La peligrosa alucinación que debe evitar Milei
La magnitud de la confianza y la paciencia que se le concede a Javier Milei es simétricamente proporcional al generalizado hartazgo social que lo llevó al poder.
Contra muchos pronósticos y los deseos inconfesables de golpismo encubierto que campea en una parte significativa del sistema político, la tolerancia al ajuste draconiano planteado por el presidente libertario es un indicador de la profundidad de la conciencia alcanzada por vastos sectores sociales sobre la necesidad de detener el rumbo decadente del país.
Milei sabe que tiene una ventaja y que en estos primeros cuatro meses fue respondida la pregunta sobre si la Argentina aguantaría un shock recesivo con un fuerte recorte de ingresos y la pérdida de miles de puestos de trabajo.
"El Presidente corre el riesgo de una alucinación: el poder puede destruir a quien lo tiene si cree que al alcanzarlo ya ha triunfado, cuando en realidad no tiene más remedio en adelante que demostrar cómo hará para conservarlo"
La tolerancia no está limitada a una determinada franja social y cruza en transversal desde los pobres más castigados por años de crisis hasta los niveles más altos de una pirámide social que hace tiempo tiene una base cada vez más ancha de personas con ingresos ínfimos.
Otra regla caída: la derecha libertaria no es un club de ricos sino un conglomerado disperso e inconexo de gente que por sí misma decidió que era el momento de decir basta y bancar un cambio de rumbo drástico. No hay por ahora una estructura, sino algo más que un núcleo original que hasta hace poco era algo así como un pintoresco grupo de anarcoliberales. La formación de una fuerza partidaria es un proceso más aluvional que planificado, mientras se suceden ingresos y despidos de funcionarios a la velocidad de un cambio de ánimo.
Con semejante capital político, el Presidente corre el riesgo de una alucinación. No sería raro. El poder puede destruir a quien lo tiene si cree que al alcanzarlo ya ha triunfado, cuando en realidad no tiene más remedio en adelante que demostrar cómo hará para conservarlo.
"¿Sabe Milei que en algún todavía indefinido punto del almanaque comenzará el juicio ciudadano a su gobierno? Será el momento en el que cargar las culpas contra la oposición sonará más a excusa que a explicación."
Por el mismo camino por el que llegó a la Casa Rosada, Milei ha mantenido el respaldo que logró en las urnas. Lo hizo, y lo hace, endosando todos los problemas a sus rivales políticos –la casta, tal su definición– en una generalización aceptada por la secuencia de fracasos de los gobiernos anteriores de las dos principales coaliciones, peronistas y cambiemitas.
Es un recurso válido que solo un recién llegado y sin pasado reprochable puede utilizar. Esa situación empezará a cambiar a medida que el tiempo cometa el pecado de fabricarle una historia a la gestión del Presidente.
¿Sabe Milei que en algún todavía indefinido punto del almanaque comenzará el juicio ciudadano a su gobierno? Será el momento en el que cargar las culpas contra la oposición sonará más a excusa que a explicación.
La situación de los viejos actores políticos no puede ser hoy peor. Milei tiene todo el poder, reúne mucha confianza y tanto peronistas kirchneristas como las fracciones en los que ya estalló Juntos por el Cambio cargan con toda la responsabilidad por las consecuencias que sus desatinos del pasado descargan en este presente.
Algo más: ni unos ni otros parecen tener planes ciertos que no sean zafar de apuros de un día a día que los mantiene prófugos de las decisiones relevantes. Unos quieren subir al barco oficialista, pero son repelidos por el propio Milei; otros impulsan paros generales aun sabiendo que no moverán más que las voluntades de sus viejos aparatos clientelares. En el medio, solo balbuceos inconexos.
Pero nada es para siempre. Así como Milei no tiene un tiempo infinito para mostrar la contracara positiva de la amarga medicina que aplica, en algún momento el sistema político empezará a generar anticuerpos contra el régimen libertario. Distinto es creer que los que fueron desbancados puedan volver tal y como ocurrió en la secuencia Cristina-Macri-Alberto y Cristina.
"La situación de los viejos actores políticos no puede ser hoy peor; tanto peronistas kirchneristas como las fracciones en los que ya estalló Juntos por el Cambio cargan con toda la responsabilidad por las consecuencias del pasado"
Como pocas veces, puede decirse que las semanas que vienen serán decisivas para establecer si Milei consigue los recursos legales necesarios para afrontar la drástica transformación de un país con una economía cerrada y regulada, con un peso enorme material y cultural del Estado, en una Argentina desregulada, abierta y dispuesta a asumir el desafío de la competencia interna y externa.
Ya hubo un fracaso, en enero, cuando se cayó luego de ser aprobada en general la primera versión de la ley Bases. Y Milei surfeó esa derrota responsabilizando a gobernadores y aliados transitorios. Alcanzó con tandas de posteos en las redes sociales.
Una negociación previa al envío al Congreso de la segunda entrega de la misma ley, fuertemente recortada, invita a creer que puede haber un acuerdo sostenido por la necesidad de Milei de tener legalizado un plano general de su proyecto y la creciente ansiedad de los gobiernos provinciales de recuperar el financiamiento perdido.
Como los golpes que intercambiaron en el verano fueron muy duros para la imagen de varios protagonistas menos para Milei, esta vez las maniobras de presión que ejerce la Casa Rosada fueron poco menos que validadas por sus víctimas.
El Presidente se quedó –al menos hasta que los gobernadores le den sus votos en el Congreso– con varios fondos que está obligado a girar. Por ejemplo, los recursos correspondientes al financiamiento de 13 sistemas jubilatorios provinciales. Al final del camino, esas partidas serán de las provincias, en tanto se sabe que la Corte lleva varios fallos en contra de la Nación y en favor de distintos distritos.
Los caminos pueden ser más largos y complejos, como los de una negociación a varias bandas que al final puede simplificarse en un canje de leyes por fondos a las provincias. Hay otros atajos que Milei también explora, como la postulación a la Corte Suprema, habilitada por su hermana Karina, de un juez de percudida fama. Nada es más caro que rifar la confianza pública en tentaciones de ocasión.