Kelly Link, La ficción weird de una autora potente y original
Los dos primeros libros de cuentos de la autora norteamericana demuestran que lo suyo va más allá del género fantástico
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En la última Feria del Libro porteña, durante una de las tantas actividades que abultaban la agenda entre semana, un escritor que participaba en una charla sobre ciencia ficción recomendó un libro de cuentos de la estadounidense Kelly Link.
Aunque algunas de sus obras fueron traducidas y publicadas en España a principios de la década pasada, Link era una autora poco conocida por estas latitudes.
Sin embargo, en estos años al parecer sus textos se las ingeniaron para acumular un puñado de lectores entusiastas en la Argentina. De hecho Magia para principiantes (Evaristo), su primer libro publicado en el país a principios de año, viene con prólogo de Marcelo Cohen y contratapa firmada por Mariana Enriquez. Ahora se acaba de publicar una segunda traducción: Pasan cosas más extrañas, el primer libro de cuentos de la autora.
En esa charla se presentó a Link brevemente: nacida en Miami a fines de los años 60, vive actualmente en Northampton, Massachusetts; dirige junto al escritor Gavin J. Grant (su pareja) la editorial Small Beer Press, cuyo catálogo incluye, por nombrar una rareza, Kalpa Imperial, de Angélica Gorodischer; es dueña de una librería, Book Moon; gracias a varios libros de cuentos y una novela, con los años se convirtió en una autora que, con un pie en la cultura de clase b, recibió algunos de los reconocimientos más prestigiosos de las letras estadounidenses.
Dicho esto, el escritor argentino levantó en alto la tapa de Magia para principiantes, en la que se ve a una heroína zombi con antiparras levantadas, campera de cuero y una camiseta escotada. Repitió el nombre de la autora y la elogió por última vez. Y entonces una asistente levantó la mano e interrumpió para preguntar si eso no era acaso “literatura para adolescentes”.
¿Literatura para adolescentes? ¿Cómo salir de ahí? Hay varios indicios superficiales que pudieron alimentar el malentendido: la estridencia del diseño de tapa, la palabra “magia” en el título, las referencias a la ciencia ficción y al fantástico, tópicos como los zombis, el ocultismo, la fascinación por las ficciones televisivas y los mundos juveniles, etcétera, todas etiquetas más o menos reduccionistas a las que suelen –solemos– apelar a la hora de caracterizar la obra de Link. Sin embargo, considerar a Link una autora de “literatura para adolescentes” es bajarle el precio a una escritora que tiene que ser leída en la ancha avenida de la tradición anglosajona, una autovía balizada por, entre otros, John Cheever y Angela Carter, por Lovecraft y Lorrie Moore, por Gene Wolfe y Shirley Jackson.
Pasan cosas más extrañas y Magia para principiantes son dos libros de cuentos suculentos, publicados originalmente en 2001 y 2006, que destilan imaginación frondosa y estilo literario tamizados por los filtros de la ficción pulp. Pero Link nunca se queda ahí. No es una cultora obediente de los códigos. Sus relatos dialogan con la mejor tradición del cuento, con frases e ideas chispeantes, con modulaciones inesperadas y mutaciones argumentales que revelan siempre un pliegue más.
Se trata de sus primeros dos libros, que leídos en continuado dan cuenta de parte de la trayectoria de Link. De la contundencia y la frescura del debut hacia una mayor nitidez de sus mundos imaginarios, más aplomo, menos afán por deslumbrar, en su segundo libro.
La lectura en continuado también deja en claro que desde sus inicios Link maneja con soltura mecanismos narrativos de relojería. Pero también es afecta a paladear los tiempos muertos, los diálogos erráticos, los ramalazos de lirismo sombrío, con un dominio del fantástico que oscila entre el borde externo del realismo suburbano y mundos imaginarios más desbocados.
Cuando se aleja del andamiaje del género, los textos de Link adquieren un magnetismo singular. La magia, las cosas extrañas que pasan en estos relatos no tiene que ver con la acción o con la capacidad especial de algún personaje, sino que es algo que está en el aire, en el silencio entre las palabras, en un resplandor visto a través de cristales tornasolados. Sus mejores cuentos llegan como si fueran transmisiones de televisión de aire grabadas en la cinta de un casete VHS usado.
En el prólogo de Magia para principiantes, Marcelo Cohen se encarga de ubicar a Link en la tradición de la ficción weird (esa palabra en inglés de traducción elusiva: raro, extraño, peculiar…). “Una tendencia anarquista dentro del fantástico”, propone Cohen. El término es adecuado para describir estos mundos ligeramente deformados, los pastiches culturales con los que están construidos, incluso los rasgos de personalidad de sus protagonistas. Sin embargo, demorarnos más de la cuenta en una etiqueta como esta puede alimentar malentendidos como el que tuvo lugar en la Feria del Libro. Malentendidos que hacen olvidar lo importante: Link es una gran escritora, a secas. Una gran cuentista de medio y largo aliento.
Aunque, pensándolo mejor, con la distancia de los meses, estimada mujer del público, algo de razón tenías; solo deberías haber invertido la valoración de tus palabras. Ahí donde sonaban despectivas deberían haber sido pronunciadas con entusiasmo y curiosidad. Podríamos entonces, al hablar de Link, recurrir a la palabra “adolescente” en el mejor sentido del término. Como una apuesta por lo exultante, indómito, efervescente. ¿Acaso manipular la literatura no se parece un poco a la iniciación en un tipo potente de magia?
Magia para principiantes, de Kelly Link (Evaristo), Trad.: D Muchnik, 442 páginas, 2990 pesos
Pasan cosas más extrañas, de Kelly Link (Evaristo)