágrimas” al ver la tapa de Time. Y que es “inaceptable que en nombre de la cultura o la religión se escondan restricciones a los derechos de las mujeres y el colectivo LGTBQ+” y que se “viva una esclavitud del siglo XXI”.
“Héroes del año” –si se traduce el título–, así las llama Time a estas mujeres iraníes que se animan a poner en riesgo su vida con tal de hacer escuchar su voz contra un régimen que no las deja vivir en libertad. Como los jóvenes manifestantes chinos que quieren ser libres a pesar del Covid, y no pueden. O las diversidades sexuales, que quieren amar sin prohibiciones, y no pueden. Una parte del mundo ha quedado al descubierto, un poco gracias al Mundial, mucho más gracias a sus habitantes y sus protestas. Tiempo de hacerse cargo. La violación de los derechos humanos no puede justificarse ni por grietas políticas ni culturales.