Las academias de la lengua abogan por la claridad
En la capital de Ecuador se realizó el XVII Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española
- 4 minutos de lectura'
De lunes a miércoles, en Quito, se realizó el XVII Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale), en el que participaron veintitrés instituciones, incluidas la Academia Filipina, la Norteamericana y la Ecuatoguineana de la Lengua Española. Se aprobó, además, el ingreso como miembro colaborador en la Asale de la Academia Nacional del Judeoespañol, creada en 2018 en Israel. La elección de la capital ecuatoriana como sede del encuentro coincidió con el sesquicentenario de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, la segunda fundada en América, el 15 de octubre de 1874, después de la colombiana (en 1871). En 1968, el quinto congreso de la Asale había tenido lugar en Quito; cuatro años antes, se había hecho en Buenos Aires. Desde 2013, preside la Academia Ecuatoriana de la Lengua Española la doctora Susana Cordero de Espinosa, que ofició de anfitriona de decenas de académicos que llegaron desde diversas partes del mundo, incluida la Argentina.
Por la Academia Argentina de Letras (AAL) viajaron la presidenta de la institución, la lingüista y profesora Alicia María Zorrilla (que presentó la ponencia “Entre almanaques y abriles. El trauma y el tabú de la vejez en las palabras de la vida cotidiana”), el vicepresidente de la AAL, el escritor Rafael Felipe Oteriño (que se refirió a la relación entre el lenguaje claro y la literatura de creación) y el secretario general de la AAL, Pablo Cavallero, que expuso consideraciones sobre el sufijo “–esa” y sus orígenes. “Si bien se trató de un congreso de índole institucional y no temático, hubo dos grandes cuestiones: la inteligencia artificial (IA) y el lenguaje claro –dice Zorrilla–. Otro de los objetivos fue elegir al nuevo secretario de la Asale”. Resultó reelecto el lexicógrafo, historiador de la lingüística y ensayista venezolano Francisco Javier Pérez.
Sobre la IA, la escritora Carme Riera, miembro de la Real Academia Española (cuya ponencia leyó su par Juan Gil), aconsejó “educar a la IA, que es hoy una recién nacida”, y agregó que no era seguro que de una IA más inteligente se derivara “una mayor inteligencia humana”. El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, instó a usar la IA como “una herramienta que se ha incorporado inevitablemente a nuestras vidas, pero, a su vez, evitando que se cometan atropellos por la lengua”; en ese sentido, solicitó que la IA se ajuste a las regulaciones de la lengua española. Gran parte de los modelos de lenguaje que alimentan los programas de IA provienen de la lengua inglesa y de traducciones a otros idiomas.
En Quito se presentó la Guía panhispánica de lenguaje claro y accesible. “El lenguaje claro se relaciona con el derecho a comprender de los ciudadanos en un Estado democrático, y abarca el compromiso de los poderes públicos: judicial, legislativo y administrativo –detalla Oteriño–. Como nuevos horizontes de la comunicación en lenguaje claro, se aludió a espacios de orden social tan diversos como la medicina, la propaganda, la informática y el periodismo. Respecto de personas en condición de vulnerabilidad, se realza la necesidad del lenguaje claro, con textos de lectura fácil, diseñados para personas que, por su edad, su nivel de escolarización o limitaciones cognitivas, requieran que se facilite la comprensión de un texto. Todo ello como garantía de eficacia de los derechos humanos en su concepción más amplia”.
También se celebró la ampliación de la Red Panhispánica de Lenguaje Claro y Accesible, con más de 250 instituciones del mundo (entre otras, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de Córdoba). “Lo oscuro, lo confuso, es una tacha de vieja data entre abogados, juristas, legisladores, mandatarios y servidores de la administración pública. No es extraño, por eso, que la exhortación sobre un lenguaje verbal más accesible provenga, en primer término, del ámbito jurídico”, destacó Oteriño, que advirtió que el tema se volvía “espinoso” en materia literaria. “La mejor literatura es una combinación de claridad y enigma. La comunicación y el conocimiento están en la base del universo lingüístico, tanto como la originalidad”, dijo Oteriño, poeta y exjuez.