La victimización como mecanismo para perpetuarse en el poder
La tendencia del peronismo a victimizarse resulta un chantaje emocional que busca cancelar la crítica y el disenso
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¿Qué es una víctima? ¿Quiénes son víctimas? ¿Las inevitables, las que dejan como saldo las catástrofes y los accidentes azarosos? ¿O aquellas cuya condición podría evitarse, dañadas deliberadamente por otros seres humanos que las hieren, las humillan y denigran? La filósofa española Olga Belmonte se hace estas preguntas en un libro necesario, Víctimas e ilesos. Ella integra la Comisión del Defensor del pueblo que en España trabaja sobre los abusos en la Iglesia. A ese libro acudo para intentar desentrañar nuestras dificultades, a riesgo de no ser totalmente fiel a un gran ensayo sobre la “resistencia ética”, una advertencia sobre la pasividad de las sociedades ante las barbaries totalitarias, que apunta a evitar que regresen el miedo, el odio y la indiferencia ante el sufrimiento ajeno. Además, un intento de responder a preguntas que nos desvelan: ¿cómo ha podido suceder la barbarie? ¿Cómo podemos evitarla?
"Es una verdad histórica que el peronismo, en el pasado de las dictaduras del siglo XX, fue perseguido, proscrito y estigmatizado. Pero ya no lo es. Han pasado décadas desde aquello"
La invocación a nuestros muertos, es decir, la apropiación que ha hecho el kirchnerismo de las víctimas de la dictadura, así como el hecho de haber convertido al peronismo en víctima de la historia, son actitudes que podemos reconocer en las descripciones y reflexiones de ese ensayo.
Es una verdad histórica que el peronismo, en el pasado de las dictaduras del siglo XX, fue perseguido, proscrito y estigmatizado. Pero ya no lo es. Han pasado décadas desde aquello. Nuevas víctimas se han incorporado al repertorio de nuestras tragedias autoritarias, de las que el peronismo no es ajeno. Y es necesario señalar que, por pudor, dolor o verguenza, las víctimas reales muchas veces son las que menos se presentan como víctimas.
La filósofa española acude al italiano Daniele Giblioli y a su Crítica de la víctima para desentrañar “la ideología de la victimización”, ese mal de las sociedades modernas con el que algunos buescan “obtener alguna clase de beneficio de forma inmoral o fraudulenta”. Esto es propio de los que creen en las conspiraciones, ponen las culpas afuera, son incapaces de hacer una autocrítica y se despegan de todo lo malo, que adjudican siempre a los otros.
¿No es esto acaso lo que escuchamos en estos días en los que, como en un coro obediente, referentes del oficialismo repiten acusaciones contra el periodismo, la Justicia, los medios, sin asumir la responsabilidad propia de aquellos cuya función es precisamente garantizar el derecho de la sociedad a ser informada (función indelegable de la prensa, como mediadora entre la información del Estado y la ciudadanía) y cuyo deber es respetar el mandato constitucional de la división de poderes en la república?
Es la sociedad la que debe reconocer a las víctimas, cuando no duda de la veracidad y honestidad de sus testimonios. Sin embargo, como advierte la filósofa española, en este proceso puede haber “manipulaciones por parte de instituciones, de medios de comunicación y de todas aquellas personas que se apropian del discurso de las víctimas”.
Lo central es no confundir a las víctimas reales con aquellas que se victimizan. El victimismo suele darse cuando, según Belmonte, “la persona entiende que su situación de desventaja le da privilegios”.
"¿Por qué no se puede criticar al peronismo? Si lo que rechazamos, al menos yo, es la victimización como mecanismo de perpetuación en el poder"
Primo Levi, sobreviviente de Auschwitz, considerado el testigo perfecto porque comenzó a narrar y reflexionar inmediatamente después de liberado, escribió: “Toda victima debe ser compadecida, todo sobreviviente debe ser ayudado, pero no siempre deben ser puestos como ejemplos por sus conductas”.
En el mismo sentido –ignoro si si alguna vez se cruzaron– el psicoanalista Bruno Bettelheim, sobreviviente de Dachau, aconsejaba: “No hagamos de los sobrevivientes mártires, porque lo que estaremos haciendo es cancelar sus destinos”.
Es el destino democrático lo que se cancela cuando se pone al peronismo en el lugar de las víctimas históricas. De esa forma se ejerce un chantaje emocional y se cancelan las críticas bajo un calificativo que nos animaliza, “gorilas”, y que al mismo es una reveladora confesión del no reconocimiento al otro como persona con iguales derechos .
¿Por qué no se puede criticar al peronismo? Si lo que rechazamos, al menos yo, es la victimización como mecanismo de perpetuación en el poder. El victimismo alimenta lo peor del ser humano, “el resentimiento, la envidia o el miedo”, emociones que cancelan las transformaciones democráticas que nos permitirían finalmente vencer a nuestro odioso pasado.