La Argentina debe adherir al Tratado de Prohibición de Armas Nucleares
La invasión de Rusia a Ucrania ha reavivado los temores de una destrucción masiva, en un mundo cada vez más conectado y vulnerable
- 4 minutos de lectura'
Hay principios fundamentales que deberían regir nuestra convivencia como especie. El más importante es el principio de humanidad. La actual situación internacional, originada en la intervención de Rusia en Ucrania, ha revivido la posibilidad extremadamente preocupante de la utilización de armas nucleares, que puede traer graves consecuencias a nivel mundial. La retórica y las amenazas de uso de armas nucleares por parte de Rusia son contrarias a este principio y a los acuerdos internacionales vigentes.
En las actuales circunstancias vuelve a adquirir plena vigencia el Manifesto de Russell y Einstein firmado por once científicos destacados en 1955 ante la preocupación por el desarrollo de las bombas H, unas mil veces más potentes que las usadas en Hiroshima y Nagasaki en 1945, y por las consecuencias humanitarias de las bombas nucleares en general.
“Ante el hecho de que en toda futura guerra mundial se emplearán con certeza las armas nucleares, y de que tales armas amenazan la existencia misma de la humanidad, hacemos un llamamiento a los gobiernos de todo el mundo a que entiendan y reconozcan públicamente que sus propósitos no pueden lograrse mediante una guerra mundial y los instamos, consecuentemente, a que resuelvan por medios pacíficos cualquier disputa entre ellos –dice el manifiesto–. [...] Tenemos que aprender a pensar de una nueva manera. [...] Apelamos, como seres humanos a seres humanos: recuerden su humanidad y olviden el resto”.
Pensar de una nueva manera significa ser conscientes de que formamos parte de un sistema colectivo, sociedad y ambiente, cada vez más conectado, más correlacionado y más vulnerable. La aceptación de un orden internacional en el que algunos países cuentan con armas de destrucción masiva mientras que están prohibidas para los demás es insostenible; es una situación altamente inestable, que lleva a la proliferación de esas armas en otros países y al establecimiento de un cuasi equilibrio del terror con altas probabilidades de terminar en la destrucción del planeta. La única solución a este grave problema es la eliminación total de las armas nucleares.
El Tratado de Prohibición de Armas Nucleares (TPAN) es el primer acuerdo internacional a nivel mundial que prohíbe las armas nucleares e incluye disposiciones para su total eliminación y para abordar las consecuencias humanitarias y ambientales de explosiones atómicas. Establece nuevos compromisos que no están contenidos en otros tratados, como la obligación de prestar asistencia a las víctimas de explosiones nucleares y reparar los daños causados por ellas y la prohibición de estacionar armas nucleares en el territorio de terceros Estados.
Este tratado se basa en el derecho internacional humanitario y en el principio de humanidad, pues las armas nucleares son las más destructivas, inhumanas, catastróficas jamás construidas por el ser humano. Entró en vigor en enero de 2021. Hoy 95 países han firmado el acuerdo y 68 lo han ratificado. Si bien Argentina apoyó el tratado desde sus inicios en 2017 en la ONU y votó por su adopción, es el único país de América Latina que no lo ha firmado aún.
El TPAN se origina a partir del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), establecido en 1970, que dividió al mundo entre los países poseedores de armas nucleares por un lado (EEUU, Francia, Reino Unido, China y Rusia) y los no poseedores por el otro. Israel, India, Paquistán y Corea del Norte tienen capacidad nuclear pero no son parte del TNP. Todos estos países se oponen al TPAN.
Mientras los países no nucleares como la Argentina cumplen con su parte del tratado en cuanto a no proliferar material fisionable, a someterse al régimen de salvaguardias y a no desarrollar armas nucleares, los países nucleares reconocidos por ese tratado no han avanzado en el cumplimiento de sus compromisos (artículo VI), esto es, en “realizar negociaciones de buena fe sobre medidas efectivas relativas al cese de la carrera armamentista y al desarme nuclear y para lograr un tratado de desarme total”. Al contrario, siguen reforzando sus capacidades nucleares. Es justamente la falta de cumplimiento de este artículo VI lo que generó la necesidad de establecer el TPAN.
La Argentina ha adherido todos los demás tratados internacionales de uso exclusivamente pacífico de la energía nuclear. Es importante que honremos este compromiso adhiriendo a la prohibición total de las armas nucleares.
Doctora en Física, profesora en el Instituto Balseiro (CNEA, Univ. Nacional de Cuyo), Investigadora principal del Conicet, Centro Atómico Bariloche (CNEA)