La ola de jóvenes que buscan un horizonte fuera de la Argentina
La larga cuarentena llevó a miles de argentinos a buscar la prosperidad en otras naciones;es urgente revertir esta tendencia
- 4 minutos de lectura'
Pese a las dificultades económicas, una gran cantidad de extranjeros sigue eligiendo a la Argentina para radicarse. De hecho, ocupa el puesto 85 de las naciones del mundo que reciben más inmigración. Sin embargo, nuestro país fue perdiendo protagonismo a nivel global y hoy vemos con tristeza como muchos de nuestros jóvenes buscan la prosperidad en lugares donde pueden obtener una mayor previsibilidad y estabilidad a largo plazo.
Más de 26.000 argentinos emigraron en lo que va del año, según datos de la Dirección Nacional de Migraciones. Muchos de ellos se vieron empujados a tomar esa determinación por el manejo político que se le dio a la pandemia.
La imposición de una cuarentena estricta, que tampoco logró buenos resultados sanitarios, prohibió el desarrollo casi absoluto de actividades comerciales durante más de ocho meses el año pasado, generando el cierre de comercios y empresas, tanto nacionales como extranjeras. Todo lo cual desencadenó en una debacle económica sin precedente.
Según estimaciones de la Cámara de Comercio de julio de 2020, más de 42.000 pequeñas y medianas empresas cerraron sus persianas en la Argentina. Más de 25.000 fueron pymes del Área Metropolitana Buenos Aires. Pero el fenómeno no solo alcanzó al territorio bonaerense, sino también al resto de las provincias, con el cierre de más de 18.000 pequeños y medianos emprendimientos.
Todo esto llevó a que el PBI de la Argentina cayera más de un 10%. Ante la crisis, muchos decidieron irse en búsqueda de mejores condiciones laborales y económicas.
Sin embargo, la decisión de radicarse en otras naciones no solo se circunscribe al confinamiento eterno, ya que la Argentina desde hace tiempo no encuentra un rumbo que permita alcanzar un crecimiento sostenido.
Este deseo de emigrar se explica por una secuencia de crisis sociales cada diez años, a lo que se suma la constante inflación, inseguridad y presión tributaria, como también los excesivos controles que reducen drásticamente las esperanzas de los habitantes.
En una encuesta publicada a fines de 2019 por la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), el 75% respondió que había evaluado la posibilidad de emigrar. Los consultados fueron unas 1179 personas de 32 años promedio y un nivel socioeconómico medio alto. Las razones expresadas fueron los recurrentes problemas económicos, la búsqueda de mejores posibilidades de desarrollo profesional y la inseguridad.
Datos de la ONU reflejaron que, al terminar 2019, 1.013.414 argentinos se habían radicado en otros países (es decir, el 2,27 % de la población total). Principalmente, los destinos elegidos fueron España, en primer lugar con 25,65 %, seguido por Estados Unidos con el 21,24 %, y Chile, con el 7,18 %.
Además de lo expuesto, se produce otro lamentable fenómeno conocido como fuga de cerebros, es decir, la emigración de ciudadanos que ya han sido formados, que poseen talentos o habilidades especiales en algún área científica o intelectual, y que deciden, con mucho pesar, residir en otros lugares más desarrollados, que los valoran y que les dan las oportunidades que aquí no consiguen.
La respuesta para revertir esto se encontrará justamente en aprovechar la parte positiva de las corrientes migratorias, generando con políticas activas el proceso inverso, atrayendo inversores extranjeros que puedan, junto al capital nacional, crear puestos laborales para los cientos de miles de ciudadanos que hoy no encuentran un futuro en este suelo y deciden abandonarlo.
Entre otras cosas, deben propiciarse procesos de radicación que permitan a los extranjeros insertarse en el mercado laboral, enfocándose en los empresarios foráneos, que cuenten con capital suficiente para hacer inversiones en nuestro territorio, precisamente en las zonas geográficas donde más se necesitan. Se debe buscar que, a través de ciertos incentivos impositivos, por ejemplo, se priorice la contratación de mano de obra local, argentinos o inmigrantes residentes.
Es momento de tomar cartas en el asunto para que miles de jóvenes dejen de verse obligados a abandonar su patria para encontrar un futuro mejor. Porque los argentinos somos personas muy arraigadas a nuestras costumbres, muy familiares y amistosas. Por lo tanto, el distanciamiento de los afectos es una medida que suele tomarse cuando ya no queda otra alternativa.
Abogada especialista en derecho penal y migratorio; autora del libro Los inmigrantes y el progreso de la Argentina, con Raúl Alberto Ricardes