La figura del padre asume un nuevo paradigma literario
En Umbilical, Andrés Neuman traza el retrato del hombre que vive la paternidad comprometido con la cotidianidad del hijo
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“Esta es la historia de amor de un hombre con un bebé”. La frase con la que el escritor Andrés Neuman sintetiza el argumento de su libro Umbilical suena algo extraña. Como si a ese vínculo de amor solo lo conociéramos narrado por las madres.
En nuestra sociedad cada vez observamos a padres más presentes en la crianza de sus hijos. En paralelo, se oyen incipientes conversaciones de padres que intercambian sus incertidumbres y miedos ante una tarea cotidiana muy demandante de la que recién ahora empiezan a participar de manera más abierta (si antes algunos lo hacían, la experiencia no salía del ámbito privado).
Los movimientos feministas tienen mucho que ver con este cambio de época. Al cuestionar o revisar las mujeres el rol de la maternidad, al pedir equidad en las tareas de crianza, al exigir responsabilidades compartidas, los varones se vieron interpelados. Si bien no todos, muchos empezaron a involucrarse afectiva y corporalmente frente a la llegada de un hijo, un momento trascendental en una familia, algo que los varones hasta hace no mucho vivían en general con cierta distancia.
"Cada vez son más los padres muy presentes en la crianza de sus hijos"
¿Cómo se traduce este cambio de época en la literatura, si es que existe algún impacto en ese terreno? Pareciera que hasta ahora no había llegado al imaginario social y a las bibliotecas, pero acaso esté empezando a hacerlo.
El autor de Umbilical, un libro que intenta traducir en un lenguaje poético el sentir de un padre primerizo, estuvo atento durante los últimos años a publicaciones que dieran cuenta de una paternidad emocionalmente presente. Quería encontrar relatos de varones que pusieran el cuerpo al sentimiento que implica relacionarse con un bebé, que hablaran de esa vulnerabilidad. Algo halló.
Neuman menciona algunos libros recientes que dialogan con el suyo: Cachorro. Breve tratado de filosofía paterna, de Agustín J. Valle; Un hijo cualquiera, de Eduardo Halfon; Un futuro anterior, de Mauro Libertella; Una música, de Hernán Ronsino; Algún día te mostraré el desierto, de Renato Cisneros.
“No solamente hemos delegado nuestros roles familiares y conyugales, sino que consciente o inconscientemente delegamos la función del imaginario de la crianza en las mujeres también”, reflexiona el autor de Material sensible desde su casa en España. La crianza, narrada desde la vivencia de los padres, aparece todavía como una materia pendiente.
"Por supuesto, en la literatura la paternidad es un tema frecuentado"
“No tenemos referentes, no podemos decir: ‘Aquel gran poema de T.S. Eliot donde se cambia un pañal’, o ‘aquella novela de León Tolstói donde se cuentan los desvelos de un padre tratando de dormir a su bebé’”, señala Neuman.
En la biografía de Tolstói figura que tuvo catorce hijos, con lo cual la experiencia de la paternidad existió; el tema es que, más allá de lo improbable de que el novelista ruso haya dormido a sus hijos, no lo consideró un tema literario.
Por supuesto, hay en la literatura ficciones cuyo tema central es la paternidad. Pero no tanto si hablamos de la crianza, del apego, la vulnerabilidad. Hay tres arquetipos de padres en la literatura clásica: el padre violento o el padre bíblico, como podría serlo el padre de Kafka; el padre ausente, ese que es como un fantasma, literalmente a veces, y que aparece por ejemplo en Pedro Páramo; y el padre heroico, el que salva, el que hace justicia, una figura inalcanzable, admirada, el padre como sinónimo de fortaleza o sabiduría.
La literatura del apego, aún incipiente en nuestros días, se contrapone en varios sentidos con la figura de esos padres arquetípicos. A quienes escriben por fuera de esos paradigmas, no les interesan especialmente los conflictos kafkianos ni las grandes figuras del padre todopoderoso: están ocupados en los pequeños dilemas, en cómo lidiar con el llanto, los pañales del bebé, el sueño interrumpido.
Tampoco vienen a escribir ambiciosas novelas de estructuras complejísimas: no hay tiempo para eso si se participa realmente en la crianza.
Y no están tan preocupados por enseñarles a sus hijos; más bien, el acento está en qué pueden aprender de ellos. El padre como discípulo, parece ser el nuevo paradigma. “Voy naciendo al decirte”, se lee en Umbilical. Crónicas del nacer de la criatura y del renacer de ese hombre padre.