La falta de confianza en el Estado, una de las razones del fenómeno Maratea
Los 180 millones de pesos que el influencer reunió para Corrientes en 48 horas se explican por la credibilidad que genera, un atributo que hoy escasea en el Estado argentino
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Santiago Maratea, 29 años, reconocido como influencer solidario –aunque en su perfil de Instagram dice que “no es caridad lo que hace”–, consiguió reunir en 48 horas más de 180 millones de pesos para combatir los incendios en Corrientes. Lo hizo a través de las redes sociales. Y por allí mostró, apenas unos pocos días después, lo que había comprado con la recaudación: autobombas, camionetas y distintos insumos para los damnificados y la gente que combatía contra el fuego.
No es un novato en el arte de convocar a la ayuda con éxito. Había protagonizado otras gestas. Consiguió por ejemplo dos camionetas y las convirtió en ambulancias para la comunidad wichi de Salta. Juntó 2,1 millones de dólares para Emma Gamarra, una beba con atrofia muscular espinal, y realizó otra campaña para Madelaine, otra beba necesitada del mismo tratamiento.
Quizás por esta trayectoria, la gente no dudó en volver a confiar en él como vehículo de su solidaridad. Los aportes crecieron sin parar y cuando la colecta se completó, la ayuda llegó a destino. “Lo más loco es que no solo van a tener recursos para este incendio sino que los van a tener para detener a tiempo incendios futuros”, dijo Maratea.
La acción colaboró con el Estado en la resolución de una crisis gravísima, pero no fue festejada por el Gobierno. “Pusimos todas nuestras fuerzas para dar respuesta. Pero no hacemos publicidad con eso. Mandamos a todos nuestros bomberos y brigadistas, a todas nuestras fuerzas de seguridad, nuestros helicópteros e hidrantes”, tuiteó el presidente Alberto Fernández el 21 de febrero, acaso en alusión indirecta a la colecta de Maratea, en medio de la polémica sobre el rol y la ineficiencia del Estado que la iniciativa del influencer despertó. En cualquier caso, la polémica mostró hasta qué punto la popularidad de este joven (al que siguen en Instagram 3,3 millones de personas, casi 30% más que al primer mandatario) les puede hacer sombra al Gobierno y hasta a la propia capacidad de los organismos del Estado. Un joven que responde a las necesidades públicas al instante, a diferencia del Presidente, que llegó a Corrientes casi una semana después de la movida solidaria... y terminó publicando todo lo que hizo en esas horas en las redes sociales.
"La del político es una de las profesiones que más desconfianza generan"
¿Qué ven los argentinos en Santiago Maratea que no reconocen en los dirigentes? ¿Por qué muchos políticos se sienten desafiados o interpelados por un hombre ajeno a la política? ¿Por qué cuando se pregunta en las redes si quieren que Maratea se convierta en político la respuesta mayoritaria es “no”? ¿Qué dice este episodio acerca del nivel de confianza de los argentinos en su propio Estado?
El analista político Lucas Romero, director de la consultora Synopsis, explica la secuencia que convierte en exitoso a Maratea con tres atributos: credibilidad, confianza, reputación. “La confianza en algo o en alguien es consecuencia de que en primera instancia haya credibilidad, que es un atributo que se construye si hay reputación”. La participación social en la propuesta se debe a la reputación que se ha construido a través de los medios, que lo identificaron como “alguien que hace convocatorias solidarias y genera credibilidad y confianza suficientes como para transferirle recursos con un destino noble. Si hay vocación solidaria de la gente –señala– él es un vehículo para canalizar esa vocación”.
Según el Indice de Confianza en el Gobierno del mes de febrero de la Universidad Torcuato Di Tella, el indicador mensual arrojó una caída de 3,2% respecto de enero, con 1,49 puntos. De esta forma, “el nivel de confianza actual es 24% menor al de la última medición del gobierno de Mauricio Macri (diciembre de 2019), y 36% inferior al del primer mes completo del gobierno de Alberto Fernández (enero de 2020)”. Estos números son los más bajos registrados durante la gestión de Fernández, por debajo de la peor medición tomada en el mandato de Macri.
