Juan Forn y su lugar en el mundo, junto al mar
Durante la semana pasada, por medio de Change, se difundió una petición para ser firmada por quienes estaban de acuerdo. Su título era: “Por una calle para Juan Forn en Mar de las Pampas”. Sobre esas líneas, había una fotografía de la cara sonriente del escritor en su radiante juventud.
Poco después de la circulación del pedido, la Municipalidad resolvió cambiar el nombre de una de las calles de la localidad: Juan de Garay pasaría a ser Juan Forn.
El autor de Yo recordaré por ustedes nació en 1959 y murió hace poco más de dos años en el balneario mencionado, que pertenece al partido de Villa Gesell, a pocos minutos de coche de la ciudad cabecera. Desde los primeros años de la década de 1980 hasta su fallecimiento en 2021, tuvo un lugar de primera línea entre las figuras literarias de su generación en calidad de novelista, cuentista, editor, traductor y periodista. En el arco que va de Corazones (1987), hasta la pericia y la síntesis de sus formidables volúmenes de columnas de los viernes, escribió los cuentos de Nadar de noche; las novelas Frivolidad, Puras mentiras y María Domecq; además, los ensayos reunidos: La tierra elegida y Ningún hombre es una isla.
Tras superar un grave problema de salud en 2003 se retiró en busca de tranquilidad a Villa Gesell. Allí empezó una vida completamente distinta. Se insertó sin roces, naturalmente, y con un perfil muy propio, en esa comunidad de personajes peculiares que integran la población permanente de las ciudades y pueblos costeros. Son los que, como Forn, se pasean por las playas desiertas del invierno, muy a menudo en soledad.
En una serie de whatsapp, intercambiados en estos días entre la hija de Forn, Matilde, y este cronista, ella contó: “Mi papá se mudó a Villa Gesell en 2003; y a Mar de las Pampas, en 2019. La casa la compró hecha. Es muy hogareña, con un jardín grande. Está muy cerca de la playa. La biblioteca se conserva intacta. Tiene la particularidad de haber sido ordenada geográficamente: los europeos, por un lado; los rusos (su perdición), por otro; la literatura argentina cerca de los latinoamericanos, y así. Todos están subrayados por él en lápiz; en algunos, hay anotaciones. Su rutina era sencilla. Escribía, salía a caminar con su perro por la playa, daba taller y visitaba a sus amistades. La casa tiene una parte que se alquilaba en verano, pero fuera de la temporada recibía visitas de amigos. Hay un proyecto de crear la Biblioteca Municipal Juan Forn en la que estaría toda su obra y algunos de los libros de su biblioteca para mantener viva su memoria y que sus lectores encuentren en ese espacio un lugar de reunión y recuerdo”.
Desde la muerte de Forn, se produjo una peregrinación de lectores a Villa Gesell en busca de huellas de la vida y la obra del escritor, que contiene una larga lista de recomendaciones literarias. La apertura de un centro cultural dedicado a él satisfaría esa inquietud.
La presentación del proyecto fue firmada por Matilde; dos amigos vecinos de Juan, el escritor Guillermo Saccomano, y Luis Toro; y María Domínguez, compañera de Forn durante los últimos años de vida de éste. Según ese documento, el edificio que se consideró apropiado para ese fin, cedido por la Municipalidad de Villa Gesell, está en la zona céntrica de la ciudad y forma parte de su patrimonio arquitectónico e histórico: es “Pipach” (significa “amapola”, en húngaro), una de las primeras casas de té lugareñas, abierta en 1953. Hoy es un centro cultural, función que seguiría cumpliendo como parte de la Biblioteca: un modo de completar su atractivo.
Desde los ventanales de “Pipach”, se contempla el mar. Para Forn, verlo había dejado de ser un hábito y se había convertido en una necesidad cotidiana que saciaba mientras caminaba por su orilla o se sentaba en un médano. Los días de invierno, cuando llovía o soplaba un viento muy fuerte, le bastaba estar cerca de él, al amparo de una casilla. En esos momentos, pensaba en sus columnas de los viernes, elegía el tema, urdía su estrategia de seducción, surgían frases, todo ocurría bajo la mirada anhelante y futura de lectores invisibles.