Maratea no está solo. Otros jóvenes argentinos han hecho de la solidaridad una de las razones de su presencia en las redes. Martín Pérez Disalvo, más conocido como “Coscu”, por ejemplo, es uno de los mayores exponentes de la plataforma de streaming Twich, donde es host y conductor: “¿Hacemos un stream a beneficio hoy a la noche?”, pregunta a sus fans. Otra referente es Connie Isla, influencer en temas de veganismo, que creó la fundación Músicos del Alma, que organiza shows gratuitos en hospitales. A escala global, una gran influencer es Greta Thunberg, la adolescente sueca que con 19 años logró movilizar más de 4 millones de estudiantes de todo el mundo para luchar contra el cambio climático.
Según la Cámara Argentina de Anunciantes, se pueden establecer cuatro categorías en virtud de la cantidad de seguidores: nanoinfluencer (entre 3286 y 8611), microinfluencer (entre 8611 y 96.111), influencer (entre 96.111 y 575.000) y finalmente las celebrities, con más de 575.000 followers.
Descreimiento
Según Giselle Rodríguez, directora de Futura, consultora de estrategia de comunicación digital, más que la confianza que genera alguien como Maratea, lo que hay detrás de la repercusión de su convocatoria por los incendios en Corrientes es “la condensación de un descreimiento por parte de determinados sectores sociales de la política y los políticos”.
Otra cuestión es qué representan en nuestra sociedad la solidaridad y las políticas públicas de cuidado. Rodríguez cree que “podemos decir que un acto solidario es aislado, por más que sea llevado a cabo por miles de personas. En cambio, la política pública es una acción colectiva y sostenida”. En este contexto, se pregunta si aquellos que descreen de los políticos están dispuestos a dejar la acción solidaria aislada para intervenir ellos mismos en política pública. La respuesta parece ser negativa.
"La gente percibe que el Estado es ineficiente. No es visto como un vehículo para canalizar solidaridad"
De una encuesta realizada a través de Instagram, con una muestra de cien casos, se desprende que más allá de su fobia a participar activamente en política, la gente no quiere que Maratea se meta en política. El 68% de los consultados lo prefiere outsider. ¿Por qué? ¿Para preservar un espacio que no sepa de grietas ni de corrupción? El psicólogo José Abadi considera que esto es así porque hoy “la política no es un concepto con mayúscula, una manera de encontrar en el diálogo y en el debate la solución apropiada a los problemas que, además, sea común a la mayoría”. Meterse en política, según el imaginario social, “es sinónimo de meterse en algo que tiene poca credibilidad y que se asocia con falta de honestidad. Es vivido como haber cedido a la tentación de aquello que después termina en corrupción”.
Natalia Aruguete, investigadora del Conicet y profesora de la Universidad Nacional de Quilmes, analiza la posibilidad de que un instagrammer exitoso pueda traspasar a las urnas ese poder que le generan las redes. “En las redes se dan eventos conmocionantes pero también episódicos, en el sentido que de no persisten en el tiempo. Alcanzar estos picos de conmoción no necesariamente es sinónimo de permanencia. Creo, humildemente, que para ganar en las urnas un candidato debe hacer una labor de largo plazo que se sostenga en el tiempo. Y no estoy segura de que este sea el caso de Maratea. Por supuesto que nada inhibe que pueda ganar en las urnas en el futuro si se lo propusiera, pero no solo por ser un influencer con acciones estimables por causas nobles”.
¿Deberán entonces continuar un camino paralelo por afuera del sistema político? Para Abadi, elegir seguir como outsider tiene que ver con “no contagiarse, con preservarse de aquello que no corresponde, de las tentaciones que no están ligadas a un proyecto serio y solidario”. Porque en el imaginario colectivo –detalla– ser outsider “es algo así como estar vacunado, no contaminado, ser aquel que puede pensar desde otro lugar”. Por eso, hacen bien en mantener distancia de la política. “Desde ese lugar se hace posible ser depositario de una esperanza, de una expectativa positiva”.
La política está entre las profesiones que más desconfianza genera. Según un sondeo de la consultora IPSOS, hoy los profesionales que más confianza despiertan son los médicos, seguidos por los científicos, los maestros, la gente común y las fuerzas armadas. Entre las que menos la inspiran están los periodistas (-10%), los banqueros (-11%), los ministros de gobierno (-39%) y por último, los políticos (-52%).
Más allá de la incapacidad de los políticos para generar confianza, dice Romero, lo que percibe la gente es que el Estado es ineficiente. “Probablemente el sustrato de esa falta de credibilidad, de prestigio de la clase política, es un Estado que no funciona eficientemente. Por eso no es visto como un vehículo para canalizar esa vocación solidaria y prefiere una alternativa como la de Santi Maratea”, remata.
Imposible entender el fenómeno Maratea sin ver su desarrollo en redes en los últimos dos años. Luciano Galup, especialista en medios y políticas de comunicación, autor del libro Big Data & Politica, considera que “las redes son básicamente espacios de construcción de comunidades digitales y si bien hay acciones, que son puntuales y deslumbran por su viralidad, en líneas generales esas cosas son excepcionales, y lo que tiene éxito y funciona es cuando se construyen comunidades sólidas alrededor de cuentas y personas. Como lo que sucedió con Maratea, donde se vincularon el desarrollo de su comunidad de seguidores, que se viene conformando con acciones mas pequeñas desde hace tiempo, su habilidad para comunicar y para construir su personaje digital. Y una causa nacional, una causa en la que la preocupación es más grande que las anteriores acciones. Todo esto confluye y hace que explote en términos de participación y volumen”.
Marco moral
Aruguete señala que distintos factores inciden para que alguien alcance reputación en las redes. “Hay muchos influencers que son trolls no verificados o figuras públicas con posiciones muy extremas, que han logrado altos niveles de viralización de sus ideas en redes sociales porque esos argumentos guardan mucha coherencia ideológica con sus seguidores y pares conectados”, dice la investigadora. “Pero en otras ocasiones juega muy fuerte el marco moral que encuadra las acciones que hace un usuario con alto nivel de influencia. En estos casos, cuando se trata de acciones que alcanzan altos niveles de consenso, nadie renegaría del gesto de juntar dinero para una causa noble. Es importante que la acción promovida por el o la influencer coincida con un tema que esté en agenda y sensibilice a la gente. Creo que esto es lo que logra Maratea. ¿Confiar? ¿Quién no confiaría en alguien en quien todos creen?”.
Hasta la tragedia ambiental de Corrientes, todas las colectas de Maratea tenían un alcance significativo. Pero los incendios en la provincia desataron un nivel de empatía con las víctimas de esa situación pocas veces visto, que fue creciendo a medida que pasaban los días y la acción del Estado nacional era limitada.
Algunos vieron en la iniciativa de Maratea una forma de promover la antipolítica. Sin embargo, aunque los donantes no estaban avalando a un futuro candidato, cada peso depositado a través de una de las principales procesadoras de pagos digitales de la Argentina llevaba un mensaje implícito: la vocación de ayudar no tiene color político (nadie se pregunta a quien votó el influencer antes de transferirle fondos) pero sí tiene un tiempo y una oportunidad. Es la mano visible de los ciudadanos que no quieren un Estado lento o ineficiente. Y menos corrupto. Tal vez por eso despierte rechazo la idea de que la cara de Maratea figure en una boleta. Cada clic en sus colectas es toda una señal. Solo falta que la política tome nota.